—¡Guardián del Basong, ven! —El patriarca de Basong rugió al cielo, su cuerpo envuelto en una energía negra rodante y un terrorífico aura maligna emanando de él.
En ese momento, un gran rugido estalló desde el suelo.
—¡Crac! ¡Crac! ¡Crac! —Desde dentro de la grieta emergió una mano gigante, agarrando y destrozando el suelo. Una sombra masiva apareció ante Ren Feifan, con escamas tintineando en su cuerpo. Era inmensamente grande, pareciendo totalmente una bestia demoníaca.
La bestia era tan masiva que se alzaba a veinte zhang de altura, con una cabeza feroz rodeada de energía negra torbellinante y un agujero en su cuerpo del que fluía una niebla negra sin cesar.
El aura de la bestia demoníaca seguía escalando, y su fuerza se volvía aterradora y difícil de manejar.
—¿Por qué me has invocado? —La bestia demoníaca miró a Ren Feifan, su expresión sombría.