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16.12% Renacer en el Fango / Chapter 5: Capítulo 5: Un Poder Desbordante

Chapitre 5: Capítulo 5: Un Poder Desbordante

Lucian, con 9 años recién cumplidos, ya no era el niño que otros veían como alguien extraño y reservado. Mientras ayudaba a su madre con las tareas diarias, algo en él había cambiado profundamente. Sus habilidades habían crecido enormemente en los últimos años, pero lo que más había evolucionado era su maná. El crecimiento en esa estadística había sido descomunal, más allá de lo que él mismo esperaba.

A simple vista, seguía siendo el hijo callado de una sirvienta, un niño que pocos entendían. Pasaba la mayor parte de su tiempo entre libros y entrenando en secreto, pero había algo en él que comenzaba a destacar. Cada vez que manipulaba la magia, sentía la fuerza que fluía a través de su cuerpo, como un torrente incontrolable. Y aunque aún no había mostrado todo su potencial ante los demás, sabía que su poder estaba a punto de desbordarse.

Esa mañana, mientras su madre lo enviaba a hacer tareas simples, como cargar agua o ayudar a limpiar algunas áreas de la mansión, Lucian aprovechaba para poner en práctica el control de su magia. Las tareas cotidianas eran la excusa perfecta para entrenar sin levantar sospechas. Mientras transportaba cubos de agua, concentraba su energía en su interior, jugando con las corrientes de poder que ya dominaba.

Una vez más, sintió la familiar sensación del sistema de crecimiento activándose en su mente. Decidió revisar su progreso mientras estaba solo en uno de los pasillos laterales de la mansión. Al cerrar los ojos, el panel del Sistema de Crecimiento se desplegó ante él.

[Sistema de Crecimiento]

Nombre: Lucian

Nivel Actual: 12

Puntos de Experiencia: 1500/2000

Estadísticas:

Fuerza: 20Agilidad: 18Constitución: 17Intelecto (INT): 30Carisma: 10Suerte: 7Maná (MP): 300

Habilidades Disponibles:

Magia Oscura (Nivel 6)Magia de Fuego (Nivel 6)Magia de Rayo (Nivel 6)

El crecimiento había sido impresionante, sobre todo en su maná, que había alcanzado una cifra que pocos magos adultos lograban. Lucian no solo había aumentado su reserva de poder, sino que también sentía que su capacidad de control sobre las tres magias principales era mucho más refinada. A medida que ayudaba a su madre, moviendo pequeños objetos o concentrando su energía para hacer tareas físicas más fáciles, aprovechaba para fortalecer su cuerpo y su magia al mismo tiempo.

Mientras llevaba un cubo de agua al jardín trasero, decidió experimentar algo más. El día estaba despejado y cálido, un ambiente perfecto para probar hasta dónde podía llegar con su magia sin llamar la atención. Al dejar el cubo en el suelo, se agachó y cerró los ojos, conectando con las fuerzas que habitaban en su interior.

Primero, invocó el fuego. Un suave calor comenzó a emanar de su cuerpo, sin quemar, pero lo suficientemente perceptible como para que el aire a su alrededor se volviera más denso. Luego, concentró su energía en el rayo, sintiendo cómo la electricidad chisporroteaba entre sus dedos, creando pequeños destellos que danzaban a su alrededor. Finalmente, la oscuridad. Las sombras de los árboles cercanos parecieron alargarse hacia él, respondiendo a su llamada silenciosa.

Podía sentir la presión creciente dentro de él, el torrente de maná que quería desbordarse. Era increíble cómo su poder había aumentado tanto en tan poco tiempo. Sin embargo, sabía que aún no era momento de mostrarle a nadie lo que realmente podía hacer.

"Lucian, ven a ayudarme aquí dentro," la voz de su madre lo sacó de su concentración.

Abrió los ojos, dejando que las energías mágicas se disiparan suavemente. Miró hacia donde estaba su madre, sonriéndole. Para ella, seguía siendo su hijo diligente, siempre dispuesto a ayudar con las tareas del hogar. Aunque su poder fuera descomunal, en ese momento, Lucian no era más que un niño para ella. Y eso estaba bien. Era el único lugar donde podía ser simplemente él.

Lucian se dirigió hacia su madre, recogiendo el cubo nuevamente y dejándose envolver por la normalidad de la vida cotidiana.

Al llegar al jardín trasero de la mansión, Lucian dejó los cubos en el suelo con un suave suspiro. Observó el entorno tranquilo, con los árboles balanceándose suavemente al compás del viento y los pájaros cantando en la distancia. El lugar estaba apartado, alejado del bullicio de la mansión, y ofrecía el refugio perfecto para un momento de práctica.

Aprovechando la soledad, Lucian decidió experimentar de nuevo con sus habilidades. Sabía que la magia en él había crecido a niveles asombrosos, especialmente en lo que respectaba a su maná. A pesar de su apariencia tranquila, cada día sentía una energía creciente dentro de su cuerpo que le exigía control, dominio. Y, mientras su madre y los demás lo veían como un niño diligente que ayudaba con las tareas, en realidad, cada acto cotidiano le servía de entrenamiento.

Primero, comenzó con lo básico. Estiró la mano y dejó que una pequeña llama apareciera en la punta de sus dedos. El fuego crepitó suavemente, controlado sin esfuerzo. Al verlo brillar, Lucian sonrió. Sentía que su afinidad con esta magia era más fuerte que nunca. Apagó la llama con un movimiento rápido de los dedos y luego pasó a lo siguiente.

El rayo fue el segundo en ser invocado. Un destello eléctrico cruzó su brazo, iluminando brevemente el lugar. Lucian cerró los ojos, sintiendo la vibración del poder correr por su piel. Era como si la energía se moviera a través de él de manera natural, sin resistencia, fluyendo como si formara parte de su propio ser.

Finalmente, invocó la oscuridad. Este siempre era el más desafiante de los tres elementos. Las sombras comenzaron a moverse lentamente alrededor de los árboles cercanos, alargándose y acercándose hacia él. No era tan explosivo ni llamativo como el fuego o el rayo, pero había algo en su sutileza que lo hacía sentir más peligroso, más volátil. Sin embargo, Lucian mantenía el control, dejándolas jugar a su alrededor sin liberarlas del todo.

Antes de que pudiera seguir experimentando, escuchó a lo lejos la voz de su madre llamándolo desde dentro de la mansión. "¡Lucian! ¿Puedes venir aquí un momento?"

Lucian soltó las magias con un suspiro, dejando que las energías se disiparan en el aire. Era un recordatorio de que, por mucho poder que hubiera acumulado, seguía siendo un niño para el resto del mundo. Sin embargo, su entrenamiento continuaba en cada oportunidad que se le presentaba.

Recogió los cubos y regresó hacia donde su madre lo esperaba.

Lucian entró de nuevo en la mansión, con los cubos de agua en las manos y la mente aún concentrada en el flujo de magia que acababa de manipular. A pesar de la constante práctica, sentía que aún no había tocado el límite de su poder, lo que le causaba una mezcla de curiosidad y satisfacción. Sabía que debía mantener el control y seguir perfeccionando sus habilidades, pero cada vez era más difícil contener la creciente energía que fluía dentro de él.

Al llegar a la cocina, su madre lo recibió con una sonrisa cálida. "Gracias, hijo. Siempre estás dispuesto a ayudarme." La amabilidad en sus palabras lo hizo sentir una ligera calidez en el pecho, un contraste con la frialdad calculada que empleaba en su entrenamiento diario.

"De nada, madre," respondió con un tono neutro mientras dejaba los cubos en el suelo. Aunque la relación con su madre era una de las pocas que genuinamente valoraba, Lucian no podía evitar que su mente regresara constantemente a sus estudios y entrenamiento.

La rutina del día continuó como siempre, y mientras limpiaba algunas de las habitaciones en los pisos inferiores, Lucian aprovechó esos momentos para seguir experimentando. La magia oscura, en particular, comenzaba a revelarle secretos que no estaban en los libros de la biblioteca. Había algo en esa energía que le hablaba de maneras más profundas, como si le susurrara cómo usarla de forma más sutil y efectiva.

Mientras barría el suelo de una de las salas, dejó que una ligera capa de sombras cubriera el suelo, apenas perceptible, pero lo suficiente como para probar su control. Las sombras siguieron la línea de la escoba, como si formaran parte de la limpieza, pero desaparecieron rápidamente antes de que alguien pudiera notarlo.

Horas después, cuando el sol comenzaba a ponerse, Lucian decidió que era momento de volver a la biblioteca. Si bien había pasado la mayor parte de sus días allí desde que aprendió a leer, ahora más que nunca sentía la necesidad de absorber todo el conocimiento posible. Había avanzado mucho, pero en su interior, sabía que aún quedaba un largo camino por recorrer.

Subió las escaleras en silencio, evitando a los sirvientes y otros niños que corrían por la mansión. Para él, la biblioteca seguía siendo un refugio, un lugar donde podía explorar sin interrupciones el vasto mundo de la magia y descubrir cómo perfeccionar sus habilidades.

Al llegar, se dirigió directamente a las estanterías donde se encontraban los libros más antiguos y desgastados. Eran los menos visitados, pero contenían el tipo de conocimiento que le interesaba. Tomó un grueso volumen titulado "Estrategias Avanzadas de Manipulación Elemental" y se sentó en una de las mesas apartadas.

Mientras leía, una nueva idea comenzó a formarse en su mente. Si bien había pasado mucho tiempo dominando las tres magias que ya controlaba, se preguntaba si habría formas de combinarlas de maneras que nunca antes había probado. ¿Qué ocurriría si lograba entrelazar las energías del fuego, el rayo y la oscuridad en un solo flujo continuo? ¿Sería capaz de mantener el control?

El libro que tenía delante no ofrecía respuestas directas, pero le daba pistas sobre cómo manipular diferentes elementos simultáneamente. Lucian sabía que no era algo para experimentar sin preparación. Necesitaba más práctica, más control. Pero la idea seguía rondando en su mente mientras pasaba las páginas.

La luz de la tarde se iba apagando lentamente, y mientras el cielo afuera se teñía de colores naranjas y rosados, Lucian permanecía inmerso en su estudio.

Mientras Lucian permanecía absorto en su lectura, completamente concentrado en los conceptos avanzados de la manipulación elemental, un pequeño crujido a su derecha pasó desapercibido. Estaba tan inmerso en el texto que no percibió la presencia que se había acercado silenciosamente detrás de él.

De repente, dos manos pequeñas cubrieron sus ojos desde atrás. "¡Buh!", dijo una voz familiar con un tono burlón.

Elena, su hermanastra, había conseguido asustarlo, algo que no ocurría con frecuencia. A pesar de que Lucian rara vez mostraba emociones, y mucho menos sorpresa, Elena siempre encontraba una manera de romper su serenidad. No era su hermana de sangre, sino una más de los hijos del conde, nacida de una madre diferente. Como el resto de sus hermanos, ella era parte de esa red familiar que compartían solo por parte de padre, una red que Lucian prefería evitar lo más posible.

"Deberías haberte visto la cara," dijo Elena, riendo suavemente mientras se sentaba junto a él, sin saber que Lucian estaba inmerso en pensamientos mucho más profundos de lo que ella imaginaba.

Lucian cerró el libro que estaba leyendo y la observó con un gesto neutral. No tenía intenciones de hablar de su magia ni de sus estudios. Para Elena, él era simplemente el hermano menor al que le gustaba pasar demasiado tiempo entre libros, un "ratón de biblioteca". Y eso estaba bien para él. No le interesaba que nadie conociera la verdad sobre lo que realmente estaba aprendiendo.

"¿Qué haces aquí?" preguntó Lucian, dejando el libro a un lado.

"Solo paseaba y te vi tan concentrado. Siempre estás con esos libros. Me dio curiosidad saber en qué piensas todo el tiempo," respondió Elena, apoyándose en el respaldo de la silla con una sonrisa despreocupada. Para ella, su hermano menor era solo un chico extraño con una obsesión por los libros. No sabía nada de su creciente poder ni de las prácticas que realizaba en secreto.

Lucian la miró un momento antes de encogerse de hombros. "Nada interesante, solo cosas aburridas de magia y historia."

"Ya lo sé, no tienes que decírmelo," dijo ella con una risa. "¿No te cansas de tanto leer?"

"¿Tú no te cansas de bromear tanto?" replicó él, su tono seco, pero sin malicia.

Elena le dio un empujón en el brazo. "Bueno, algún día tendrás que dejar esos libros y unirte al resto de nosotros. Pero por ahora, te dejo en paz. Solo quería divertirme un rato."

Lucian observó cómo se levantaba y se alejaba con su habitual alegría. A diferencia de los demás hijos del conde, barones arrogantes y obsesionados con el poder, Elena siempre parecía más despreocupada, divertida y sin muchas pretensiones. Para ella, la vida en la mansión era solo un juego, y Lucian era otro jugador con el que podía bromear.

Cuando Elena desapareció por el pasillo, Lucian volvió a concentrarse en su libro. Prefería mantener la distancia con el resto de la familia, y aunque se llevaba bien con Elena, su verdadera naturaleza y su creciente poder seguían siendo un secreto, uno que estaba decidido a proteger.


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