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13.66% El diario de un Tirano / Chapter 22: Dudas

Chapitre 22: Dudas

  --Cuida a tu hermana, yo debo encargarme de una última cosa.

Salió de la celda, percatándose que la mayoría de los cautivos comenzaron a sacar sus manos, pidiendo lo mismo que Astra: que los liberaran. Quiso detenerse y buscar nuevos subordinados destacados, sin embargo, habría tiempo para ello, pues ahora estaba más deseoso por completar su tarea.

∆∆∆

El cielo comenzaba aclararse, el frescor de la mañana inundaba la aldea, abrazando las casas de los residentes.

En el sendero de tierra, un joven de aspecto tranquilo caminaba, su mirada estaba puesta en una casa en la lejanía, intercambiando entre expresiones de sonrisas y de furia.

Al llegar, busco a Nina en su habitación/almacén, pero no encontró a nadie, intuyendo que en la madrugada había entrado a su casa, así que sin esperar demasiado caminó a la puerta trasera, tocando dos veces. No hubo respuesta, por lo que repitió la acción. La puerta se abrió de golpe, mostrando a un señor con una expresión de furia y cansancio.

  --¿Chico? --Observó por un segundo al joven, sin percatarse de su estado-- ¡¿Dónde mierda te has escondido?! ¿Sabes que lo que le pasó a Nina?... Mi pobre niña --Bajó la cabeza con tristeza, sintiéndose impotente y furioso al mismo tiempo-- ¿Sabes lo que le hizo ese bastardo? --Las lágrimas amenazaban con salir nuevamente-- ¡¿Lo sabes?! --El joven asintió--. Si eres consciente de ello ¡¿Por qué mierda te fuiste?!

Lanzó un puñetazo, uno que el joven no esquivó, aún cuando podía. El fuerte golpe lo hizo voltear, pero nada más. Lanzó otro, menos fuerte que el anterior y, uno después de ese, el cansancio llenó su cuerpo y, las lágrimas sus ojos, quiso volver a golpear, pero se dio cuenta de que la mirada del joven no había cambiado ni un poco desde el inicio de la conversación.

  --¡Katzian! ¡¿Qué es lo que estás haciendo?! --Gritó Elisa con la compañía de Bastian, quién había visto momentos antes los golpes que su padre le lanzaba a su hermano falso--. Ven a con tu hija en este instante.

El hombre gordo bajó la mirada, se había dado cuenta de su mal actuar, por lo que no dudó en dar media vuelta para retirarse de la presencia del joven. Elisa se percató del terrible estado en el que se encontraba el muchacho, mostrándose confundida sobre lo que le había pasado, ya que, aunque reconocía la fuerza de su pareja, sabía que no podría haberle manchado en sangre toda su ropa y extremidades.

  --No pude protegerla, madre, lo siento. --Dijo con un tono bajo, con una personalidad completamente opuesta al individuo que había masacrado a todos los soldados del castillo.

  --Pero --Dudó-- ¿Qué te ha pasado? ¿Estás herido? --Se acercó, tocando su rostro con sus palmas, había amor impregnado en esa acción.

  --No. --Negó con la cabeza, quedándose en silencio luego de responder.

  --Niño --Alzó la voz, la preocupación se convirtió rápidamente en enojo--, te hice una pregunta ¿Qué te ha pasado?

Sus fosas nasales se abrían y cerraban, la ira lo invadía al pensar en que el desgraciado que había herido a su querida Nina había escapado, pero ¿Cómo podría decirle eso a su nueva madre? No soportaría decepcionarla, no después de haberle jurado protegerlos.

  --Habla --Sus ojos se volvieron más claros al inspeccionar el cuerpo del joven--. Espera, está no es tu sangre ¿Qué es lo que hiciste? --Su expresión se tornó confundida.

  --Los maté --Dijo con una mirada repleta de intención asesina--... todos están muertos, menos el monstruo que hirió a Nina... perdón madre, por favor perdóname, pero no pude asesinarlo.

Elisa se quedó estática, retrocediendo inconscientemente, quiso hablar, pero las palabras no salieron, al principio no había entendido por completo sus palabras, pero después de mirar su cuerpo con detenimiento y la espada envainada en su cintura, la imagen del posible suceso azotó su mente como un fuerte trueno.

  --Niño ¿Qué estás diciendo? --Lo observó, con un ligero miedo, uno que notó el joven-- ¿A quién mataste?

  --A las personas que cuidaban esa fortaleza en la colina. --Dijo con un tono calmado.

Elisa sintió un sabor amargo en su boca, la vida se iba de su cuerpo y el frío comenzaba a inundar su espalda.

  --¿Los mataste a todos? --El joven asintió-- ¿También a los señores de la aldea, junto con sus hijos?

  --A la madre de los niños no, pero sí al padre.

  --Niño, toma tus cosas y vete --Le dijo con un tono serio--, lárgate de aquí lo más pronto posible. --Comenzó a temblar.

  --Pero madre... --Dio un paso al frente.

  --¡Yo no soy tu madre! --Le gritó.

El joven se quedó de pie, su corazón se congeló, sus ojos perdieron el brillo y, la fuerza abandonó sus piernas, nunca había sentido un dolor tan intenso, ni los tormentos del laberinto se comparaban al sentimiento que estaba experimentando.

  --Yo --Miró a su no madre una vez más--... me iré. Lo siento. --Se volteó y comenzó a caminar, con una expresión de haber perdido por completo su vida.

Elisa quiso decir algo al ver su expresión, pero no podía, sabía la tormenta que se aproximaba si las palabras del joven eran correctas y, aunque tenía un nudo en su corazón, lo primero era la seguridad de su familia y, si debía romper su relación con el joven para lograrlo, lo haría sin dudar. 

∆∆∆

Entró de vuelta al castillo, su mirada había recuperado la gelidez característica del laberinto, perdiendo por completo la humanidad que había logrado reunir en los últimos meses.

Sus pasos lo llevaron nuevamente a los escalones inferiores, caminando sin la ayuda de ninguna antorcha o artefacto mágico para alumbrar, sin embargo, por extraño que pareciera, al llegar al último escalón, el rabillo de su ojo detectó un leve brillo en la lejanía, al lado de un ídolo de piedra, la curiosidad le ganó y, al querer liberarse de sus pensamientos se decidió por ir a darle un vistazo. Al llegar ante el ídolo lo observó de pies a cabeza, era muy similar a una humana, pero no tenía nada de común, no solo por su cabellera larga, sino por el tallado de sus ojos, que parecían que podían atravesarte, muy similar a como te vería un ser omnisciente. Se quedó en un duelo de miradas por unos minutos, perdiendo al no soportarlo más ¿Y quién lo culparía? Después de todo estaba compitiendo con una roca. Bajó el cuerpo y comenzó a buscar el objeto que momentos antes había brillado, la búsqueda fue ardua, pero beneficiosa al final, pues, aunque sospechosamente, encontró lo que estaba buscando.

*Has encontrado un objeto de legado*

×~×~

Corazón del Dios Antiguo de los Kat'o.

  -Objeto de solo un uso: Podrás abrir las puertas del conocimiento del Antiguo por solo un día.

'Has sido elegido como voluntario para heredar la última voluntad, el fuego de la siguiente generación y, la esperanza de todos los Kat'o. En tus manos estará el futuro de la que alguna vez fue llamada: "la primera civilización", tú decidirás si los harás resurgir de las cenizas, o dejarlos continuar con su sufrimiento.'

×~×~

  --Parece que mi viaje se pospondrá. --Sonrió, sosteniendo el extraño artefacto en forma de piedra amorfa.

Capítulo dedicado al amigo Gonzalo M. Un abrazo hasta Bogota.


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