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16.66% Steve en la Fundación SCP / Chapter 1: capitulo 1: La llegada a la fundacion.
Steve en la Fundación SCP Steve en la Fundación SCP original

Steve en la Fundación SCP

Auteur: Nimsi_Sapato

© WebNovel

Chapitre 1: capitulo 1: La llegada a la fundacion.

Era un día soleado de verano en el mundo del Nether, el calor y el brillo de la lava envolvían el ambiente. Steve, con su torso al descubierto debido al sudor que le recorría, estaba concentrado en minar las últimas piezas de netherita necesarias para completar su segundo stack. Su cuerpo tonificado brillaba bajo la luz anaranjada del inframundo mientras utilizaba su fiel pico de diamante encantado con eficiencia, fortuna y durabilidad.

—¡Por fin! —exclamó al recoger la última pieza de netherita flotante con una sonrisa triunfal en el rostro—. Ahora sí, puedo mejorar todas mis herramientas y armaduras.

Se levantó, estirándose mientras admiraba su trabajo, cuando algo extraño captó su atención. A pocos metros de distancia, una anomalía brillaba intensamente, emitiendo partículas que parecían chocar entre sí. Steve, curioso por naturaleza, se acercó al extraño portal con cautela, pero con la emoción de descubrir algo nuevo.

—¿Qué es esta cosa? —murmuró, observando la estructura de geometría irregular—. ¿De dónde salió y a dónde conducirá?

Mientras estaba absorto en sus pensamientos, el portal comenzó a expandirse lentamente, triplicando su tamaño. Antes de que pudiera reaccionar, dos figuras femeninas emergieron de la luz con un salto, derribándolo al suelo con fuerza.

Las dos chicas, ambas hermosas y con figuras curvilíneas, comenzaron a discutir acaloradamente sobre Steve. La primera, más alta que él, tenía cabello negro con tonos púrpura y ojos de un vibrante rosa violáceo. Llevaba un vestido lila oscuro que acentuaba su elegancia. La segunda, un poco más baja, tenía cabello verde lima y ojos color rosa salmón, vistiendo un vestido verde crema que resaltaba su vivacidad.

—¡Ni lo pienses, Iris! —dijo la chica de cabello verde, señalando con dramatismo a la otra mientras sus ojos chispeaban con determinación—. ¡No te dejaré aprovecharte para quedarte con Steve antes que yo!

Iris, la chica más alta, se cruzó de brazos con una sonrisa provocativa.

—¿Tu Steve? Por favor. Él ya me pertenece. Mira quién tiene más para ofrecer —respondió, realzando su figura con descaro.

Aura, al escuchar esto, sintió como si una flecha imaginaria la atravesara. Murmuró un frustrado *"plana"* antes de ponerse de pie con renovada energía y fuego competitivo en los ojos.

—¡No subestimes mi conexión con Steve! Cuando estoy con él, siempre me acaricia la cabeza mientras me siento en sus piernas. ¡Él me trata como a una princesa! —exclamó, con una sonrisa de triunfo.

La declaración dejó a Iris momentáneamente afectada. Por su altura, nunca había experimentado algo similar, y no podía evitar sentirse un poco celosa. Sin embargo, no iba a rendirse tan fácilmente.

Ambas chicas continuaron discutiendo por quién era más consentida por Steve, mientras este, todavía en estado de shock, atravesaba el portal sin darse cuenta. Cuando se dieron cuenta de que el portal comenzaba a cerrarse, ya era demasiado tarde para seguirlo. La expresión de pánico mezclada con frustración era evidente en sus rostros mientras el extraño portal desaparecía.

---

Al otro lado, Steve se encontró en un lugar completamente diferente. Las paredes eran de metal, y el ambiente era tenso y estéril. Frente a él, tres aldeanos humanos (Clase-D) observaban una figura aterradora: una estatua que parecía un golem grotesco, con manchas de una sustancia oscura en su superficie.

—¿Dónde estoy? —preguntó, confundido pero sin perder la compostura.

Uno de los Clase-D, que estaba limpiando la sustancia, lo miró sorprendido.

—¿Cómo demonios entraste aquí? ¿Eres nuevo? —preguntó nervioso.

Steve explicó lo que había sucedido con el portal mientras los otros dos Clase-D lo miraban con compasión.

—Bueno, chico, bienvenido al peor lugar posible. Esto es una instalación de contención de anomalías. Esa cosa frente a ti es el SCP-173. No dejes de mirarlo, o podrías terminar muerto —le explicó uno de ellos, conocido como Clase-D 582.

Steve, aunque alarmado, sonrió con confianza.

—No se preocupen. Puedo mantener los ojos abiertos por mucho tiempo. Además, estoy acostumbrado a lidiar con cosas raras —respondió, ganándose la confianza de los demás.

Cuando hubo un corte de energía, el pánico llenó la sala. Sin embargo, para sorpresa de todos, Steve mantuvo su mirada fija en el SCP-173 incluso en la oscuridad, utilizando su habilidad natural para ver en penumbra. Los Clase-D se sintieron aliviados de tenerlo como aliado.

Tras una hora de tensión, las luces regresaron, y los científicos detrás de las cámaras observaron fascinados al intrépido recién llegado.

—Este tipo... es diferente —murmuró el Dr. Andrew mientras daba órdenes para que sacaran a los Clase-D y al nuevo "recluta".

Steve, ajeno a la fascinación que había causado, se preparaba para la siguiente aventura, preguntándose qué otras sorpresas le esperaban en este extraño lugar.

Los agentes llegaron rápidamente a la sala de contención, vestidos con uniformes negros tácticos y equipados con armas de fuego diseñadas específicamente para enfrentarse a las anomalías. Dos de ellos se posicionaron a los lados de la puerta, mientras un tercero ingresaba con una tablet que proyectaba las órdenes directas del Dr. Andrew. Steve, aún junto a los Clase-D, los observó con curiosidad, su pico de diamante descansando sobre su hombro.

—Muy bien, "Clase-D" y... ¿este tipo quién es? —preguntó el agente líder, un hombre fornido con el rostro parcialmente cubierto por un visor táctico.

—¡Eh, eh! —exclamó Steve con una sonrisa casual, levantando una mano en señal de saludo—. Me llamo Steve. Digamos que "aparecí" aquí por un portal mágico, y ahora estoy tratando de entender qué demonios está pasando.

El agente frunció el ceño, visiblemente confundido. Revisó rápidamente la información en su tablet y se giró hacia sus compañeros.

—¿Portal mágico? Esto no está en el informe. ¿Es este sujeto una anomalía o solo un accidente? —preguntó, dirigiéndose al científico que monitoreaba la situación desde la sala de control.

El intercomunicador emitió un leve zumbido antes de que la voz del Dr. Andrew respondiera.

—Por el momento, considérenlo una anomalía en observación. Llévenlo a evaluación. No queremos correr riesgos.

—Entendido —respondió el agente líder, antes de dirigirse nuevamente a Steve—. Bien, Steve. Vas a acompañarnos. Nada de movimientos sospechosos, ¿entendido?

Steve levantó las manos en un gesto pacífico, con una sonrisa burlona.

—¿Movimientos sospechosos? Vamos, amigo. Lo único que quiero es entender qué es todo esto. Aunque, si lo piensas, *esto* —dijo, señalando al SCP-173 con un dedo— definitivamente califica como "sospechoso".

Los Clase-D miraron a Steve como si estuviera loco por bromear en una situación así, pero los agentes no mostraron reacción. Dos de ellos avanzaron y tomaron posiciones detrás de Steve, mientras el líder lo escoltaba hacia la salida. Steve no pudo evitar lanzar un último vistazo al SCP-173, ahora quieto y vigilado nuevamente por los Clase-D.

Mientras caminaban por los fríos pasillos de metal, Steve intentó aliviar la tensión.

—Entonces, ¿este lugar siempre es tan acogedor? —preguntó con un tono sarcástico—. Porque hasta ahora, no he visto nada que me haga sentir bienvenido.

Uno de los agentes dejó escapar una leve risa, aunque rápidamente se recompuso. El líder lo ignoró, manteniendo un paso firme mientras respondía.

—No estamos aquí para hacerte sentir cómodo. Este es un sitio de contención. Lo que viste ahí atrás es solo la punta del iceberg. Así que, por tu bien, coopera y sigue las reglas.

—Entendido, jefe —respondió Steve, aunque sus ojos seguían vagando por los pasillos, curiosos ante cada detalle.

Al llegar a una sala de contención secundaria, Steve fue escoltado a una silla metálica frente a un escritorio. Una mujer con bata blanca, cabello castaño recogido y lentes delgados entró con un portapapeles. Su rostro transmitía profesionalismo, pero sus ojos parecían estudiar a Steve con interés.

—Bienvenido a la Fundación SCP. Soy la Dra. Emilia Carter. Tú... no estás en los registros, lo cual es interesante. ¿Puedes explicar nuevamente cómo llegaste aquí? —preguntó, sentándose frente a él.

Steve se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio.

—Claro, doctora. Estaba tranquilamente en el Nether —ya sabes, un lugar lleno de lava y monstruos—, recolectando netherita cuando este extraño portal apareció. Antes de darme cuenta, me empujaron, y, ¡puf!, aquí estoy. Nada más extraño que eso.

La doctora lo miró con incredulidad.

—¿Nether? ¿Portal mágico? Esto no tiene sentido. ¿Tienes pruebas de lo que dices?

Steve sonrió con suficiencia, levantando su pico de diamante y dejando que brillara bajo la luz de la sala.

—¿Pruebas? ¿Esto cuenta? —bromeó—. Es un pico encantado, por si te lo preguntas. También tengo un inventario lleno de bloques de netherita, lingotes y un par de pociones. ¿Eso prueba algo?

La Dra. Carter frunció el ceño, claramente tratando de procesar la información. Steve, acostumbrado a las miradas escépticas, añadió con un tono casual:

—Mira, entiendo que esto sea raro, pero créeme, yo tampoco pedí esto. Sólo soy un tipo normal en un mundo loco. Bueno... tal vez un poco más guapo de lo normal, pero ya sabes, cosas que pasan.

La Dra. Carter suspiró y asintió.

—De acuerdo. Te someteremos a algunas pruebas para determinar si representas una amenaza. Hasta entonces, permanecerás bajo supervisión.

Steve se recostó en la silla, con una expresión tranquila.

—¡Genial! Mientras no haya otra estatua asesina, estoy dispuesto a cooperar. Pero, doctora... ¿tienen café aquí? Porque después de todo esto, me vendría bien uno.

La Dra. Carter no pudo evitar sonreír levemente ante la actitud despreocupada de Steve, aunque rápidamente retomó su profesionalismo.

—Ya veremos, señor "aventurero". Por ahora, siéntete afortunado de seguir vivo.

Steve asintió, su mente ya maquinando cómo sacar provecho de esta nueva situación. **Después de todo, sobrevivir en un mundo de monstruos y lava lo había preparado para cualquier cosa... incluso para una Fundación que coleccionaba horrores.**

La sala de pruebas estaba iluminada con luces blancas frías que resaltaban el ambiente estéril. Steve, sentado en una silla metálica en el centro de la sala, observaba con curiosidad los instrumentos que los científicos habían dispuesto a su alrededor. Monitores parpadeaban con datos, y una serie de agujas, escáneres y herramientas extrañas descansaban en una mesa cercana.

La Dra. Carter, con una bata perfectamente planchada, revisaba una tablet mientras intercambiaba palabras en voz baja con otros científicos. Finalmente, se acercó a Steve con una mezcla de curiosidad y profesionalismo.

—Muy bien, Steve. Vamos a realizar un examen físico completo. Dado que afirmas venir de un... ¿cómo lo llamaste? ¿"Nether"? —dijo con cierto escepticismo—, necesitamos entender cómo funciona tu biología.

Steve levantó las manos, mostrándose cooperativo.

—Sin problema, doctora. Pero si encuentran algún "error 404" en mi sistema, me avisan, ¿vale? —bromeó, ganándose una mirada de leve exasperación de Carter.

### Inicio del examen

Uno de los científicos, un hombre joven con gafas gruesas, se acercó con un escáner de mano que emitía un zumbido suave al activarse. Lo pasó lentamente sobre el cuerpo de Steve, mientras los monitores mostraban resultados en tiempo real.

—Esto es interesante —comentó el científico—. Sus tejidos parecen más densos que los humanos normales, pero su estructura ósea es... simplificada. Como si estuviera optimizada para resistir grandes impactos sin romperse.

Steve se encogió de hombros.

—Bueno, en mi mundo uno no puede quejarse de un buen diseño. ¿Sabes cuántas veces he caído de alturas ridículas sin romperme nada?

La Dra. Carter arqueó una ceja.

—¿Caídas? ¿De qué tipo de alturas estamos hablando?

Steve hizo una pausa, pensando.

—Eh, no sé... unos 20 bloques de altura, más o menos. Aunque si tengo botas encantadas, puedo saltar de cualquier cosa y salir como si nada.

Los científicos intercambiaron miradas de desconcierto. Carter continuó con las preguntas mientras anotaba en su tablet.

—Mencionaste "bloques". ¿Es así como mides la distancia en tu mundo?

Steve asintió.

—Exacto. Todo en mi mundo está compuesto de bloques. El suelo, los árboles, las montañas... incluso los cuerpos de agua tienen una especie de geometría cúbica. Es normal para mí.

Carter anotó algo más, luego miró a Steve con una expresión de escepticismo y curiosidad.

—Dices que todo en tu mundo está compuesto de bloques. Pero tu cuerpo no refleja esa geometría cúbica. ¿Por qué eres diferente?

Steve se encogió de hombros.

—Es una buena pregunta. Tal vez sea porque yo soy el protagonista. Ya sabes, tengo que destacar. —Sonrió ampliamente, ganándose una mirada de fastidio por parte de la doctora.

### Observaciones físicas

Otro científico, una mujer con cabello corto y gafas de seguridad, comenzó a medir la fuerza de Steve. Primero le entregaron un peso estándar, luego incrementaron la carga con una barra especial conectada a sensores.

—Esto no tiene sentido —dijo ella tras revisar los datos—. Su musculatura no debería permitir este nivel de fuerza, pero logró levantar 200 kilogramos sin esfuerzo. ¿Es eso normal en tu mundo?

Steve rió, apoyando el peso en el suelo.

—Claro, levanto cofres llenos de lingotes de oro todo el tiempo. Esto es pan comido.

La Dra. Carter, claramente intrigada, lo interrumpió.

—¿Qué tan resistentes son los materiales en tu mundo? ¿Esa... "netherita" que mencionaste, por ejemplo?

Steve sacó un bloque de su inventario —que parecía materializarse de la nada, sorprendiendo a todos— y lo colocó sobre la mesa con un fuerte "clunk".

—Esto es netherita. Es prácticamente indestructible. Solo un pico de diamante encantado puede trabajarlo, y aun así toma su tiempo. Es excelente para armaduras y herramientas.

Los científicos se abalanzaron sobre el bloque con instrumentos para analizarlo, pero sus intentos fueron inútiles. Ni los láseres ni las sierras industriales lograron hacerle un rasguño.

—Imposible... —murmuró uno de ellos.

Carter, por su parte, tomó notas rápidamente antes de dirigir otra pregunta a Steve.

—Dijiste que "materializaste" este bloque. ¿Cómo funciona eso? ¿Dónde lo estabas guardando?

Steve señaló su cabeza.

—En mi inventario. Es como una mochila mágica. Puedo guardar casi cualquier cosa, siempre y cuando no sea demasiado grande.

La Dra. Carter lo miró fijamente.

—¿Puedes abrirlo para nosotros? ¿Mostrarnos cómo funciona?

Steve negó con la cabeza.

—No puedo mostrarlo físicamente. Es algo que sólo yo puedo ver. Pero confíen en mí, tengo espacio de sobra ahí dentro.

### Conclusiones iniciales

Tras casi dos horas de pruebas, Carter y su equipo reunieron una cantidad abrumadora de datos. La doctora, visiblemente fascinada, se sentó frente a Steve una vez más.

—Tu mundo es... francamente, increíble. Parece desafiar todas las leyes conocidas de la física y la biología. Pero necesito saber más. ¿Cómo es la vida allí? ¿Qué comes? ¿Qué te motiva?

Steve cruzó los brazos detrás de la cabeza, relajándose.

—Bueno, la vida es... simple. Cultivo trigo, cazo, a veces hago pan o asados. Lo básico. Pero lo que me motiva es construir. Mi última obra maestra fue una mansión en una montaña, con vistas al océano. Aunque también me gusta explorar... nunca sabes qué tipo de aventuras encontrarás.

La Dra. Carter esbozó una pequeña sonrisa.

—Tienes un espíritu peculiar, Steve. Pero déjame ser clara: hasta que entendamos completamente cómo funcionas y cómo llegaste aquí, no podrás salir de la contención. ¿Lo entiendes?

Steve asintió con una sonrisa despreocupada.

—No hay problema, doctora. Mientras tenga algo que hacer y no me pongan en la misma sala que esa estatua rara, estaré bien.

Carter lo observó unos momentos más antes de levantarse.

—En ese caso, prepárate. Esto recién empieza.

Mientras los científicos comenzaban a salir, Steve se recostó en la silla, observando el bloque de netherita aún en la mesa.

—"Recién empieza", ¿eh? —murmuró para sí mismo con una sonrisa. **—Esto empieza a ponerse interesante.**

La Dra. Carter estaba en el centro de la sala de pruebas, supervisando mientras un grupo de soldados entraba cargando cajas de madera, metal, vidrio, herramientas básicas y una variedad de materiales especializados que incluían aleaciones avanzadas utilizadas por la fundación. Steve, sentado en un taburete improvisado, observaba el desfile de objetos con los ojos brillantes de emoción.

—Muy bien, Steve —dijo Carter, con los brazos cruzados—. Queremos entender tus habilidades prácticas. He traído una variedad de materiales para que trabajes con ellos. ¿Puedes mostrarnos qué puedes construir y cómo funcionan tus habilidades en este entorno?

Steve se levantó, estirándose.

—¡Claro! Esto será divertido. Aunque espero que no me pidan construir un castillo completo aquí, ¿verdad? —bromeó, provocando una sonrisa involuntaria en uno de los soldados.

La primera caja que Steve abrió contenía simples bloques de madera. Sin dudarlo, sacó un par y comenzó a trabajar, generando una mesa de trabajo en cuestión de segundos. Los científicos observaron con incredulidad cómo las piezas se ensamblaban aparentemente solas, como si respondieran a la voluntad de Steve.

—¿Eso es... una mesa? —preguntó Carter, acercándose para examinarla.

—¡No cualquier mesa! Es una mesa de trabajo. Con esto puedo fabricar casi cualquier cosa, siempre que tenga los materiales adecuados —explicó Steve, golpeando la superficie con la palma de la mano.

—¿Es algún tipo de herramienta mágica? —inquirió un científico, tomando notas rápidamente.

—No sé si lo llamaría "mágica", pero es esencial en mi mundo. Sin esto, no puedes ni empezar a construir.

Carter asintió, luego señaló una caja que contenía metales y otros materiales avanzados.

—Veamos cómo interactúas con esto.

Steve se dirigió hacia la caja y comenzó a sacar los materiales uno por uno. Había lingotes de titanio, placas de grafeno, circuitos electrónicos, e incluso un extraño cristal azul que los científicos usaban como fuente de energía experimental.

—Interesante... —murmuró Steve, tomando un lingote de titanio en una mano y el cristal en otra. —No estoy familiarizado con este material, pero creo que puedo improvisar.

Colocó ambos materiales en la mesa de trabajo y comenzó a manipularlos. Aunque sus manos apenas se movían, los objetos parecían reconfigurarse solos. En menos de un minuto, había creado una especie de herramienta: un pico de titanio con un núcleo brillante hecho del cristal.

Los soldados y científicos observaron en silencio, impresionados.

—¿Qué es eso? —preguntó Carter, señalando la herramienta.

—Un pico. Pero no cualquier pico. Si no me equivoco, este debería ser capaz de romper cualquier cosa, incluso obsidiana... o lo que sea que ustedes usen para construir estructuras súper resistentes.

—¿Cómo es posible que lo hayas hecho tan rápido? —insistió Carter, su tono lleno de incredulidad.

Steve se encogió de hombros.

—La mesa de trabajo hace que todo sea más rápido. Supongo que funciona porque... no sé, soy yo quien la usa. Es parte del encanto de mi mundo.

Mientras tanto, Carter ordenó traer más materiales: un bloque de cemento armado, una plancha de acero reforzado y un contenedor lleno de arena. Steve aceptó el desafío con entusiasmo, combinando los elementos de formas que desconcertaron a los científicos.

Con la arena y algo de vidrio, creó un panel de vidrio templado que parecía más resistente que cualquier cosa que los investigadores habían visto. Luego, con el cemento armado y el acero reforzado, construyó un pequeño refugio que parecía a prueba de explosiones.

—Esto es impresionante —dijo Carter, inspeccionando el refugio. —¿Podrías hacer esto a gran escala?

Steve se rascó la barbilla, pensativo.

—Tal vez. Pero necesitaría más materiales. Mucho más. Y espacio para trabajar.

Finalmente, Carter señaló un último objeto: un cubo de un material negro que parecía absorber la luz.

—Este es uno de nuestros materiales más avanzados, utilizado para proyectos de sigilo. Intenta interactuar con él.

Steve recogió el cubo, observándolo con curiosidad.

—Hmmm... Esto se parece mucho a la obsidiana de mi mundo. ¿Qué pasará si hago esto...?

Sacó un mechero de su inventario —para sorpresa de los científicos— y encendió el lado del cubo. Una chispa púrpura parpadeó brevemente, pero no ocurrió nada más.

—Interesante... No se activa. —Steve devolvió el cubo a la mesa—. Creo que este material no tiene una "conexión" con mi mundo.

—¿Conexión? —preguntó Carter.

—Sí. Algunos materiales en mi mundo tienen propiedades especiales, pero sólo si están en el lugar correcto o con los recursos adecuados. Esto es... algo diferente. Útil, pero no compatible.

Cuando Steve terminó de trabajar, la sala estaba llena de construcciones improvisadas: herramientas avanzadas, paneles de vidrio reforzado, e incluso una pequeña catapulta que había construido "por diversión". La Dra. Carter observaba todo con una mezcla de asombro y preocupación.

—Steve, lo que haces desafía todo lo que sabemos sobre la física y la ingeniería. No sólo eres único; eres... un recurso invaluable.

Steve se rió, frotándose la nuca.

—Bueno, siempre estoy dispuesto a ayudar. Pero si alguna vez necesitan un castillo... ¡me avisan!

Carter lo miró fijamente antes de asentir.

—Lo tendremos en cuenta. Pero por ahora, sigamos explorando. Esto apenas comienza.

La Dra. Carter guió a Steve a través de los pasillos del sitio, explicándole en términos simples el funcionamiento de la instalación y su enfoque en la contención de anomalías. Finalmente, llegaron a una habitación bastante cómoda en comparación con las demás áreas del lugar. Era pequeña pero funcional, con una cama, un escritorio y una silla. Carter abrió la puerta y lo invitó a pasar.

—Este será tu cuarto mientras estés aquí. Sabemos que has tenido un día largo, así que descansa. Mañana continuaremos con más pruebas —dijo, con un tono sorprendentemente cálido.

Steve agradeció con una sonrisa y entró, inspeccionando rápidamente el espacio antes de acomodarse en la cama.

—Gracias, doctora. Si necesitan ayuda con algo más, sólo avísenme —respondió antes de que Carter se retirara.

***

A la mañana siguiente, Steve se despertó revitalizado. Tras un desayuno que consistió en algo similar a pan y carne seca proporcionada por el personal, se reunió nuevamente con Carter, quien ya estaba esperándolo en el pasillo.

—Dormiste bien, Steve? —preguntó ella mientras revisaba algunos documentos en una tableta.

—Como un tronco. Aunque no puedo evitar extrañar el sonido de los zombis por las noches —respondió con un toque de humor, sacándole una sonrisa a Carter.

Mientras se dirigían de vuelta a la sala de pruebas, Steve comenzó a hablar.

—Doctora, creo que hay algunas cosas que aún no les he mostrado. Cosas que podría hacer, habilidades que no son tan obvias.

Carter levantó una ceja, intrigada.

—¿Habilidades ocultas? ¿Puedes darme un ejemplo?

—Bueno, hay muchas. Pero algunas tienen que ver con cómo interactúo con los materiales o cómo puedo regenerarme. También hay cosas… digamos, más *explosivas* —dijo, dejando en el aire la insinuación.

Esto llamó la atención de Carter, quien inmediatamente llamó a la Dra. Katherine Sinclair para que asistiera a la siguiente demostración. La presencia de Sinclair, con su enfoque en lo oculto y lo taumatológico, prometía aportar una perspectiva diferente.

***

De vuelta en la sala de pruebas, Steve se encontró frente a un pequeño grupo de soldados armados, la Dra. Carter, y la Dra. Sinclair. Ésta última, con una actitud serena y analítica, observaba a Steve como si intentara descifrarlo.

—Entonces, Steve, muéstranos de lo que hablabas —dijo Carter, con Sinclair asintiendo a su lado.

Steve comenzó con algo simple. Sacó un cubo vacío que le habían dado y, con un movimiento rápido, lo llenó con agua sacada de lo que parecía ser la nada.

—Esto es básico, pero útil. Siempre puedo transportar líquidos conmigo —explicó.

Luego pasó a algo más impactante. Usando arena y pólvora que le habían proporcionado, creó un bloque de dinamita en su mesa de trabajo. Encendió una mecha corta y lo lanzó a un área de pruebas protegida, donde estalló con un estruendo ensordecedor, dejando un cráter considerable.

Los soldados intercambiaron miradas de asombro, mientras Sinclair inclinaba la cabeza con interés.

—Esto no es solo tecnología —dijo Sinclair. —Es una interacción taumatológica con las leyes fundamentales de su mundo, algo que debemos estudiar más a fondo.

Finalmente, Steve mostró algo más personal. Se cortó superficialmente el brazo con un cuchillo pequeño, lo que alarmó a los presentes. Pero en cuestión de segundos, la herida comenzó a cerrarse sola, dejando apenas una cicatriz que desapareció al instante.

—Regeneración. Siempre me ha salvado cuando las cosas se complican —comentó con tranquilidad.

Carter y Sinclair intercambiaron miradas cargadas de significado. Este era un fenómeno que merecía un estudio exhaustivo. La Dra. Sinclair se acercó a Steve, examinándolo con una mezcla de fascinación y cautela.

—Tienes mucho más que ofrecer de lo que pensaba. Esto no solo desafía las leyes de la física, sino también las de la magia —concluyó.

Los científicos y soldados parecían tan impresionados como intrigados. Para Carter y Sinclair, Steve no era simplemente una anomalía más: era una conexión viva entre mundos, y el potencial que representaba apenas comenzaba a revelarse.

Mientras el grupo regresaba a la sala de pruebas tras otra serie de experimentos, Steve caminaba junto a la Dra. Carter y la Dra. Sinclair, rodeado por varios guardias. Uno de los soldados, con el rostro visiblemente pálido y sudoroso, se apoyaba levemente en su rifle mientras trataba de mantener el ritmo.

Steve, siempre observador, no pudo evitar notarlo.

—Oye, amigo, ¿estás bien? —preguntó, deteniéndose junto al guardia.

El soldado, identificado como "Agente Miller" en su placa, asintió con esfuerzo.

—Estoy bien, solo una gripe fuerte. Nada que no haya manejado antes.

Steve lo miró fijamente durante unos segundos, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y preocupación. Luego se volvió hacia Carter y Sinclair.

—¿Puedo preguntar algo sobre las enfermedades en este mundo?

—Claro, Steve. ¿Qué tienes en mente? —respondió Carter, levantando la vista de su tableta.

—Creo que funcionan de manera muy diferente aquí. En mi mundo, una gripe como la que tiene este tipo —señaló a Miller con un movimiento de la cabeza— no duraría más de unos segundos o minutos en alguien como nosotros.

—¿Minutos? —repitió Sinclair, incrédula.

Steve asintió, cruzando los brazos mientras reflexionaba.

—Sí, en mi mundo, nuestros cuerpos son increíblemente resistentes. Si alguien se enferma, su sistema inmunológico actúa como un ciclón. El cuerpo simplemente expulsa la enfermedad, o si es algo más extremo, como una amputación, se regenera en poco tiempo.

Esto captó completamente la atención de las científicas y los guardias cercanos. Sinclair se acercó, claramente intrigada.

—¿Quieres decir que las enfermedades no tienen un efecto prolongado en las personas de tu mundo?

—Exactamente. Una vez tuve una fiebre bastante mala después de un enfrentamiento con una bruja, pero mi cuerpo la eliminó en cuestión de segundos. Mis amigos me dijeron que incluso en el peor de los casos, como un veneno, nuestro cuerpo lo expulsa tan rápido que apenas llegas a sentir los síntomas.

Carter tomó nota rápidamente en su tableta mientras Sinclair se frotaba la barbilla, claramente procesando la información.

—¿Y las amputaciones? —preguntó Sinclair con cautela.

Steve asintió de nuevo.

—He tenido amigos que han perdido extremidades en enfrentamientos contra zombis o esqueletos, y en cuestión de días, esas extremidades vuelven a crecer como si nada hubiera pasado. Es como si nuestros cuerpos estuvieran diseñados para no permitir debilidades a largo plazo.

—Eso explicaría tu capacidad de regeneración rápida que vimos ayer —comentó Carter, cruzando los brazos mientras pensaba.

—Sí, pero aquí es diferente. Noté que este tipo —dijo, refiriéndose nuevamente a Miller— parece que lleva días enfermo, y eso no ocurriría en mi mundo. Si un virus intenta quedarse, el cuerpo simplemente lo elimina.

Miller levantó una ceja.

—¿Entonces en tu mundo, no estaríamos lidiando con enfermedades a largo plazo?

—Exacto. Aunque hay excepciones, como maldiciones mágicas o venenos de monstruos únicos, pero incluso esas se pueden contrarrestar rápidamente con pociones o habilidades específicas —respondió Steve con confianza.

Sinclair intercambió una mirada significativa con Carter.

—Esto cambia mucho de lo que sabemos sobre las anomalías. No solo tu fisiología, Steve, sino cómo tu mundo en sí parece funcionar como un sistema autosuficiente y adaptativo.

Carter asintió y luego se giró hacia Steve.

—Esto nos abre muchas preguntas. ¿Crees que podríamos analizar un poco más cómo funcionan estas defensas naturales?

Steve sonrió.

—Por supuesto. Aunque no estoy seguro de cómo explicarlo científicamente. En mi mundo, simplemente lo llamamos *"ser nosotros"*.

La respuesta sacó una risa nerviosa de Carter y algunos guardias, mientras Sinclair anotaba frenéticamente, cada vez más convencida de que Steve y su origen representaban un cruce fascinante entre lo natural, lo mágico y lo inexplicable.

Mientras Steve, la Dra. Carter y la Dra. Sinclair conversaban en el laboratorio, Carter aprovechó la oportunidad para hacerle una pregunta que había estado rondando en su mente.

—Steve, mencionaste antes algo sobre pociones en tu mundo. ¿Qué tipo de pociones existen? ¿Y cómo funcionan?

Steve se recostó contra una mesa, pensativo, mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro.

—¡Oh, pociones! Son una maravilla. Tenemos pociones para casi todo. Te daré algunos ejemplos:

**Las Pociones básicas:**

—Hay una de curación instantánea, que regenera tu salud al instante. Perfecta si estás en una batalla.

**las Pociones avanzadas:**

—Tenemos pociones de fuerza que aumentan temporalmente tu capacidad de ataque, y otras de velocidad que hacen que corras como el viento.

**las Defensivas y de utilidad:**

—Las pociones de resistencia al fuego son mis favoritas cuando exploro el Nether. Te permiten nadar en lava como si fuera agua. También hay una de invisibilidad, útil para evitar conflictos, y otra de visión nocturna, que hace que puedas ver en la oscuridad como si fuera de día.

Sinclair arqueó una ceja, intrigada.

—¿Y cómo se fabrican?

—Bueno, necesitas un soporte para pociones, botellas de agua y algunos ingredientes especiales. Como verrugas del Nether para la base, polvo de blaze para activar el proceso, y luego ingredientes específicos según la poción que quieras. Por ejemplo, para la de curación, usas sandía brillante.

—Interesante… —murmuró Sinclair mientras tomaba notas.

Carter lo miró con curiosidad.

—¿Y dijiste que también puedes curar maldiciones? ¿Cómo funciona eso?

Steve sonrió ampliamente, casi divertido por la simplicidad de su respuesta.

—Leche fresca.

—¿Leche? —preguntó Sinclair, desconcertada.

—Sí, leche. Si te bebes un cubo de leche fresca, cualquier efecto negativo, ya sea veneno, debilidad o incluso una maldición, desaparece al instante. Es como si la leche purificara tu cuerpo.

—¿Cualquier tipo de maldición? —insistió Carter, incrédula.

Steve asintió.

—Exacto. Una vez, una bruja me lanzó una maldición de debilidad justo antes de que un grupo de zombis intentara atacarme. Me bebí un cubo de leche, y ¡bam!, la maldición desapareció. Me recuperé a tiempo para luchar.

Sinclair cruzó los brazos, procesando la información.

—Eso es fascinante. En nuestro mundo, curar maldiciones requiere rituales largos, taumatología avanzada o tratamientos médicos extensos. ¿En serio solo necesitas leche?

Steve se encogió de hombros, sonriendo.

—En mi mundo, sí. Es increíble lo que puede hacer un simple cubo de leche.

Carter apuntó esto en su tableta, claramente fascinada.

—Tal vez podamos probarlo aquí, aunque dudo que funcione igual en este universo.

Steve rió entre dientes.

—No te preocupes, si consiguen un cubo y una vaca, estoy dispuesto a demostrarlo.

La Dra. Sinclair lo miró fijamente.

—Definitivamente necesitamos poner esto a prueba.

Steve se levantó, frotándose las manos.

—Estoy listo cuando quieran. Les prometo que la leche no decepciona.

El grupo no pudo evitar sonreír, intrigados por las posibilidades y, al mismo tiempo, asombrados por lo diferentes que eran los mundos de Steve y el suyo.

La Dra. Sinclair, intrigada por lo que Steve había contado, decidió poner a prueba su afirmación sobre la leche.

—Guardias, traigan una vaca y un cubo limpio —ordenó, mirando a Steve con una ceja levantada—. Si esto funciona, será revolucionario.

No pasó mucho tiempo antes de que los guardias entraran, guiando a una vaca marrón común, mientras uno de ellos cargaba un cubo metálico reluciente. La vaca mugió suavemente al ser llevada al centro de la sala de pruebas.

Steve se acercó al animal, tomando el cubo con confianza.

—Es una vaca de su mundo, ¿verdad? Bueno, intentemos.

Con movimientos rápidos y expertos, Steve ordeñó al animal, llenando el cubo con leche fresca. Luego se lo pasó al guardia enfermo, quien se veía pálido y sudoroso, claramente afectado por alguna enfermedad.

—Bebe esto —le indicó Steve con una sonrisa confiada.

El guardia tomó la leche y bebió un gran trago, todos observando expectantes. Sin embargo, tras unos momentos, nada sucedió. El guardia tosió, incómodo, y negó con la cabeza.

—No siento ningún cambio, sigue igual.

Steve frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—Esto no tiene sentido… ¡Oh! Ya sé qué ocurre. Esta vaca no es de mi mundo. La leche de aquí no tiene las mismas propiedades.

Sinclair lo miró con escepticismo.

—¿Entonces necesitas una vaca específica de tu mundo?

Steve asintió, decidido.

—Exacto. Puedo arreglarlo, pero necesito un poco de espacio.

Con el permiso de Sinclair, Steve sacó de su inventario un bloque que brillaba con un fulgor misterioso. Era una jaula de spawn.

—¿Qué es eso? —preguntó Carter, fascinada.

—Esto es una "jaula de spawn". Básicamente, crea entidades de mi mundo en lugares donde no deberían existir. Lo usaré para traer vacas de allá.

Steve colocó el bloque en el suelo y, con un chasquido capturo a la baca y despues de esperar un minuto, una vaca cuadrada casi idéntica a la anterior apareció frente a ellos, mugiendo. Todos dieron un paso atrás, sorprendidos.

—Es igual, pero... diferente —comentó Sinclair mientras tomaba notas rápidamente.

Steve repitió el proceso varias veces, asegurándose de obtener seis vacas. Una vez satisfecho, rompió la jaula de spawn con su pico, guardándola nuevamente en su inventario.

—Listo. Estas vacas sí son de mi mundo. Vamos a probar ahora.

Con el mismo procedimiento, ordeñó a una de las vacas recién creadas y llenó un cubo. Le pasó la leche al guardia, quien lo miró dudoso.

—¿Seguro que esto es diferente? —preguntó el guardia.

—Confía en mí. Bébela.

El guardia dio un sorbo cauteloso, y luego otro más grande. De repente, su rostro cambió; el sudor desapareció, y su postura se enderezó como si un peso invisible se hubiera levantado de sus hombros.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Carter, expectante.

—Es increíble —respondió el guardia, sorprendido—. Me siento... renovado. Como si nunca hubiera estado enfermo.

Sinclair se inclinó hacia él, curiosa.

—¿Y el sabor?

El guardia pensó un momento antes de responder.

—Es... extraño. No sabe como la leche normal. Es más... suave, pero con un toque dulzón. Como si fuera una mezcla entre leche fresca y miel.

Steve sonrió con satisfacción.

—Les dije que funcionaría. La leche de mi mundo tiene propiedades especiales. Puede curar casi cualquier efecto negativo, ya sea físico o mágico.

Sinclair y Carter intercambiaron miradas, claramente emocionadas por el descubrimiento.

—Esto podría cambiar la forma en que tratamos ciertas enfermedades aquí —dijo Sinclair, pensando en voz alta.

Steve, mientras tanto, acarició a una de las vacas con orgullo.

—Y eso es solo una de las tantas cosas que puedo hacer. Espérenme un poco más, y les seguiré mostrando de qué soy capaz.

En una sala de pruebas reforzada con muros de acero y observada desde una cabina blindada, la Dra. Sinclair, la Dra. Carter y varios científicos y guardias esperaban con expectativa mientras Steve preparaba su demostración. Frente a él había una mesa con varias armas comunes del sitio: una pistola, un rifle y un cuchillo militar. Junto a estas, Steve había colocado un arco de aspecto sencillo, una espada de diamante que brillaba tenuemente y una extraña herramienta que parecía un cruce entre un martillo y una brújula.

—Bien, ¿qué es lo primero que vas a mostrarnos? —preguntó Sinclair, observando cada uno de los objetos con atención.

Steve levantó su espada de diamante, la hoja emanaba un leve destello azulado.

—Empecemos con esto. Esta es una espada de diamante encantada. En mi mundo, puedes mejorar tus armas y herramientas usando magia, pero no es tan simple como chasquear los dedos. Necesitas una mesa de encantamiento y experiencia acumulada para hacer los encantos.

—¿Experiencia? ¿Qué tipo de experiencia? —preguntó Carter.

—Cualquier cosa que implique superar desafíos o aprender algo. En mi mundo, eso puede significar desde derrotar enemigos hasta minar ciertos minerales. Esa experiencia se almacena como energía que puedo usar para encantar cosas.

Steve sacó de su inventario una mesa de encantamiento, colocándola en el suelo con un gesto decidido. La mesa tenía un diseño arcano, con runas brillando en sus bordes y un libro flotando en el centro.

—Con esta mesa, puedo añadir propiedades especiales a mis armas. Por ejemplo, esta espada tiene el encantamiento de "Nitidez", que aumenta su capacidad de corte.

Se acercó a un bloque de acero colocado como parte de la prueba. Con un movimiento rápido, la espada cortó el bloque con facilidad, dejando un borde limpio.

—¡Impresionante! —exclamó uno de los guardias.

Steve continuó: —Pero la mesa de encantamiento no es suficiente si quiero combinaciones más avanzadas o reparar mis herramientas. Para eso, necesito un yunque.

Del inventario sacó un yunque pesado y lo colocó junto a la mesa.

—Usando esto y un poco más de experiencia, puedo combinar encantamientos o incluso renombrar mis herramientas para hacerlas más personales.

Luego tomó su arco, que brillaba tenuemente con un resplandor púrpura.

—Este arco, por ejemplo, tiene los encantamientos de "Infinidad" y "Flecha Flamígera". Significa que puedo disparar flechas de fuego, y con solo una flecha en mi inventario, nunca se agota.

Steve apuntó hacia un objetivo de metal al fondo de la sala y disparó. Una flecha envuelta en llamas voló rápidamente, impactando el objetivo y dejando una marca ardiente.

—Eso es magia... —murmuró Sinclair, fascinada.

Finalmente, Steve habló sobre las herramientas. Levantó su extraño martillo.

—En cuanto a esto, es un pico encantado con "Fortuna". En mi mundo, al minar ciertos materiales como diamantes, este encantamiento aumenta la cantidad que obtengo. Además, con un encantamiento llamado "Irrompibilidad", las herramientas duran mucho más tiempo antes de romperse.

Los científicos tomaban notas frenéticamente mientras Steve hablaba.

—¿Y qué hay de las armas del sitio? ¿Pueden ser encantadas? —preguntó Carter, señalando el rifle y el cuchillo.

Steve negó con la cabeza.

—No directamente. Las armas y herramientas de su mundo no parecen tener la conexión mágica necesaria para aceptar encantamientos. Sin embargo...

Steve se inclinó sobre el cuchillo militar, pasándolo por la mesa de encantamiento. Aunque no brilló, el cuchillo parecía un poco más afilado y equilibrado.

—Algunas cosas pueden mejorarse si las modifico usando herramientas y materiales de mi mundo, pero no al nivel de una verdadera arma encantada.

Sinclair se cruzó de brazos, pensativa.

—Esto cambia completamente nuestra percepción de lo que es posible con la tecnología y la magia. Si pudiéramos replicar incluso una fracción de tus habilidades, sería un avance monumental.

Steve sonrió, sosteniendo su espada con orgullo.

—Bueno, apenas estamos comenzando. Espérenme un poco más, y les mostraré lo que mi mundo realmente puede ofrecer.


Chapitre 2: Capitulo 2: **Registro de la fundación, Un Encuentro Inesperado y una Mala Primera Impresión**

Evaluación de SCP-A700**

**Fecha:** Día 7 desde la aparición de SCP-A700

**Participantes:**

- Dra. Amelia Carter, Jefa de Investigación del Sitio-87.

- Dra. Katherine Sinclair, Directora de la División de Estudios Ocultistas y Taumatología.

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La sala de conferencias del Sitio-87 estaba en penumbra, iluminada únicamente por la pantalla holográfica que proyectaba el archivo actualizado de SCP-A700. Una mezcla de fascinación y precaución llenaba el aire mientras ambas investigadoras repasaban las observaciones más recientes.

**Carter:** *"Siete días, Katherine. En este tiempo, hemos aprendido más sobre el sujeto de lo que esperaba, pero también nos ha dejado con más preguntas que respuestas."*

**Sinclair:** *"Steve. No solo SCP-A700. Insiste en que lo llamemos por su nombre, y debo admitir que... es fácil olvidar lo que es cuando interactúas con él. Habla como cualquier joven, pero luego lo ves hacer cosas que desafían toda lógica. ¿Cómo está afectando eso a los equipos?"*

**Carter:** *"Al principio estaban aterrados, lo mismo que tú y yo. Un humanoide apareciendo de la nada en la celda de contención de SCP-173. Nadie sabía si era una amenaza o una anomalía incidental. Pero Steve se mostró calmado desde el inicio, incluso cuando fue escoltado por los guardias armados. Su comportamiento ha sido cooperativo, hasta amigable, aunque..."*

Carter revisó un apartado de notas, su expresión endureciéndose.

**Carter:** *"Es esa calma lo que preocupa a algunos. Parece que sabe más de lo que dice. Hay momentos en los que responde nuestras preguntas con una sonrisa que deja entrever que sabe algo que nosotros no. Es como si estuviera observándonos tanto como nosotros a él."*

Sinclair asintió lentamente, pasando a la sección de habilidades documentadas.

**Sinclair:** *"Vision nocturna constante, capacidad para volverse invisible a simple vista, y luego está su fuerza. Lo vimos cargar un bloque de acero reforzado con facilidad. Pero lo más desconcertante sigue siendo su capacidad para 'crear'. Desde herramientas hasta estructuras enteras, todo ensamblado con precisión y rapidez que ni la tecnología más avanzada podría replicar."*

**Carter:** *"El equipo de materiales sigue analizando esos bloques. Todos son perfectamente normales en composición, pero las propiedades físicas no coinciden. Es como si estuvieran 'mejorados' de una forma que aún no comprendemos. Y lo hace todo como si fuera... natural."*

Sinclair se inclinó hacia adelante, reflexionando en silencio.

**Sinclair:** *"¿Qué hay de su personalidad? ¿El equipo ha detectado algún comportamiento hostil, incluso sutil?"*

Carter negó con la cabeza.

**Carter:** *"Nada. Es curioso, educado, incluso bromista a veces. Habla de su mundo como si fuera un lugar increíblemente distinto al nuestro, lleno de peligros que enfrentaba con rutina. Sin embargo, también tiene momentos de introspección. Cuando le preguntamos por qué apareció aquí, simplemente dijo que no lo sabía, pero que estaba 'bien con ello'. Esa resignación parece genuina."*

Sinclair consultó el resumen de las pruebas realizadas hasta la fecha.

**Sinclair:** *"Entonces, en siete días hemos documentado esto: SCP-A700 es un humanoide, aparentemente masculino, de 19 años. Físicamente similar a un humano, pero con una fisiología que supera todos los estándares conocidos. Ha demostrado habilidades de manipulación de materia, creación de estructuras, fuerza sobrehumana y un entendimiento avanzado de física y magia, si es que podemos llamarlo así."*

Carter interrumpió, señalando un punto en el archivo.

**Carter:** *"Y algo más: su resistencia. No parece necesitar comer o dormir con frecuencia, aunque lo hace por elección. Su metabolismo es... único. Su recuperación es casi instantánea, como vimos cuando se cortó accidentalmente durante la prueba con las espadas que creó."*

Sinclair frunció el ceño, recordando la escena.

**Sinclair:** *"Ese fue un momento revelador. El corte sanó en segundos, como si su cuerpo tuviera un mecanismo de regeneración automática. Incluso bromeó al respecto, diciendo que en su mundo 'un poco de leche fresca resolvería cualquier cosa'. Y, hablando de leche... aún no entiendo cómo logró traer esas vacas."*

Carter suspiró, cerrando la proyección del archivo momentáneamente.

**Carter:** *"Lo más preocupante sigue siendo el origen. No hay registro de una brecha dimensional. Simplemente apareció. Eso, combinado con sus habilidades, lo convierte en el SCP humanoide más poderoso que hemos documentado hasta ahora. Y sin embargo, sigue insistiendo en que no es peligroso, que solo quiere ayudarnos."*

Sinclair se recostó en su silla, cruzando los brazos.

**Sinclair:** *"¿Lo creemos?"*

Carter guardó silencio por un momento antes de responder.

**Carter:** *"No del todo. Pero... tampoco creo que sea una amenaza inmediata. Es como si fuera un joven enfrentándose a un mundo nuevo, igual que nosotros enfrentándonos a él. Lo que sea que sea Steve, no actúa como alguien con malas intenciones. Por ahora, creo que deberíamos seguir trabajando con él, con cautela."*

Sinclair asintió lentamente.

**Sinclair:** *"Es fascinante, Amelia. Pero no olvidemos lo que significa realmente. Si decide usar esas habilidades contra nosotros, no tenemos forma de detenerlo. Por ahora, solo nos queda confiar en su palabra... y esperar que esa confianza no sea un error."*

La reunión concluyó con una mezcla de intriga y precaución, dejando claro que, aunque SCP-A700 no mostraba señales de hostilidad, su presencia seguía siendo un enigma tan aterrador como fascinante.

**Registro Privado de SCP-A700: Reflexión Nocturna**

Steve estaba recostado en la cama de su cuarto asignado, una habitación sencilla pero cómoda, con paredes de acero pulido que reflejaban la tenue luz del pequeño escritorio cercano. El silencio del lugar era acogedor, aunque ligeramente opresivo, interrumpido solo por el zumbido lejano de los sistemas de ventilación del Sitio-87. Se giró sobre su costado, mirando el techo, mientras su mente repasaba los eventos que lo habían traído aquí.

*"Esto es demasiado... hasta para mí."*

Era difícil ordenar sus pensamientos, pero lo intentó. Todo había comenzado con ese portal. Recordaba el resplandor brillante y el repentino tirón que lo había lanzado al vacío. No estaba seguro de cómo o por qué había sucedido, pero una parte de él tenía una idea.

*"Iris y Aura..."* Pensó con una ligera sonrisa, aunque acompañada de un suspiro. *"Seguramente estaban jugando con el portal sin saber lo que hacían. Tal vez solo querían probar algo nuevo y... bueno, ya sé cómo son."*

Iris siempre había sido curiosa, y Aura no se quedaba atrás, especialmente cuando se trataba de experimentar con herramientas que encontraban. Aunque no estaba molesto, sentía que aquel accidente lo había llevado demasiado lejos, literalmente.

*"Si no fuera porque sé que no lo hicieron a propósito, pensaría que querían deshacerse de mí."* Se rió para sí mismo, aunque el eco de su risa en la habitación le recordó lo solo que estaba.

Volvió a su primer día aquí. Despertar en una celda de contención, rodeado de paredes grises y bajo la mirada de cámaras de seguridad, había sido desconcertante. Su mundo estaba lleno de peligros, pero este lugar... era diferente. Había un orden extraño en todo, pero también un aire de desconfianza que lo hizo mantenerse alerta desde el principio.

Y luego había conocido a la Dra. Carter.

*"Ella... es distinta."* Reflexionó, entrecerrando los ojos. La primera vez que la vio, su postura firme y su mirada analítica lo hicieron pensar que era una de esas personas que siempre buscaban encontrar fallas en todo. Sin embargo, cuanto más interactuaba con ella, más se daba cuenta de que, bajo esa fachada profesional, había alguien genuinamente interesado en comprenderlo.

*"Me trata como un sujeto de estudio, sí, pero también como una persona. No todos aquí hacen eso."*

Steve había notado las miradas cautelosas de los guardias y los científicos al principio. Era como si esperaran que explotara en cualquier momento, como una bomba de tiempo. Pero con Carter, aunque mantenía la distancia profesional, parecía realmente interesada en sus habilidades, su historia y, más sorprendente aún, en ayudarlo a adaptarse.

*"Aunque claro, no puedo culparlos."* Pensó mientras miraba su mano, cerrándola en un puño. *"Supongo que para ellos soy un misterio. Y los misterios siempre son peligrosos."*

La Fundación era un lugar impresionante, lo admitía. Cada pasillo, cada sala estaba llena de tecnología que nunca había visto, y los materiales que analizaba durante las pruebas eran tan variados que sentía que había encontrado un tesoro de conocimiento.

*"Esto es como un sueño para cualquier aventurero."* Pensó con una sonrisa. Materiales nuevos, personas diferentes, y un mundo completamente distinto al que conocía. Pero no era solo eso lo que le intrigaba. Era la posibilidad de aprender de ellos tanto como ellos aprendían de él.

Sin embargo, también había una melancolía que no podía ignorar. A pesar de lo emocionante que era estar aquí, no podía evitar sentir nostalgia por su hogar. Las tierras que había explorado, las personas con las que había compartido sus aventuras... incluso los peligros familiares de su mundo.

*"¿Volveré algún día?"* La pregunta cruzó su mente, aunque no tenía respuesta. Por ahora, lo único que podía hacer era seguir adelante, adaptarse y ver a dónde lo llevaba este nuevo capítulo.

Cerró los ojos, dejando que su mente se aquietara. Aunque estaba en un mundo diferente, lleno de incertidumbre, había algo en su naturaleza que lo empujaba a aceptar los desafíos con una sonrisa. Después de todo, había sobrevivido a cosas peores.

*"Por ahora, descansaré. Mañana será otro día interesante, seguro."*

Con ese pensamiento, se dejó llevar por el sueño, preparado para enfrentarse a lo que el futuro en este extraño mundo le tenía preparado.

La habitación de Steve estaba en silencio, iluminada apenas por la tenue luz del escritorio. El reloj en la pared marcaba las tres de la madrugada. Todo parecía tranquilo hasta que, a pocos metros de su cama, un destello brillante comenzó a formar un círculo en el aire. El espacio alrededor se distorsionó, y el aire se llenó de una leve vibración.

El portal era inconfundible. Si Steve hubiera estado despierto, habría reconocido de inmediato esa mezcla de luces azules y verdes que giraban en espiral. Ese portal, ese resplandor... era demasiado familiar, como una parte de su mundo cruzando a este nuevo.

Del portal emergió una pequeña figura que, al principio, asomó solo la cabeza. Su cabello largo y brillante se balanceaba con suavidad mientras sus grandes ojos observaban con curiosidad. Era una niña, aunque sus ropas de estilo regio y su porte altivo dejaban claro que no era cualquier niña.

Sus ojos recorrieron la habitación rápidamente hasta detenerse en la cama donde Steve descansaba. Por un momento, la confusión en su rostro dio paso a una expresión de asombro.

—¡Steve! —exclamó en un susurro emocionado.

Sin esperar más, la pequeña princesa salió completamente del portal, revelando su vestido detallado con bordados dorados y zapatillas delicadas. Corrió hacia la cama con pasos apresurados, pero cuando vio que Steve estaba profundamente dormido, su expresión cambió.

Sonrió con dulzura y se subió con cuidado a la cama, asegurándose de no despertarlo. Se acomodó junto a él, abrazándose a su brazo con naturalidad.

—Te encontré, tonto... —susurró, con un dejo de alivio en su voz.

Mientras tanto, otra figura pequeña y cuadrada saltó del portal, aterrizando con un pequeño "plop" en el suelo alfombrado. Era una mini Creeper, pero no cualquier Creeper. Esta era chibi, con ojos brillantes y una actitud completamente opuesta a la destructiva naturaleza de su especie.

La Creeper miró alrededor con una sonrisa satisfecha antes de comenzar a reír.

—¡Jajajaja! ¡Te gané, Iris! —exclamó con un tono que imitaba el acento refinado de una dama inglesa. Sus pequeñas patas verdes se movían alegremente mientras saltaba de un lado a otro. —¡Esos "pechos de vaca" tuyos no son nada comparados con mi inteligencia suprema! ¡Jajajaja!

La mini Creeper, claramente deleitada con su propia travesura, continuó riendo mientras la princesa, ahora completamente acomodada junto a Steve, la ignoraba por completo.

—Silencio, Aura. Deja dormir a Steve.

Aura, la Creeper chibi, se detuvo un momento y la miró con incredulidad.

—¿Qué? ¿No estás impresionada con mi *henteligensia*?

Iris solo rodó los ojos y abrazó con más fuerza el brazo de Steve, quien, aún dormido, parecía ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.

Mientras el portal comenzaba a cerrarse lentamente, la habitación recuperó su calma, aunque ahora albergaba no solo a Steve, sino a dos visitantes de su mundo. La princesa Iris sonrió una última vez antes de cerrar los ojos, acomodándose junto a él como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez que estuvieron juntos.

Aura, por su parte, se sentó en el suelo junto a la cama, balanceando sus pequeñas patas y murmurando para sí misma.

—Esto es solo el principio, Steve... el principio de mi brillante plan.

Y con esa última declaración, la habitación quedó en silencio nuevamente, llena de una extraña sensación de calidez y familiaridad.

La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, proyectando suaves sombras sobre las paredes. Steve, todavía envuelto en el sopor del sueño, sintió algo extraño. No era el frío tacto de las sábanas o el usual silencio de la habitación; era la sensación de unos pequeños brazos envolviéndolo, por delante y por detrás.

Frunció el ceño, aún adormilado, y abrió lentamente los ojos. Lo primero que vio fue un cabello largo y rojizo a su derecha, el cual brillaba débilmente bajo la luz de la mañana. Giró la cabeza hacia la izquierda y notó otro cabello, pero este era de un tono esmeralda suave, perteneciente a alguien que parecía abrazarlo con la misma intensidad.

Un instante después, Steve parpadeó y el sueño se desvaneció completamente.

—¿Qué... qué demonios...? —murmuró con incredulidad.

Se quedó congelado, incapaz de procesar lo que veía. Las dos figuras dormían profundamente, con rostros pacíficos y expresiones relajadas. Pero Steve las conocía demasiado bien.

La chica a su izquierda, con cabello verde y una expresión ligeramente traviesa incluso en su sueño, no era otra que **Aura**, la princesa Creeper. A su derecha, la joven con cabello rojizo y mejillas suaves, era **Alex**, la princesa humana y reina de los Maicrafteanos.

Aunque ambas parecían niñas de entre 10 y 12 años, Steve sabía la verdad. Estas dos "lolis legales" eran mayores que él. Aura tenía 21 años y Alex, 22. Dos años mayores, aunque nadie lo hubiera adivinado por sus pequeñas estaturas y facciones juveniles.

El impacto del momento le hizo permanecer inmóvil durante varios segundos. Finalmente, intentó moverse para salir de la cama, pero ese pequeño gesto fue suficiente para despertar a las dos.

Aura fue la primera en abrir los ojos, parpadeando mientras un bostezo suave escapaba de sus labios. Al verlo, sus ojos se iluminaron con alegría.

—¡Steve! —exclamó con entusiasmo, lanzándose de inmediato hacia su cuello en un abrazo firme.

Alex, por su parte, se removió somnolienta, observando con ojos entrecerrados antes de que la realidad también la golpeara. De inmediato, sus mejillas se tiñeron de un color carmesí, y cubrió su rostro con las manos.

—¡E-esto no es lo que parece! —dijo rápidamente, aunque sus brazos rodearon a Steve al instante, abrazándolo con fuerza.

Steve, atrapado entre las dos, no sabía si reír, llorar o cuestionarse cómo su vida había llegado a este punto.

—¿Qué están haciendo aquí? ¿Cómo...?

Aura soltó una pequeña risa mientras apoyaba su frente contra el pecho de Steve.

—Te encontramos, Steve. Creímos que nunca podríamos volver a verte, pero yo... —Aura se detuvo un momento, su expresión se suavizó, y un atisbo de emoción cruzó su rostro. Su voz, normalmente burlona, ahora era más seria—. Trabajé día y noche para entender cómo funcionaba el portal. No podía rendirme.

Alex asintió, todavía sonrojada, pero con una sonrisa sincera en el rostro.

—Aura hizo todo el trabajo... aunque yo también ayudé un poco. —Sus ojos azules brillaron mientras lo miraba—. Pensamos que jamás te volveríamos a encontrar.

Las palabras de las dos princesas lo dejaron en silencio. Aura continuó explicando, ahora con una chispa de orgullo en sus ojos:

—Estuve estudiando el portal durante semanas, y anoche... logré recrearlo. Pero hubo un pequeño inconveniente.

Steve levantó una ceja.

—¿Inconveniente?

Aura asintió.

—Cuando atravesé el portal, volví a mi forma de Creeper. Al principio fue raro, pero después de dormir aquí contigo, mi forma humana regresó.

Steve parpadeó, tratando de procesar todo.

—¿Así que ahora puedes ir y venir entre mundos?

—Exacto, aunque todavía necesito perfeccionar la estabilidad del portal —respondió Aura con una sonrisa amplia.

Alex se acurrucó más cerca de él, con una expresión tierna que contrastaba con su actitud habitual.

—No importa lo que pase, Steve. No vamos a separarnos de ti otra vez.

Steve sintió un nudo en la garganta al escuchar eso. Se quedó en silencio por un momento, luego envolvió sus brazos alrededor de ambas, devolviendo el abrazo.

—Yo también las extrañé... —admitió en voz baja.

El trío permaneció así por unos minutos más, disfrutando de la calidez y la familiaridad. Para Steve, el día había comenzado con la mayor de las sorpresas, pero también con la certeza de que no estaba solo. Por extraño que fuera este nuevo mundo, ahora tenía a dos aliadas —y amigas cercanas— a su lado.

El ambiente era cálido y tranquilo en la habitación de contención de Steve. Aura y Alex seguían abrazadas a él, mientras él intentaba procesar la inusual reunión. Sentía una mezcla de nostalgia, alivio y un leve pánico al imaginar cómo iba a explicar todo esto al equipo de la fundación.

De pronto, un sonido metálico rompió la calma.

**¡Clank!**

La puerta de contención se deslizó lentamente, revelando una figura al otro lado. Steve sintió como si el tiempo se detuviera. Sus ojos se abrieron como platos, y sus músculos se tensaron de inmediato.

"¡No, no, no, no puede estar pasando esto otra vez!" pensó, su mente recordando un incidente vergonzoso de su adolescencia. Cuando tenía 17 años, algo similar le había sucedido: lo encontraron en una situación comprometida con unas amigas, y los malentendidos le costaron más de una paliza y semanas de chistes crueles.

Del otro lado de la puerta, con una expresión neutral que rápidamente se transformó en una mezcla de sorpresa e incomodidad, estaba la Dr. Carter. Su plan inicial era simplemente guiar a Steve hacia el laboratorio para continuar con las pruebas, específicamente una nueva relacionada con su interacción con la flora local. Sin embargo, al abrir la puerta, no esperaba encontrarse con la escena que tenía frente a ella.

Steve estaba sentado en la cama, con Aura y Alex abrazadas a él desde ambos lados. Ambas tenían expresiones relajadas y felices, pero desde el ángulo de Carter, la imagen parecía algo completamente diferente.

Un largo silencio se instaló en la habitación.

—Oh... eh... —comenzó a decir Carter, claramente incómoda.

Steve, aún congelado como una estatua, apenas podía reunir las palabras para explicar lo que estaba pasando. Una gota de sudor frío recorrió su frente mientras intentaba no entrar en pánico.

"Piensa, Steve, piensa rápido. No puedes dejar que esto se malinterprete otra vez. ¡Dilo bien esta vez!"

Finalmente, con la voz un poco temblorosa, habló:

—¡Esto no es lo que parece!

Carter entrecerró los ojos, cruzando los brazos mientras una ceja se levantaba en señal de duda.

—¿Ah, no? Porque parece algo bastante... inapropiado.

Alex, quien había notado la tensión, levantó la cabeza rápidamente, con las mejillas enrojecidas.

—¡Es un malentendido! —dijo, agitando las manos—. Steve es nuestro amigo de toda la vida. Solo estábamos... um, reconectando después de mucho tiempo separados.

Aura, por su parte, no parecía tan preocupada. Se apoyó en Steve con una sonrisa confiada y agregó:

—Exacto, doctora. Si fuera algo más, créame, no lo estaríamos haciendo tan a la vista.

Steve deseó desaparecer en ese momento.

—¡Aura! —exclamó, intentando corregir el tono de la conversación.

Carter suspiró, llevándose una mano a la frente.

—Steve, no sé cómo llegaron estas dos aquí ni cómo planeas explicarlo, pero necesitas vestirte y prepararte. El laboratorio está listo para la siguiente prueba, y ya hemos perdido bastante tiempo.

Steve asintió rápidamente, agradeciendo internamente que Carter no estuviera haciendo un escándalo mayor.

—Sí, claro. Déme un momento.

Carter miró a Alex y Aura una última vez antes de salir del cuarto y cerrar la puerta detrás de ella. Sin embargo, antes de que la puerta se cerrara por completo, añadió:

—Steve, cuando termines aquí... quiero una explicación detallada de quiénes son ellas y cómo llegaron hasta ti.

La puerta se cerró, y Steve dejó escapar un largo suspiro, hundiendo su rostro en sus manos.

—¿Por qué siempre termino en estas situaciones?

Alex, aún sonrojada, le dio unas palmaditas en la espalda.

—Tranquilo, Steve. Yo me encargaré de explicarle a la doctora.

Aura simplemente rió suavemente y se levantó de la cama.

—Bueno, al menos sabes que aún tienes nuestro apoyo... aunque también podría ser divertido ver cómo lidias con todo esto.

Steve negó con la cabeza mientras se preparaba mentalmente para la prueba del laboratorio y la inevitable conversación que tendría que tener más tarde.

El camino al laboratorio estaba envuelto en un incómodo silencio. Steve, ahora vestido y con una ligera expresión de resignación, caminaba con las dos lolis a su lado. Alex, con su habitual energía, observaba los pasillos con curiosidad, mientras que Aura parecía más tranquila, aunque su sonrisa sugería que disfrutaba del ambiente tenso. La Dra. Carter lideraba el grupo, su postura rígida y su mirada fija hacia adelante reflejaban su actitud fría y profesional.

—Hoy realizaremos pruebas relacionadas con la flora local y cómo esta interactúa contigo —dijo la Dra. Carter sin mirarlo—. Espero que esto sea lo único que desvíe nuestra atención durante el día.

Steve suspiró, sabiendo que ese comentario estaba dirigido directamente hacia las recién llegadas.

—Entendido, doctora. Intentaré mantener todo bajo control.

—Más te vale —respondió Carter, su tono seco como el desierto.

Alex, sin embargo, no pudo resistirse a interrumpir.

—¡Oye! No somos un problema, somos un valor agregado —dijo con una sonrisa confiada mientras levantaba una mano—. Además, ¡seremos útiles para lo que necesiten!

Aura asintió, colocando una mano en su pecho.

—Exacto. Como reinas de nuestros respectivos pueblos, estamos más que calificadas para colaborar en lo que sea necesario.

Steve cerró los ojos un momento, intentando contener su frustración.

—Por favor, chicas, déjenme manejar esto.

Al llegar al laboratorio, el grupo fue recibido por un equipo de científicos ya preparados. Entre ellos estaba la Dra. Katherine Sinclair, quien levantó la vista de sus documentos al notar a las dos jóvenes. Frunció ligeramente el ceño, claramente desconcertada, pero esperó a que Carter explicara la situación.

—Bien, equipo —dijo Carter alzando la voz—, antes de proceder con las pruebas de flora, hay algo que debemos abordar.

Todos los presentes dirigieron su atención hacia Steve y las dos figuras a su lado. Carter señaló a Alex y Aura.

—Estas dos... acompañantes aparecieron en la habitación de contención de A-700 anoche. Según lo que hemos escuchado, tienen un vínculo previo con nuestro sujeto y parecen provenir del mismo mundo.

Sinclair entrecerró los ojos, estudiándolas detenidamente.

—¿Son humanas? —preguntó, su tono serio.

—Depende de cómo lo definan —respondió Steve con cautela—. Alex es humana, o lo era en su mundo. Ahora es una princesa y reina de los "Maicrafteanos". Aura, por otro lado, es una creeper, pero aquí parece haber adoptado su forma humana nuevamente.

Aura inclinó ligeramente la cabeza, sonriendo.

—Es un placer conocerlos. Mi nombre es Aura, Reina Creeper. Estoy aquí para asistir a Steve en lo que necesite.

Alex dio un paso adelante, colocando una mano en su pecho con una sonrisa radiante.

—Yo soy Alex, princesa del Reino Craft. También estoy aquí para ayudar, aunque principalmente vine porque... bueno, extrañábamos a Steve.

El equipo de científicos intercambió miradas, claramente desconcertados, mientras tomaban notas rápidamente. Sinclair levantó una ceja y miró a Carter.

—¿Y qué garantías tenemos de que no son una amenaza?

Carter, aún con expresión fría, miró a Steve.

—Eso es algo que ellos mismos deberán demostrar.

Steve suspiró y asintió, dirigiéndose al equipo con calma.

—Sé que esto puede parecer complicado y extraño. Lo entiendo. Pero Alex y Aura no son una amenaza. Si lo fueran, yo mismo me haría cargo. Estamos aquí para trabajar con ustedes, no para causar problemas.

Sinclair cruzó los brazos, aún evaluando la situación.

—Bien, por ahora procederemos con las pruebas. Pero mantendremos una vigilancia estricta.

El ambiente seguía tenso mientras los preparativos para la prueba de flora comenzaban. Alex y Aura se mantuvieron cerca de Steve, observando con interés cómo el equipo preparaba muestras de plantas locales para analizar su interacción con él. Aunque su presencia era una distracción evidente, Steve sabía que, tarde o temprano, tendría que demostrar que todos podían coexistir sin mayores problemas.

Mientras tanto, Carter observaba desde una esquina, tomando notas meticulosas y pensando en cómo este desarrollo inesperado afectaría las investigaciones en curso. Para ella, este día apenas comenzaba, y ya prometía ser uno de los más complicados hasta el momento.

La atmósfera en el laboratorio se volvió más tensa cuando los preparativos estaban en marcha. Steve, bajo la observación atenta de los científicos, se acercó a una serie de plantas dispuestas en pequeñas macetas sobre una mesa metálica. Cada una representaba un espécimen local único, desde musgos hasta arbustos pequeños y flores exóticas, diseñadas para medir su reacción a su presencia.

Justo antes de que Steve tocara la primera planta, una voz interrumpió el momento.

—¡Steve! ¡Espera! —Aura saltó hacia él con las manos levantadas, su expresión emocionada.

Steve detuvo su movimiento y la miró, algo confundido.

—¿Qué pasa, Aura?

Ella sonrió ampliamente mientras sacaba un pequeño dispositivo parecido a una cápsula de su cinturón.

—¡Traje todo contigo! ¡Todo lo que recolectaste antes y después de nuestras aventuras! ¡No quería que te quedaras sin tus cosas!

Un silencio absoluto llenó el laboratorio. Los ojos de los científicos y de la Dra. Carter se clavaron en Aura, mientras la Dra. Sinclair fruncía el ceño con una mezcla de sorpresa y suspicacia.

—¿Qué significa eso exactamente? —preguntó Carter, su tono cortante, mientras daba un paso al frente.

Aura, sin entender del todo el impacto de sus palabras, sostuvo el dispositivo con orgullo.

—Antes de venir aquí, me aseguré de que las nueve mochilas espaciales de Steve estuvieran llenas con todo lo que había reunido. ¡Desde materiales básicos hasta objetos raros, armas, herramientas y recursos mágicos! Pensé que serían útiles si alguna vez los necesitábamos.

La Dr. Sinclair entrecerró los ojos, apuntando hacia el dispositivo.

—¿Dices que dentro de ese objeto hay... "mochilas espaciales"? Y que contienen recursos imposibles de este mundo.

Aura asintió emocionada.

—¡Exacto! Steve tiene un talento especial para recolectar cosas de valor. ¡No podíamos dejar que todo eso se quedara atrás!

Carter cruzó los brazos, su expresión mostrando incredulidad mezclada con alarma.

—Steve, ¿esto es cierto?

Steve suspiró, llevándose una mano a la frente.

—Sí, es cierto. Antes de venir aquí, tenía un inventario organizado con todo tipo de materiales, herramientas y artefactos. Supuse que se habían perdido cuando atravesé el portal. Pero si Aura los trajo aquí...

—¿Qué tan grande es este "inventario"? —interrumpió Sinclair, su mirada fija en el dispositivo de Aura.

Aura respondió con entusiasmo antes de que Steve pudiera hacerlo.

—Oh, es enorme. Cada mochila tiene el equivalente a varios cientos de metros cúbicos de espacio, aunque está comprimido. Es como si el espacio dentro fuera... infinito.

La sala explotó en murmullos de asombro y especulación científica. Algunos investigadores ya comenzaban a tomar notas apresuradas, mientras otros ajustaban sus instrumentos, claramente interesados en analizar el objeto.

—Esto cambia muchas cosas —murmuró Sinclair, volviendo su atención a Steve—. Si es cierto que tienes acceso a esos recursos, el alcance de nuestras investigaciones podría expandirse significativamente. Pero también plantea nuevas preguntas sobre cómo funcionan las leyes físicas de tu mundo en comparación con las nuestras.

Carter levantó una mano para silenciar a los demás.

—Steve, ¿podrías mostrarlo? Necesitamos confirmar que lo que dice Aura es cierto.

Steve miró a Aura, quien le entregó el dispositivo con una sonrisa confiada. Él presionó un botón en la cápsula, y al instante, nueve mochilas aparecieron en una línea ordenada sobre el suelo del laboratorio. Las mochilas, aunque parecían normales en apariencia, irradiaban un leve brillo mágico, dejando claro que no eran objetos comunes.

—Esto es... fascinante —dijo Sinclair, inclinándose para examinar una de las mochilas sin tocarla—. ¿Cómo funcionan?

—Es complicado de explicar —respondió Steve—. Pero, básicamente, estas mochilas están vinculadas a una dimensión de almacenamiento alterna. Todo lo que coloques dentro permanece allí hasta que lo necesitas.

—¿Y qué tipo de recursos están almacenados? —preguntó Carter, su tono aún más frío.

—De todo. Minerales raros, bloques de construcción, alimentos, pociones, armas, herramientas encantadas... lo que necesité durante mis aventuras.

Aura intervino nuevamente con una sonrisa orgullosa.

—¡Incluso tiene un par de dragones de repuesto en forma de huevo!

El laboratorio estalló en más murmullos mientras Carter y Sinclair intercambiaban miradas de asombro y preocupación.

—Esto es mucho más grande de lo que esperábamos —dijo Carter finalmente—. Necesitaremos investigar esto a fondo. Por ahora, continuaremos con las pruebas, pero este descubrimiento será nuestra prioridad.

Steve suspiró nuevamente, resignado. Sabía que Aura solo quería ayudar, pero ahora había puesto aún más atención sobre él y sus habilidades. Mientras se preparaba para continuar con las pruebas de flora, no podía evitar preguntarse cómo manejaría la Fundación esta nueva revelación.

El laboratorio estaba en un estado de expectativa mientras Steve se acercaba a la mesa llena de plantas. A su lado, Aura y Alex observaban con curiosidad, mientras los científicos, junto con las Dras. Carter y Sinclair, se mantenían atentos a cada movimiento.

Steve, tras una breve reflexión, se agachó para buscar en una de las mochilas espaciales recientemente traídas por Aura. Luego de unos segundos, sacó dos objetos que inmediatamente captaron la atención de todos: un bastón brillante con runas inscritas en su superficie y un saco pequeño con un contenido verde luminoso.

—¿Qué son esos objetos? —preguntó la Dra. Sinclair, adelantándose con interés visible en sus ojos.

Steve sostuvo el bastón y el saco frente a él.

—Esto es un bastón mágico, y esto otro es fertilizante especial. Ambos provienen de un sistema de herramientas y magia llamado "Botania".

—¿Botania? —repitió Carter con su tono siempre serio—. ¿Qué es exactamente?

Steve asintió, organizando sus pensamientos.

—En mi mundo, los "mods" son extensiones o mejoras que se pueden implementar en el entorno para crear nuevas herramientas, habilidades y sistemas. Botania es uno de esos "mods". Para crear objetos como este bastón o el fertilizante, se necesita un banco de crafteo mejorado que permita combinaciones avanzadas. Es como si amplificara lo que puedes construir en un banco de trabajo normal.

Sinclair cruzó los brazos, claramente intrigada.

—¿Y para qué sirven exactamente estos objetos?

Steve levantó el bastón, sonriendo ligeramente.

—El bastón mágico me permite canalizar y enfocar mi energía mágica para influir en las plantas y otros aspectos del entorno. El fertilizante, por otro lado, acelera el crecimiento de las plantas, pero de una forma más... mágica. Los frutos que crecen con este fertilizante suelen ser más grandes y nutritivos.

Carter alzó una ceja, observándolo con atención.

—¿Y cómo funciona todo esto?

Steve giró el bastón en su mano.

—Puedo mostrarlo.

Con un movimiento ágil, Steve apuntó el bastón hacia una planta pequeña y marchita en una maceta cercana. Sin saberlo, aquella planta era un espécimen de una especie extinta, cuidadosamente preservada en el laboratorio. Steve murmuró un comando bajo mientras una energía brillante se concentraba en la punta del bastón.

En un destello de luz, la planta comenzó a transformarse. Sus hojas marchitas cobraron vida, tornándose de un verde vibrante, y en cuestión de segundos, creció hasta alcanzar el tamaño de un arbusto saludable y floreciente.

El laboratorio quedó en completo silencio mientras los científicos observaban con incredulidad. Sinclair dio un paso adelante, inclinándose para inspeccionar la planta resucitada.

—Esto es... imposible —murmuró, mientras Carter se cruzaba de brazos, claramente conteniendo su sorpresa.

—¿Cómo es que esto funciona, Steve? —preguntó Carter finalmente.

Steve guardó el bastón y respondió con calma.

—En mi mundo, la magia y la naturaleza están conectadas. Para usar el bastón, canalizo mi propia energía mágica, que se regenera a medida que como. Cada vez que consumo alimentos, mi magia se recarga porque absorbo algunos nutrientes específicos de la comida. Por eso necesito comer regularmente, al menos un refrigerio cada dos horas, para mantener mi energía estable.

Antes de que alguien pudiera formular una nueva pregunta, Steve sacó el fertilizante y se acercó a un pequeño arbusto de frutillas.

—Déjenme mostrarles cómo funciona esto.

Rociando una pequeña cantidad del polvo verde sobre el arbusto, todos observaron con asombro cómo este comenzaba a crecer rápidamente. Las ramas se expandieron, las hojas se volvieron más brillantes y, en cuestión de segundos, las frutillas maduras colgaban de sus ramas, tan grandes como puños y con un aroma dulce que llenó la habitación.

Aura y Alex no pudieron contenerse y, con un movimiento rápido, arrancaron algunas frutillas para probarlas.

—¡Están deliciosas! —dijo Aura, con los ojos brillantes mientras mordía una de las frutas.

—¡Esto es increíble! —añadió Alex, mientras comía otra frutilla y sonreía alegremente.

Los científicos tomaron notas frenéticamente, mientras Carter y Sinclair observaban la escena con expresiones que mezclaban asombro y seriedad.

—Esto no solo desafía nuestras leyes de la física, sino también la biología básica —dijo Sinclair, volviéndose hacia Steve—. ¿Hay algún límite para lo que puedes hacer con estos "mods"?

Steve se encogió de hombros, mirando las frutillas.

—Depende del mod y de los recursos disponibles. Pero les aseguro que cada sistema tiene sus propias reglas. No puedo simplemente hacer cualquier cosa. Necesito las herramientas adecuadas y los materiales correctos.

Carter asintió lentamente, aunque su expresión permanecía rígida.

—Por ahora, sigamos adelante con las pruebas. Pero quiero un análisis exhaustivo de todo lo que estos objetos puedan hacer. Y Steve... —lo miró directamente—, mantente disponible para más preguntas.

Steve suspiró, observando a las lolis que seguían comiendo frutillas alegremente. No pudo evitar sonreír un poco. Aunque la situación era intensa, había algo reconfortante en saber que tenía algo de su mundo para compartir en este lugar extraño.

Steve se encontraba de pie en el centro del laboratorio, rodeado de científicos, las Dras. Carter y Sinclair, y por supuesto, las dos lolis, Aura y Alex, que miraban con fascinación cómo Steve sacaba una serie de objetos del inventario de una de las mochilas espaciales traídas por Aura. Entre los artículos había armas, herramientas, comida y una mesa de crafteo mejorada que colocó cuidadosamente sobre una superficie despejada.

—Bien, ¿qué es esto exactamente? —preguntó Sinclair, señalando la mesa con curiosidad.

Steve sonrió levemente y la señaló.

—Esta es una mesa de crafteo mejorada. Es como una versión avanzada de la mesa de trabajo normal, pero te permite fabricar objetos y herramientas mucho más complejos, incluyendo algunos que no se pueden hacer de otra forma.

Carter cruzó los brazos, observando con atención.

—¿Y los demás objetos? —preguntó con su tono profesional.

Steve comenzó a sacar más cosas: un arco reforzado que parecía brillar con una energía mágica, un escudo de metal con runas talladas, y varias porciones de comida que no parecían provenir de ingredientes comunes.

—Estos objetos provienen de distintos "mods". Como mencioné antes, los mods son sistemas que amplían lo que se puede hacer en mi mundo. Por ejemplo, este arco está encantado con una habilidad que le permite disparar flechas infinitas, siempre y cuando tengas al menos una en tu inventario. Este escudo no solo bloquea ataques físicos, sino que también refleja ciertos hechizos.

Sacó un trozo de pan que brillaba tenuemente.

—Y esta comida, por ejemplo, está hecha con ingredientes de un mod que permite combinar alimentos básicos con elementos mágicos, aumentando sus propiedades nutritivas. Comer esto no solo me llena de energía, sino que también acelera mi regeneración durante un tiempo.

Los científicos tomaron notas mientras Sinclair lo miraba con una mezcla de asombro y escepticismo.

—Todo esto suena increíble, pero… ¿hay riesgos asociados con estos mods? —preguntó.

Steve asintió, su expresión se volvió seria mientras guardaba los objetos que había mostrado.

—Definitivamente. No todos los mods son beneficiosos. Algunos contienen errores o creaciones malintencionadas de los antiguos magos y científicos de la era pasada. Estos errores llevaron a la aparición de criaturas peligrosas y objetos corruptos.

Sinclair frunció el ceño, claramente intrigada.

—¿Qué tipo de criaturas?

Steve se cruzó de brazos, mirando hacia el techo como si recordara algo desagradable.

—Uno de los ejemplos más notorios son los Ents malvados. Originalmente, los Ents eran seres sabios y pacíficos, semejantes a árboles, pero con inteligencia, capacidad de hablar, y una conexión profunda con la naturaleza. Se cree que los antiguos magos intentaron replicar su existencia con alquimia y magia, pero el resultado fue una versión corrupta. Los Ents malvados son criaturas tontas, violentas y llenas de odio hacia cualquier especie que no sea la suya.

Hizo una pausa antes de continuar.

—Estos Ents malvados buscan la destrucción total. No construyen ni preservan como los Ents originales, solo arrasan con todo a su paso. Lo peor es que se reproducen de manera descontrolada, especialmente en áreas donde la magia está desequilibrada, lo que los convierte en un problema constante.

Carter lo observó con expresión neutral, aunque sus ojos reflejaban interés.

—¿Cómo lidian con ellos en tu mundo?

Steve suspiró.

—Generalmente, se organizan misiones para aventureros como yo. Nos contratan para reducir su población y evitar que invadan aldeas o bosques protegidos. A veces, estas criaturas son tan numerosas que requieren equipos enteros para eliminarlas.

Sinclair se inclinó hacia adelante.

—Dijiste que estas criaturas son resultado de errores antiguos. ¿Significa eso que los mods no son completamente confiables?

—Exacto —respondió Steve, mirándola con seriedad—. Los mods son herramientas poderosas, pero también pueden ser impredecibles. Algunos de ellos contienen peligros ocultos, como objetos que parecen útiles, pero que en realidad están malditos o son inestables. Hay que tener mucho cuidado al interactuar con ellos.

Aura, que había estado escuchando con atención, intervino de repente.

—¡Es verdad! Una vez, cuando estaba explorando con Steve, encontramos un mod llamado "Reliquias Perdidas". Pensamos que contenía tesoros, pero en lugar de eso, liberamos un ejército de golems corruptos. Fue horrible.

Alex asintió, con una expresión de disgusto.

—Sí, esos golems casi destruyen nuestra aldea. Nos tomó semanas recuperarnos de ese desastre.

Carter miró a las dos chicas y luego a Steve.

—Parece que tu mundo está lleno de peligros únicos. ¿Qué otras criaturas o fenómenos deberíamos esperar que surjan de estos mods?

Steve se encogió de hombros.

—Podría darles una lista interminable, pero lo mejor es estar preparados para cualquier cosa. Los mods no siempre siguen las reglas de la lógica, y algunos incluso tienen efectos que desafían las leyes de la física y la realidad misma.

Sinclair se acarició la barbilla, pensando profundamente.

—Interesante… Esto podría abrir toda una nueva rama de estudio.

Carter simplemente asintió, con la mirada fija en Steve.

—Por ahora, sigamos con las pruebas, pero esto es algo que definitivamente requerirá más investigación. Mantente listo para responder más preguntas, Steve.

Steve asintió, aunque no pudo evitar sentir un leve escalofrío ante la intensidad de las miradas de los científicos. Sabía que esto era solo el comienzo de lo que sería una larga serie de pruebas y explicaciones sobre los secretos de su mundo.


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