Oriana se deslizó en la cámara, su ánimo agriado por las descaradas travesuras del hombre que se deleitaba burlándose de ella en cada oportunidad. Fue a la cama y se sentó en el cabecero, su cara roja de ira.
Al mirarse, sus ojos recorrieron su pecho. Los recuerdos de su primer encuentro en el bosque volvieron en masa. «Tomé mucho cuidado en vendar mi pecho fuertemente, capa tras capa, para imitar la firmeza del físico de un hombre. ¿Cómo pudo él aún sentir...?» Sus expresiones se agriaron, «Parece tan experimentado con mujeres que nada se le escapa. Ese pervertido, realmente me hizo pasar por tonta durante meses».
El sonido de pasos acercándose interrumpió sus pensamientos, señalizando el regreso de Arlan. Oriana rápidamente se reclinó en la cama, dando la espalda a la puerta y cerrando los ojos con fuerza.