Vivian no tenía nada que empacar, sin importar lo que hiciera, dudaba de que pudiera llevárselo con ella si lo que Everest estaba tratando de hacer funcionaba. Había una alta posibilidad de que lo que el demonio había pensado y planeado durante años no funcionara, pero a veces se confiaba en la esperanza.
El demonio había indicado que llegaría mañana a buscarlos, para ver si podían cruzar, lo que les daba a ella y a Leonard sólo unas horas antes de que tuvieran que despedirse de todos los que pertenecían a ese mundo.
—¿Crees que funcionará? —le preguntó a Leonard por la mañana mientras se sentaba con él en el mismo sofá y sus familiares se sentaban a pasar un buen rato en familia. No podría ver esos rostros si no fuera por los retratos que colgaban en la mansión Carmichael.