—Al ver el verdadero rostro de la sombra negra, los ojos de Xu Xiang brillaron de sorpresa. Guardó la pistola tranquilizante y agarró la pequeña sombra.
—¡Déjame ir! —gritó una voz inmadura con enojo.
—Xu Xiang miró divertida al niño colgado en el aire, agitando sus cortas extremidades, intentando golpearla y patearla. El niño seguía forcejeando, tratando de liberarse de la mano de Xu Xiang. Es una pena que Xu Xiang sujetara firmemente su collar trasero. Por mucho que luchara, no podía escapar.
—Antes de que tuviera tiempo de preguntarle al niño, otra pequeña sombra corrió hacia ella y comenzó a patear y golpear sus piernas.
—¡Suelta a Xiao Xiong! ¡Te golpearé hasta matarte! —gritó otra voz lechosa con enojo.