Long Ge habló, y hasta soltó palabras en dialecto.
—Jaja —soltó una risita Wenyan—. Sé que estás ansioso, pero no te apresures tanto. Por cierto, quiero preguntarte, ¿tienes un teléfono celular?
—Tonterías, ¿en qué me estás menospreciando? Piensas que solo ustedes los famosos tienen dinero, eh. Déjame decirte, no solo tengo un teléfono celular, ¡tengo dos!
—¿Oh, en serio? —Wenyan adoptó un enfoque ligeramente provocativo—. Entonces muéstramelos, no me digas que tienes miedo.
—¿De qué tendría miedo? —Long Ge se rió y sacó dos teléfonos celulares de su bolsillo y los colocó sobre la mesa.
—Vaya, realmente tienes dos teléfonos celulares. No podrían ser robados, ¿verdad? —continuó Wenyan con una sonrisa pícara.
—¿Estás loca? ¡No necesito robar ni asaltar por un par de teléfonos insignificantes!
No solo Long Ge, sino que algunos de los espectadores tampoco pudieron soportarlo más.