El niño murió con los ojos bien abiertos, el brillo vivaz que una vez tuvieron había desaparecido. Aún así, miraban en la dirección donde Mo Yan estaba parada, como si preguntasen, "¿Por qué no me salvas?"
Aunque sabía que estaba soñando, Mo Yan aún sentía un terror escalofriante que emanaba de aquellos ojos.
Justo después de eso, su cuerpo flotaba incontrolablemente hacia otro patio común, un hogar que parecía cálido y feliz. Pero después de que la familia cenara, todos vomitaron y tuvieron diarrea, y cuando no quedaba nada que vomitar, escupieron grandes grumos de sangre negra...
Mo Yan fue atormentada por pesadillas toda la noche y se despertó al amanecer, empapada en sudor. Su mente estaba en caos, dominada por imágenes de personas que habían consumido arroz mohoso, perdiendo inocentemente sus vidas, y cada familia destrozada.