—Papá... —Guan Qingshu no esperaba que su padre hablara tan despiadadamente.
—Qingshu, ¿realmente quieres ir a ver a esa Yang Dani? —Guan Tongshi se apresuró y agarró la mano de Guan Qingshu.
—Mamá, esta mañana, Dani se cayó en la zanja y se desmayó por mi culpa. Es mi deber ver cómo está, si no, me sentiré culpable... —Guan Qingshu suspiró—. La gente dirá que soy demasiado desalmado si no lo hago.
—Si ella no se hubiera estado aferrando a ti, ¿habría caído en la zanja? —Guan Tongshi rodó los ojos.
—Pero mamá, soy un escolar, y la gente del pueblo vio lo que pasó. Ella quería llevar paja de trigo por mí. Si ni siquiera muestro mi rostro, seré criticado por falta de virtud...
Los ojos de Guan Danian parpadearon por un momento, y su expresión se suavizó levemente. En realidad, su fuerte opinión contra Yang Dani tenía sus razones.