Parker cargaba a Bai Qingqing mientras se abría paso a través de la multitud. Ella vio un séquito de alrededor de cien bestias avanzando con vigor. Entre ellos, había águilas, leopardos, tigres y lobos. También, había cinco hembras montadas en bestias. Se notaba una mirada de terror en sus ojos, mezclada con anticipación.
El que lideraba la manada era un tigre blanco con una marca de garra atravesando su rostro izquierdo, lo que le hacía parecer feroz y salvaje. Tan solo mirarlo hacía que uno sintiera una sensación de intimidación.
De repente, ese tigre giró su cabeza y su mirada se encontró con la de Bai Qingqing.
Por un instante, Bai Qingqing olvidó todo eso de hombres bestia y tribus y solo sabía que era observada por un animal salvaje feroz, lo que causó que se le erizaran los pelos de la espalda y se le helara el sudor.