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—¡Hermano Long! —El grito sacudió los cielos, como si temiera que otros no lo supieran.
Hermano Long asintió y agitó su mano despectivamente, entrando con una mirada juguetona en su rostro.
Las personas que habían estado pensando en irse se encogieron hacia los rincones, aterrorizadas por una escena que parecía arrancada directamente de una película.
Temían quedar atrapados en el fuego cruzado.
Conocían bien lo temible que era Hermano Long, quien había estado involucrado en el bajo mundo de Jiangdu hace más de una década: apuñalamientos, asesinatos, todo tipo de malas acciones se podían rastrear a este hombre.
Su posición actual en Jiangdu se debía enteramente a su despiadada conducta.
Cualquiera que se interpusiera en su camino parecía morir en circunstancias misteriosas.
La mirada de Hermano Long cayó sobre Wan Kun en la distancia.
Wan Kun estaba envuelto en varios vendajes; parecía que de hecho había sido el blanco, y el atacante no se había reprimido.