—Deberías tomarte tu medicina.
Su voz estaba seca y ronca y sus ojos estaban cargados de sueño.
Él había levantado la cabeza para mirarla varias veces justo ahora. Cada vez, pensaba que ella estaba a punto de quedarse dormida. Sin embargo, minutos después, ella se obligaba a abrir los ojos de nuevo. Sus ojos entonces barrían somnolientos el reloj al lado de su cama antes de mirarlo a él de nuevo.
Al principio, él no entendía por qué insistía en mantenerse despierta, pero ahora, parecía entenderlo.
Esta mujer…
Dejó el documento y tomó la medicina mientras ella lo observaba.
—¿Estás seguro de que no quieres descansar un rato? En vez de obligarte a trabajar, ¿por qué no tomas tiempo para recuperarte completamente primero? Puedes obtener mejores resultados con menos esfuerzo —preguntó Shen Fanxing.
Las palabras de Shen Fanxing tenían sentido, pero en realidad, ella no tenía derecho a decirlo.