Gu Yingzhou suspiró aliviado cuando el tema finalmente cambió de dirección.
Nunca había estado tan nervioso y emocionado en su vida.
Normalmente, era él quien hacía que los corazones de otros latieran fuerte y la presión arterial subiera, pero hoy era él quien estaba siendo dominado.
El hombre estaba lleno de pensamientos contradictorios, en silencio.
Su rostro, aún apuesto y atractivo.
La luz de la luna era embriagadora.
Lin Tang miró a Gu Yingzhou dos veces, luego dijo abruptamente:
—Camarada Gu, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.
En la oscuridad de la noche, las farolas eran tenues.
Ya no había mucha gente en la calle.
El corazón de Gu Yingzhou se aceleró y de repente se llenó de anticipación.
Su voz profunda era ligeramente ronca:
—¿De qué quieres hablar? —sus profundos ojos negros miraban adelante en la carretera, sin atreverse a mirar a la joven.
Se dio cuenta de que en presencia de la Camarada Lin, la funcionalidad de su corazón seguía disminuyendo.