Mirando la puerta del cuarto de invitados cerrada herméticamente, Ruth Amanecer sintió un vacío en su corazón.
En el pasado, Ruth disfrutaba de los halagos de Guillermo Cole.
Le gustaba su obvia deferencia.
Se complacía en cómo él soportaba sus caprichos.
Ahora, la actitud de Guillermo había dado un giro completo de 180 grados, algo que Ruth encontró difícil de aceptar de golpe.
Pensando en cómo había tratado a Guillermo antes, sintió un atisbo de arrepentimiento en su corazón: "¿Debería disculparme con él?"
A las seis de la tarde, Guillermo recibió una llamada de Ruth.
—Te estoy esperando en el restaurante Love Sea —dijo ella.
—¿Para qué? —Guillermo frunció el ceño.
—¡Para comer! —respondió Ruth fríamente.
Tras hablar, Ruth colgó de inmediato el teléfono.
Guillermo pensó un momento, se duchó y condujo su Ferrari al restaurante Love Sea.
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