Bobby nació cuando Ellen estaba en coma, y le tomó dos años recuperarse.
Solía no tener deseos de vivir. Hoy, podría vivir una vida normal.
Kenyon esperó mucho tiempo.
Ahora, él pensaba que debía hacerla cambiar su opinión sobre él.
No podía ser simplemente una dependencia entre amigos.
Los ojos de Kenyon eran muy limpios, lo que hacía que Ellen se sintiera avergonzada de sí misma.
Su vida no podía ser mejor.
Pero Kenyon era diferente. Él todavía tenía una vida brillante por delante.
Ellen tomó una respiración profunda y dijo —Kenyon, te he causado demasiados problemas. Yo...
—Más tarde. Te vas a resfriar si no te secas el pelo inmediatamente.
Kenyon no quería escucharla decir nada más, así que con tacto pasó junto a ella y le secó el pelo.
Sabía que la pared entre ellos era lo suficientemente fuerte como para romperse.
Lo que quería hacer era impedir que ella tuviera miedo de amar a otros o ser amada.