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100% RENCARNE COMO UNA KUNOICHI CON SORPRESA / Chapter 4: la princesa de hierro y el girasol cálido

Chapitre 4: la princesa de hierro y el girasol cálido

Con una sonrisa en el rostro, observé a Aqua mientras se acomodaba en el sofá, su expresión relajada y feliz. Sin pensarlo dos veces, me incliné hacia ella y le di un suave beso en sus jugosos labios. En ese momento, su rostro se iluminó con una sonrisa tranquila, y pronto se quedó dormida, disfrutando de un sueño reparador antes de la resaca que venia después de su borrachera.

Suspiré al ver su felicidad. Entendía lo que frustraba a Kazuma ante el comportamiento algo infantil y su disposición holgazana; pero tener a alguien tan especial como Aqua a tu lado era un regalo que no quería perder. Ella era mía, y no tenía intención de soltarla por nada del mundo.

Con curiosidad, decidí activar el sistema otome que Aqua había creado para mí. Una pantalla de información apareció frente a mis ojos, brillando con datos sobre mi interés amoroso.

Interés amoroso: Aqua de Axis

Edad: ????

Trabajo: Administradora del sistema Chatarra

Vitalidad: ????/????

Lv de amor: 80% (está atraída a ti y quiere ver a dónde llega su relación)

Lv: ?????

Lv Mundial: Diosa del agua

Gustos: Alcohol, divertirse en juegos y que la mimen.

Disgusto: Trabajar en trabajos aburridos y ser tratada como una inútil.

Sonreí al ver que Aqua realmente estaba interesada en mí. Un 80% era un buen comienzo; sabía que había potencial para algo más profundo entre nosotros..

Acaricié suavemente el rostro de Aqua mientras contemplaba la pantalla. Era reconfortante saber que ella también quería ver hasta dónde podía llegar nuestra relación. Me sentía afortunada de tenerla a mi lado.

Después de unos momentos disfrutando de su presencia, decidí que era hora de despertar y prepararme para desayunar.

Me levanté del sofá y me volte para ver a Aqua dormida en el sofá, su cabello suelto y su hermoso rostro junto a su figura y.....su coño rosa con una mata azul de pelo, si ella nunca usa bragas.

Con un suspiro regrese al mundo real para ver mi bóxer extendido por una erección matutina, la cual tuve que bajar pensando en el coño de aqua Para salir y sentarme en la mesa de la cocina, observando a mi madre y hermana mientras activaba mi sistema otome para revisar la información sobre ellas.

Interés amoroso: Sakura Haruno

Edad: 4

Vitalidad: 20/20

Lv de amor: 80% (está secretamente enamorada de su oneesan en un enamoramiento infantil)

Lv: 2

Lv Mundial: Civil

Gustos: su oneesan, su mamá, dango, jugar, estudiar y pasar el tiempo con su amiga Ino.

Disgusto: el picante y que su oneesan pase tiempo con otras niñas.

Interés amoroso: Mebuki Haruno

Edad: 38 años

Trabajo: Administradora de locales del centro de Konoha, presidenta del consejo civil.

Vitalidad: 1000/1000

Lv de amor: 100% (el amor maternal es intenso)

Lv: 20

Lv Mundial: genin retirado.

Gustos: té, pasar tiempo con sus hijas, relajarse en las aguas termales.

Disgusto: resolver problemas inútiles, la corrupción, Kyubi y deber dinero.

Mientras observaba a mi familia disfrutar del desayuno, mis pensamientos divagaban en cómo podría incluir a mi madre en mi harem. Sin embargo, decidí dejar esos planes de lado por ahora. Había un mundo más allá de mis fantasías y hoy tenía una misión clara: comprar un juego de pesas para entrenar. Después de terminar mi desayuno, me despedí de Mebuki y Sakura y salí de casa con determinación.

La brisa fresca acarició mi rostro mientras caminaba hacia la tienda de la familia Fūma, un lugar conocido en Konoha por sus herramientas y equipo de entrenamiento. Al llegar, el sonido del martillo golpeando el metal me recibió. Ken Fūma, el jefe de la familia y herrero local, estaba trabajando en una espada cuando levantó la vista y sonrió al reconocerme.

"¡Ah! La hija de la presidenta Haruno," dijo Ken con una voz amigable. "¿Qué te trae por aquí, pequeña?"

Sentí un ligero nerviosismo, pero mantuve la compostura. "Hola, señor Fūma. Vine a comprar un juego de pesas de entrenamiento para principiantes."

Ken arqueó una ceja, sorprendido. "¿Te estás preparando para ser una kunoichi?" preguntó con una amplia sonrisa.

Asentí con entusiasmo. "Sí, quiero entrenar duro."

El herrero rió suavemente. "No hay muchas kunoichis de tu generación que se tomen esto en serio, además de mi hija." Luego llamó a alguien familiar que estaba organizando algunos artículos en la parte trasera de la tienda. "¡Tenten! Ven aquí un momento."

Mi corazón latió más rápido al escuchar su nombre. Cuando Tenten apareció, no pude evitar admirar su confianza y habilidad natural. Siempre había sido alguien fuerte y decidida en el canon.

"Tenten," continuó Ken, "trae un conjunto de pesas para principiantes para nuestra joven amiga aquí."

Tenten sonrió al verme. "¡Hola! ¿Estás empezando a entrenar? Eso es genial." Su entusiasmo era contagioso.

"Sí," respondí tímidamente. "Quiero ser fuerte como lady Tsunade."

Mientras Tenten buscaba las pesas adecuadas, no podía evitar pensar en lo emocionante que sería entrenar juntas algún día. Quizás eso podría acercarme a integrar a Tenten en mi harem.

Cuando Tenten se acercó con un conjunto de pesas, activé mi sistema otome para obtener más información sobre ella. La pantalla se iluminó en mi mente y comenzó a mostrar los datos:

Interés amoroso: Tenten Fūma

Edad: 5 años

Trabajo: Ayudante de forja

Vitalidad: 288/288

Lv de amor: 10% (interesada en tu dedicación; algo confundida al creer que eras un niño)

Lv: 9

Lv Mundial: Prospecto a genin

Gustos: herrería, armas ninja, comida asiática del estilo chino, Tsunade Senju.

Disgustos: ciruelas encurtidas, kunoichis inútiles, que la menosprecien por ser mujer, que se astillen las armas.

Sonreí mentalmente al ver que Tenten no había cambiado mucho respecto a su versión del canon; su dedicación y pasión por las armas eran evidentes incluso a tan corta edad.

Cuando Tenten llegó con las pesas de 5 kilos, me las probé en brazos y piernas. Se sentían bien; me quedaban perfectas y me daban una sensación de fortaleza. Con una sonrisa casual miré a Tenten. "¡Mira! Me quedan genial," dije mientras movía los brazos para probar el peso.

Tenten sonrió, claramente impresionada. "¡Eso es genial! Te verás fuerte entrenando con ellas."

Sentí una chispa de emoción al pensar en la posibilidad de entrenar juntas algún día. "Definitivamente deberíamos hacerlo," aseguré entusiasmada. "Cuando estés desocupada, ¡entrenaremos juntas!"

Tenten asintió con una brillante sonrisa. "Me encantaría eso. Siempre es mejor entrenar con alguien."

Con esa promesa flotando en el aire, me despedí de Tenten y su padre Ken. Mientras salía de la tienda, no pude evitar sentir que había dado un paso más hacia mi objetivo de convertirme en una kunoichi fuerte y capaz. El día estaba lleno de posibilidades y nuevas amistades, y estaba lista para enfrentarlo todo con determinación y alegría. Continué con mi rutina de entrenamiento, disfrutando del ejercicio y la sensación de fortalecerme cada día. Sin embargo, mientras corría por las calles de Konoha, algo llamó mi atención. Un niño estaba buscando entre los desperdicios en un callejón cercano. Intrigada, me acerqué para ver qué estaba haciendo.

"¿Qué haces ahí?" pregunté con curiosidad.

El niño se dio la vuelta de repente, gritando: "¡No me pegues!" Su voz era aguda y femenina, lo que me sorprendió. Al observar más de cerca, me di cuenta de que no era un niño en absoluto; era una niña con facciones que recordaban a Naruto.

"Espera un momento," dije tratando de calmarla. "¿Quién eres?"

La niña respiró hondo y se presentó con orgullo: "Soy Naruko Uzumaki, ¡y algún día seré la mejor Hokage del mundo dattebayo!" No pude evitar reírme ante la versión femenina de Naruto. La determinación en sus ojos era inconfundible y me resultaba entrañable.

"Eso es genial, Naruko. ¿Te gustaría venir conmigo?, Te puedo dar algo de comer." Naruko me miró con sorpresa pero también con interés. "¿De verdad? ¿Tienes comida?"

"Sí," respondí con una sonrisa. "Vamos a Ichiraku Ramen." Sin dudarlo, Naruko asintió y me siguió mientras caminábamos hacia el famoso local de ramen. A medida que nos acercábamos, el aroma delicioso del caldo hirviendo llenaba el aire, haciendo que su estómago rugiera.

"¡Ichiraku Ramen! Es el mejor lugar del mundo," exclamó Naruko emocionada. Sonreí al ver la alegría en su rostro. Una vez dentro, pedimos nuestros platos y nos sentamos juntas en la barra. Mientras esperábamos nuestra comida, comenzamos a charlar sobre nuestros sueños y aspiraciones.

"Así que quieres ser Hokage," le dije mientras jugueteaba con mis palillos. "Eso es increíble. ¿Qué harías primero si fueras Hokage?"

Naruko pensó por un momento antes de responder: "Quiero asegurarme de que nadie más tenga que pasar hambre como yo." Su expresión se tornó seria por un instante antes de iluminarse nuevamente. "Y quiero hacer amigos fuertes para proteger a todos."

Sentí una conexión instantánea con Naruko; ambas compartíamos sueños grandes y ambiciones por mejorar. Cuando finalmente llegó nuestro ramen, comenzamos a comer con entusiasmo, riendo y compartiendo historias sobre nuestras vidas. Ese día no solo había sido una oportunidad para entrenar; había encontrado una nueva amiga en Naruko Uzumaki, quien sin duda tenía un futuro brillante por delante y tener de esposa a una hokage sera interesante al futuro.

Mientras me sentaba en Ichiraku Ramen, disfrutando de un tazón humeante de mis fideos favoritos, no pude evitar notar a Naruko, que estaba sentada a mi lado. La pequeña Ayame nos atendía con una sonrisa radiante, mientras su padre, Teuchi, preparaba más ramen en la cocina. El ambiente era cálido y acogedor, pero algo en la expresión de Naruko me hizo sentir inquieta.

"¿Por qué estabas buscando comida en la basura, Naruko?" le pregunté con curiosidad y preocupación. La niña bajó la mirada, jugando nerviosamente con sus manos antes de responder.

"Me echaron del orfanato," dijo con voz temblorosa. Aunque savia esto, sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podían hacerle eso a una niña tan pequeña?

Una mezcla de enojo y tristeza se apoderó de mí. Pensé en esos desgraciados que habían tratado a Naruko de esa manera y cómo merecían enfrentar las consecuencias de sus acciones. Con un suspiro profundo, traté de calmarme antes de hablar nuevamente.

"Escucha, Naruko," le dije suavemente pero con firmeza. "A partir de ahora, cualquiera que te haga daño se las tendrá que ver con tu gran oneesama." La miré a los ojos y vi cómo su expresión cambiaba lentamente; la tristeza comenzaba a desvanecerse y una chispa de esperanza brillaba en su rostro.

"¿De verdad?" preguntó ella, sorprendida.

"Sí," afirmé con determinación. "No estás sola. Siempre estaré aquí para protegerte." En ese momento, supe que había tomado una decisión: haría todo lo posible para asegurarme de que Naruko nunca volviera a sentirse así.

Ayame nos observaba desde la barra, y aunque no sabía exactamente lo que estaba pasando entre nosotras, mientras yo seguía comiendo mi ramen, no podía evitar que mis pensamientos divagaran hacia la situación de Naruko. En mi interior, buscaba una posibilidad de que mi madre aceptara que Naruko viviera con nosotras. Sin embargo, sabía bien que el odio de mi madre hacia el Kyubi era profundo, especialmente tras la muerte de mi padre. La idea de traer a Naruko a casa me llenaba de esperanza, pero también de incertidumbre.

"¿Estás bien, Oneesan?" me preguntó Naruko, sacándome de mis pensamientos. Sonreí y asentí, tratando de ocultar la preocupación en mi corazón. "Sí, solo estaba pensando en cómo hacer que todo sea mejor para ti," le respondí con sinceridad.

Decidí dejar esas preocupaciones a un lado por ahora y disfrutar del momento. Continué comiendo junto a ella, disfrutando del delicioso ramen y riendo con sus ocurrencias. De vez en cuando, no podía evitar coquetear un poco con Ayame, quien siempre me sonreía con esa dulzura que me hacía sentir un cosquilleo en el estómago.

Mientras bromeaba con el viejo y sobretodo con Ayame sobre lo increíble que era su ramen y cómo debería abrir un restaurante en cada esquina de Konoha, no pude evitar pensar en ella como una de mis waifus a conquistar en mi pequeño plan de crear un harem. Era divertida, amable y tenía una sonrisa que iluminaba cualquier lugar.

Al salir del local tras pagar y coquetear con la dulce Ayame, me sorprendí al ver al Tercer Hokage frente a mí. Con un gesto de respeto, me incliné ligeramente. "Señor Hokage," dije, sintiendo una mezcla de sorpresa y admiración.

Hiruzen sonrió, recordando quién era yo. "Ah, Makoto. He oído mucho sobre ti, pequeña," comentó con una risa suave que ayudó a calmar la tensión en el aire. "Es un placer conocerte."

Luego, el Hokage se agachó para estar a la altura de Naruko, quien lo miraba con curiosidad y un poco de desconfianza. "Naruko," dijo Hiruzen con voz amable, "siento mucho no haber estado allí para ayudarte. Prometo que haré todo lo posible para asegurarte un lugar mejor donde vivir." Los ojos de Naruko se iluminaron ante sus palabras; aunque aún había una sombra de tristeza en su rostro, parecía más esperanzada.

"Gracias, abuelo," respondió ella con sinceridad. Hiruzen volvió su atención hacia mí. "Y gracias a ti por cuidar de ella mientras estaba sola. Tu bondad no pasa desapercibida." Sonreí tímidamente, sintiendo una mezcla de orgullo y alivio al saber que Naruko tendría apoyo.

La pequeña Uzumaki se despidió con entusiasmo: "¡Nos vemos más tarde, Oneesan! ¡Prometo que seré fuerte!" "¡Sí! Nos veremos pronto girasol!" respondí, sintiendo una conexión especial con la niña.

Una vez que el Hokage y Naruko se alejaron, suspiré mentalmente al darme cuenta de que el dilema de Naruko había encontrado una solución. Me sentía satisfecha al saber que había hecho algo bueno por alguien que realmente lo necesitaba. Con el corazón ligero y una sonrisa en el rostro, continué mi camino hacia mi rutina diaria de entrenamiento y aprendizaje.

Sabía que había más desafíos por delante, pero también sentía que había dado un paso importante hacia la construcción de amistades significativas en mi vida ninja. Con el paso de los años, mi vida se había llenado de momentos significativos y amistades valiosas. Durante esos cinco años, mi rutina diaria se convirtió en un equilibrio entre entrenamiento, estudio y tiempo con mis amigas.


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