Sin embargo, un aura enigmática se mantenía en el aire, otorgando al entorno una sensación de secreto. Se sentía como si los mismos árboles ocultaran verdades escondidas, mientras ojos invisibles observaban cada uno de sus movimientos.
La presencia de las bestias, aunque invisibles, era inconfundible. Rain podía sentir su mirada atenta sobre ellos, una curiosidad siempre presente sobre los intrusos en su dominio. A pesar de esta aguda conciencia de su presencia, las criaturas mismas se mantenían elusivas, dejando atrás solo el sutil sentido de escrutinio para confirmar su existencia.
—Parece que llamamos su atención —dijo Reca—. Aun así, ¿nos seguirán?
—A menos que tengan algún tipo de comunicación a larga distancia, lo harán —dijo Rain.