—¿Tienes alguna pregunta? —Guo Yi frunció el ceño.
—No, ¡no! —Los ojos de Ding Xiaoyu llevaban un atisbo de tristeza.
Toc, toc, toc...
Otra ronda de golpes sonó.
Guo Yi abrió la puerta, y allí estaba Yang Rong'er, sosteniendo un contenedor térmico. Su rostro estaba ruborizado, pareciendo una manzana a punto de estallar. Estaba ligeramente ansiosa, y al ver a Guo Yi, dijo nerviosa:
—¡Señor Guo... Señor Guo!
—¿Por qué has venido? —preguntó Guo Yi.
—He venido a traer el desayuno al Señor Guo —Yang Rong'er bajó la cabeza, levantando el contenedor térmico sobre su cabeza y dijo—. Hice este desayuno yo misma. Por favor, hónreme con aceptarlo. ¡Que mi buena voluntad no sea en vano!
—Entra —Guo Yi, perplejo, dijo.
Yang Rong'er, con el rostro rebosante de alegría, entró rápidamente, acunando el contenedor térmico.
—¡Rong'er!
—¿Xiaoyu?
Cuando las dos se encontraron cara a cara, la vergüenza fue insoportable. Ding Xiaoyu recuperó rápidamente la compostura y se apresuró a decir: