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—Estoy orgulloso de ti desde la primera vez que te vi y aún lo estoy ahora —Caña revolvió el cabello de Zander—. Observó cómo su hijo luchaba con la idea de esa enorme responsabilidad.
—No sé cómo ser un rey.
—Yo tampoco lo sé —respondió Caña.
—Padre, tú hiciste historia. Tú y madre salvaron este reino de la calamidad y la gente los adoraba —Zander estaba desesperado—. De sur a norte, la gente solo hablará cosas buenas de ti.
Zander temía la idea de que la gente lo comparara con su padre, pero, más importante aún, no sabía qué estaba haciendo si su padre no le decía qué hacer. Estaba perdido.
—Mira —Zander movió su mano en torno a su entorno—. Tú construiste todo desde cero. Sabes qué hacer, pero yo ni siquiera sé por qué estoy aquí.
—Hijo —Caña puso su mano en su hombro para evitar que se derrumbara aún más—. Yo no hice nada de esto por obligación. Quise ser rey porque me di cuenta de que solo con poder puedo proteger a las personas que son importantes para mí.