Cuando el veneno letal se filtró en su torrente sanguíneo, Lu Chong se encontró alcanzando los límites de su cordura. El intenso dolor que asaltó su mente era demasiado difícil para él.
—Padre, madre, hermana, hermano...
Muchas figuras cruzaban su cabeza, como si intentaran convocarlo al otro lado. Una fuerza poderosa amenazaba con llevar su alma a la oscuridad eterna, un lugar donde nunca podría regresar.
—No, no puedo desmayarme ahora. En el momento en que ceda, el trabajo duro del maestro sería en vano...¿cómo puedo enfrentar al padre, a la madre y a los demás así? —gritó tenazmente dentro, apretando los puños con fuerza.
Durante dos años, había desempeñado el papel de mudo. No era porque no quisiera hablar del asunto, pero...¡su enemigo era simplemente demasiado fuerte e influyente! No quería que lo mataran antes de que se volviera lo suficientemente fuerte como para vengarse.