—Abuelo —la voz de Ático resonó a través del salón y los ojos de todos en el salón se volvieron de inmediato hacia Atticus otra vez. Solo un pensamiento resonaba en sus mentes: ¿Qué querrá de nuevo este niño monstruo? Todos aún no se habían recuperado de los espectáculos que Atticus acababa de mostrarles, ¿y aún tenía más que decir? Magnus enfocó su penetrante mirada en Atticus durante unos segundos, haciéndole sentir como si un enorme peso se hubiera asentado sobre sus hombros. Finalmente, Magnus otorgó a Atticus el derecho a hablar, pronunciando una sola palabra:
—Habla. —Atticus, aún inclinado, comenzó a hablar: