—Estamos implementando el tercer plan. Si el ejecutor falla, tendremos la fuerza detrás para matar a la Abuela Raksha.
—¿Y si todo falla? —Ren Feifan cruzó sus brazos sobre su pecho y preguntó con gran interés.
—Entonces todo dependerá de ti.
Ren Feifan tuvo que admitir la solidez de esa respuesta. Afortunadamente, ahora tenía el Dragón de Fuego y la Aguja Consumidora de Almas, ambos asegurarían su supervivencia.
Parecía que, después de todo, debía contar consigo mismo.
Mientras Ren Feifan mantenía una conversación en una casa de té, unos visitantes inesperados llegaron al Templo Ziyun.
Un anciano taoísta con túnica taoísta miraba la placa del portón del Templo Ziyun con un compás y se preguntaba:
—Mmm, ¿Templo Ziyun? ¿Por qué nunca he oído hablar de este lugar antes? ¿Podría ser un templo oculto de un gran poder?
El viejo taoísta había deducido la ubicación guiada por el haz de luz aquel día y había supuesto que era una propiedad.
Pero no esperaba que fuera un templo.