Los vitoreos se detuvieron de golpe, una sensación de que algo malo estaba ocurriendo los embargó a ambos, bajaron los últimos peldaños de la Torre y vieron lo que la gente temía.
12 sujetos, en apariencia 2 bestias antropomorfas, 5 hombres y 5 mujeres se pararon al medio de la plaza del palacio.
La gente se llevó las manos a la boca, temerosos bajaron las banderas que habían ondeado por horas desde que Red había subido a la Torre del Palacio.
Redhand miró a los sujetos, vestían completamente de negro, de saco, camisa y corbata, no parecía ser como lo que vestían las personas comunes en Xera, más bien como sus antiguos colegas de gremio de asesinos en la Tierra.
Seradriel tomó el hacha que con tanto cuidado Red le había guardado.
-No son personas normales, Redhand-.
-No lo son, tengo un mal presentimiento, mantente al margen Seras, si te necesito no dudes que te lo pediré, ahora, quiero ver que tan peligrosos son-.
Seradriel asintió con la cabeza, pero no guardo su arma, la aferró con más fuerza, en el Velo se volvió una Forestal más fuerte de lo que fue en Zorath y en Zurvarat.
-Redhand Dark Dreams- dijo al fin uno de los hombres, alto, tanto como Red, de piel oscura y cabello crespo, estilo afro, tenía unas gafas de cristal negro en los ojos, y para curiosidad del Aparecido, tenía un par de auriculares en las orejas que llegaban a lo que parecía ser un personal estéreo de los 90.
-Ese soy yo- Redhand asumió una postura relajada, en apariencia, pues en realidad tenía el cuerpo tenso, como la cuerda de una ballesta lista para disparar; - de qué me buscan-.
-Somos los 12, como puedes ver, y somos el brazo de Zul'Naxez-.
- ¿Se supone que debo saber quién es? -.
-Como si tu vida dependiera de ello, por su puesto, Lady Naxez es la Princesa de los Dragones Negros, hija de ¡Zul'Nefar! - terminó exclamando a lo que la gente se encogió de terror; - pero tú eres un ignorante, y te perdono por ello, ven con nosotros y tu destino será revelado-.
- ¿Destino?, con el culto del Dragón Negro, Zarat ya me dijo algo de ello-.
- ¿Zarat? - preguntó Seras, quien no había visto en que terminó Mork ni el anciano; - Red…-.
Redhand la miró un instante, como si tan solo con los ojos pudiera decirle lo que había ocurrido.
-El viejo, claro- asintió el hombre de negro; - un peón útil, pero un peón al fin-.
-Si lo que quieren es que luche en su causa, no lo haré- Red les sonrió altivamente; - acabo de derrocar un Rey, tengo la intención de derrocar al vuestro también-.
Redhand saltó hacia el hombre con velocidad, se sentía fresco y confiado luego de vencer a Kay, no pensó ni por un momento, que su "Taladro" rechinaría contra el torso de aquel tipo como si de una barrera de diamante fuera.
Nada, no le causo ni el menor daño.
-Mi nombre es Nugg, por cierto- le dijo el hombre, propinándole un puñetazo recto, como un golpe de karate, que al chocar contra Red lo lanzó como una bala de cañón contra el muro del palacio.
Todos miraron incrédulos, especialmente Seras, ¡Redhand era invencible!, no podía ser cierto, ¿así?, de tan solo un golpe, el Dios de la Muerte había sido derrotado.