—Tómate dos días para pensarlo. Espero que no me rechaces —Eric soltó una risita suave mientras caminaba hacia un lado y encendía el altavoz, dejando que la música suave fluyera por la habitación.
Se acercó y levantó a Ella, cargándola hasta la gran ventana del suelo al techo. Juntos, miraron al océano, ahora teñido de rojo por el sol de la mañana.
—Mira el mar conmigo —dijo Eric con una sonrisa, besando suavemente el rostro atónito de Ella.
Ella estaba completamente desconcertada. No podía entender por qué Eric tenía tanta prisa en casarse con ella. ¿Había algún motivo oculto?
Tenía que admitir que ella también amaba a Eric, pero las heridas de su pasado le dificultaban confiar fácilmente en los hombres.
Eric entrelazó suavemente sus dedos con los de ella. Ella se apoyó en su hombro, observando el mar brillante, las gaviotas volando, escuchando la hermosa música y el sonido de las olas chocando contra las rocas fuera de la ventana...
Todo era perfecto.