—Song Dong Ming miró a Chu Lian, sus ojos tenían una mirada apagada antes de apartarse para fijar la vista en la pared frente a él. ¿Extrañarla? No la echaría de menos aunque el Diablo le pidiera que lo hiciera.
Los labios de Chu Lian se torcieron mientras los fruncía en una burla malvada y miró a Song Dong Ming con una mirada desdeñosa. —Sigues siendo el mismo Hermano Song, arrogante, terco e inflexible. Si tan solo hubieras accedido a dejarme entrar en tu vida, no estarías en una situación como esta —miró alrededor hacia el asiento del inodoro roto y atascado y arrugó la nariz con disgusto—. Aún tienes tiempo de aceptar mi propuesta, Hermano Song. Solo acepta casarte conmigo, y luego te sacaré de este infierno... ¿de verdad quieres vivir en este sótano maloliente toda tu vida? No creo que sea una decisión sabia. ¿Qué dices?