Y entonces, sin que ambos pronunciaran una palabra, dieron pasos medidos el uno hacia el otro. Sus ojos se fijaron en silenciosa comprensión.
No había necesidad de hablar, ni de demoras, estaban aquí para luchar y eso es exactamente lo que harían.
Justo cuando se encontraron a 10 metros de distancia el uno del otro, en un instante, la forma de Kael se difuminó, y se materializó frente a Atticus, una de las 8 espadas en su cintura ya en su mano derecha. Un tajo diagonal surcó el espacio, apuntando a Atticus.
Sin inmutarse, Atticus observó tranquilamente cómo se acercaba lentamente el ataque de Kael. Antes de que el ataque pudiera alcanzarlo, con un estallido de agilidad, hábilmente esquivó el ataque con velocidad.
Pero como si leyera su mente, antes de que el ataque terminara su trayectoria, Kael redirigió sin problemas el ataque en un tajo horizontal hacia Atticus.