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No se les podía culpar demasiado a las personas; todos estaban simplemente demasiado acostumbrados a la fría y distante Viviana Ossara.
Por la forma en que Illa se había comportado justo antes de su muerte, era muy obvio que Viviana era aún más temida que Mortrex mismo.
Mortrex dirigió su mirada hacia su esposa, Viviana, su expresión se suavizó. —Realmente tienes que encontrar una forma de controlar tus tendencias violentas, Vivi. Todos te ven como una psicópata —comentó.
—¿Incluso tú? —Viviana se giró y encontró la mirada de Mortrex. Su expresión no cambió ante las palabras de Mortrex, sino que, en cambio, entrelazó su intensa mirada mientras preguntaba.
Mortrex negó con la cabeza. —Eres una psicópata; no hay mentira ahí —dijo, girándose y cerrando la pequeña distancia entre ellos. Puso sus manos alrededor de su cintura, acercando su figura petite a él.