—Incluso si mi Palacio de la Doncella Divina es arrogante, ¿no es tu lugar intervenir y dar una lección, verdad? —Justo en ese momento, una voz clara y repentina llegó.
La voz no tenía la dulzura cristalina de una mujer, sino... la cristalinidad de un niño.
Su Han levantó la vista y vio que en el vacío arriba, mientras la voz caía, una gran cantidad de pétalos se dispersaban del cielo, creando una densa lluvia de pétalos.
Los pétalos eran fragantes, su aroma penetrante y embriagador.
Encima de estos pétalos, cuatro bellas jóvenes llegaron a través del aire, pisando una alfombra roja, llevando una litera de flores rosadas en sus manos.
La litera de flores estaba oculta por cortinas transparentes, haciendo imposible ver claramente a la persona dentro, pero mirando a través de las áreas algo transparentes... parecía no demasiado grande, mucho más pequeña que una persona ordinaria.