Debido a que Aaron aún estaba trabajando cuando Keeley salió de clases a las 2 PM, su chofer la recogía y llevaba a casa todos los días. Casi había olvidado que él tenía uno, pues rara vez utilizaba sus servicios.
Un día, aproximadamente una semana antes de su boda, ella estaba esperando al borde del estacionamiento cuando alguien la agarró del brazo por detrás.
—¿Qué— las palabras salieron volando de su boca cuando vio quién era.
Ryan. ¿Qué hacía aquí? ¿No debería estar trabajando?
—Renunciaste a tu trabajo —dijo él secamente—. ¿Ese hombre está pagando tus cuentas? ¿No eres más que una mantenida?
Sus ojos se endurecieron. No había hablado con él en más de un mes. Su vida ya no era asunto de él.
—No veo cómo eso te concierne.