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El peso en la voz del hombre era palpable.
Espineo no pudo evitar mirar a su padre durante unos segundos sin decir nada. Esta era la primera vez que lo veía tan serio.
Pero luego, después de unos segundos, sus palabras parecían registrar en su cabeza. ¿Su familia había sido gobernante de la raza ósea en el pasado?
—¿Éramos los gobernantes? Espera, ¿eso no me hace un príncipe? ¿Cómo es que estoy escuchando esto solo ahora? —Espineo preguntó con una expresión perpleja.
—Porque no estabas listo.
—¿Y ahora lo estoy? —La confusión de Espineo no hacía más que aumentar a medida que su padre hablaba. No lograba entender qué era diferente entre ahora y entonces. Simplemente no podía entender a este hombre hoy.
El hombre se volteó, se enfrentó a Espineo y habló:
—Ahora, tienes que estarlo.
Volviendo su mirada hacia el frente, continuó: