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Chapitre 29: Capítulo 27: El Fin de Krion V

El bombardeo orbital comenzó poco después de que Rivon y su equipo aseguraran la planta de energía. Desde su posición, podían sentir la vibración en el suelo mientras los enormes cañones de las naves de la Mano de Krion descargaban una lluvia de fuego sobre las posiciones restantes de los Shak'Thor. Los cielos, oscuros y cargados de cenizas, se iluminaron con destellos de luz mientras los proyectiles impactaban con precisión quirúrgica.

Rivon, mirando hacia las columnas de humo en el horizonte, sentía la conclusión de la batalla acercándose. Krion V había sido un campo de guerra despiadado desde el principio, pero ahora, el fin estaba claro. Los Shak'Thor, a pesar de su brutalidad y resistencia, no podían competir contra la maquinaria de guerra del Imperio. El bombardeo orbital estaba destruyendo sus defensas y bases restantes, dejándolos sin oportunidad de recuperarse.

Es cuestión de tiempo — comentó uno de los Ascendidos Menores, que se encontraba a su lado, observando los efectos del ataque.

Rivon asintió, pero no dijo nada. Aunque la guerra estaba llegando a su fin en Krion V, sabía que la guerra, como concepto, nunca terminaba. Este planeta caería, pero otros seguirían resistiendo. Los Shak'Thor eran solo uno de muchos enemigos que el Imperio tenía que aplastar, y Rivon entendía que cada victoria lo acercaba más a su verdadero destino.

La planta de energía, ahora bajo completo control imperial, era el último bastión importante de los Shak'Thor en este sector. El equipo de Rivon había cumplido su misión, pero no abandonaron la planta de inmediato. Sabían que aún quedaban pequeñas escaramuzas en otros puntos del planeta, y no bajarían la guardia hasta que la orden oficial de retirada llegara.

Con el paso de las horas, el bombardeo orbital continuó, rompiendo la moral y las defensas de los Shak'Thor. Las comunicaciones interceptadas indicaban caos y desesperación entre las fuerzas enemigas. Sus líderes habían sido asesinados, y sus líneas de suministro destruidas. El Imperio ya no necesitaba una invasión terrestre a gran escala; el fuego orbital se encargaría de reducir a cenizas los focos de resistencia restantes.

Finalmente, el comunicador de Rivon vibró. Era la señal que habían estado esperando.

Aquí flota de Krion. Los últimos bastiones de los Shak'Thor han sido destruidos. Krion V está asegurado. El retiro de fuerzas terrestres comenzará inmediatamente.

Rivon se relajó ligeramente, aunque su rostro seguía impasible. La guerra en Krion V había terminado, pero su mente ya estaba anticipando el próximo conflicto, el próximo campo de batalla. Había aprendido que la guerra no solo era una constante, sino una necesidad. El Imperio se mantenía fuerte gracias a ella, y Rivon sabía que había nacido para servir en ese ciclo de destrucción.

Mientras los Ascendidos a su alrededor se preparaban para el regreso a la nave, Rivon revisó sus armas y su armadura, asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado. Aunque el combate directo había terminado, aún podía haber riesgos durante la retirada.

Nos retiramos en cinco minutos — anunció el oficial al mando. Rivon y los demás se pusieron en marcha, listos para dejar el planeta.

 

El equipo de Rivon se dirigía hacia la zona de extracción, donde las naves de transporte los recogerían para llevarlos de vuelta a la nave principal de la Mano. El terreno destrozado de Krion V estaba cubierto de escombros, cuerpos alienígenas y el humo de las zonas bombardeadas. Los Ascendidos avanzaban en silencio, sus pasos resonando en el aire cargado de cenizas y polvo.

A medida que se acercaban al punto de extracción, Rivon no podía evitar notar el cambio en la atmósfera. La guerra, que hacía unas horas era frenética y brutal, había dejado un silencio casi opresivo en su lugar. El suelo estaba empapado en sangre, y los cuerpos de los Shak'Thor yacían por todas partes, sin vida. Para Rivon, el paisaje era familiar; había visto incontables campos de batalla así.

Sin embargo, había algo más. Mientras avanzaban, Rivon sentía una creciente inquietud dentro de sí. A pesar de la victoria, la guerra en Krion V no lo había satisfecho del todo. Había algo vacío en el hecho de que todo había terminado tan abruptamente. Rivon anhelaba más. Más combate, más poder, más de ese control que sentía sobre los enemigos cuando estaban bajo su espada.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una nave de transporte se acercó desde el cielo, descendiendo hacia la zona de extracción. El viento levantaba polvo y escombros mientras la nave se preparaba para el aterrizaje. Los Ascendidos, siempre organizados, comenzaron a formar filas, listos para ser evacuados.

Primera tanda, abordad la nave — ordenó el oficial.

Rivon miró a su alrededor una última vez antes de avanzar con su grupo hacia la rampa de la nave. Los motores zumbaban con una intensidad ensordecedora mientras subían a bordo. El interior de la nave estaba igual de oscuro y frío que el campo de batalla que habían dejado atrás, pero ofrecía una sensación de seguridad temporal. Sabían que la guerra en Krion V había terminado, y que pronto estarían de regreso en la nave insignia de la Mano, listos para su próximo destino.

Mientras despegaban, Rivon se apoyó contra una de las paredes metálicas de la nave, sus pensamientos ya alejados de Krion V. Su mirada fija en el vacío espacial más allá de la pequeña ventana. No había satisfacción en la victoria, solo una necesidad creciente de continuar. Sabía que este solo era un paso más en un camino mucho más largo.

¿Qué piensas, Rivon? — preguntó uno de los Ascendidos Menores, sentado cerca de él.

Rivon lo miró por un segundo, su rostro inexpresivo.

Que esto solo es el principio — respondió, su voz firme.

El Ascendido asintió lentamente. Sabían que la guerra no tenía fin, y que cada victoria solo los acercaba más a su próximo enfrentamiento.

La nave de transporte comenzó su ascenso hacia la órbita, dejando atrás el planeta destrozado. Krion V había caído, pero la galaxia estaba llena de otros mundos por conquistar, otras razas por subyugar. Rivon lo entendía mejor que nadie. Su misión, su verdadero propósito, aún no estaba claro, pero sabía que estaba destinado a algo mucho más grande que las guerras de estos mundos olvidados.

El viaje hacia la nave insignia fue breve. Al aterrizar, Rivon y el equipo de Ascendidos descendieron por la rampa, entrando de nuevo en el ambiente controlado de la gigantesca nave de la Mano. El interior de la nave era imponente, lleno de maquinaria de guerra, soldados y vehículos listos para el próximo despliegue. Aunque la misión en Krion V había terminado, los preparativos para la siguiente batalla ya estaban en marcha.

Rivon caminó por los pasillos metálicos, su armadura resonando con cada paso. La guerra, la sangre, y el control absoluto eran todo lo que le importaba ahora. Sabía que no tendría descanso por mucho tiempo, y eso lo satisfacía. Su sed de poder seguía creciendo, pero aún estaba por descubrir lo que realmente significaba.

Mientras se adentraba más en la nave, una sombra de pensamientos cruzaba su mente. Aunque no lo sabía con certeza, sentía que el verdadero desafío aún no había llegado. Krion V era solo un paso en un camino mucho más oscuro, uno que lo pondría cara a cara con su propia naturaleza y con los secretos que aún no comprendía del todo.

Al concluir la reunión de evaluación de la misión, Rivon fue llamado aparte. Esta vez, su desempeño no pasaría desapercibido entre los altos mandos. Un oficial Ascendido se acercó, portando varias insignias y dos galones distintivos.

Rivon, por tus acciones en Krion V y por tu implacable servicio, se te otorgan estas insignias — dijo el oficial, mientras comenzaba a ensamblar las piezas en la armadura de Rivon.

Las insignias brillaban suavemente en el frío resplandor de la sala, símbolos de su letalidad y eficacia en el campo de batalla. Los galones, sin embargo, representaban algo más significativo. Hechos de un material oscuro y casi indestructible, se colocaron en los hombros de su armadura. Cada galón representaba un peso tangible: los asesinatos que había cometido, los enemigos que había abatido sin piedad. No eran solo decoraciones, sino testigos mudos de su brutal eficiencia en la guerra. Quien viera esos galones sabría inmediatamente que Rivon era alguien que había conseguido logros importantes, alguien cuyo poder y habilidad eran incuestionables.

Con su armadura ahora adornada con estas insignias, Rivon no necesitaba palabras para mostrar quién era. Su presencia misma hablaba por él. Los soldados y legionarios que se cruzaban con él en los pasillos de la nave reconocían su estatus con una mezcla de respeto y temor.

Una vez ensambladas las insignias y los galones, Rivon fue liberado. Sus pasos resonaban en los fríos pasillos metálicos de la nave insignia, mientras se dirigía hacia el compartimiento donde se encontraba Sera. Sabía que las cosas habían cambiado para ellos; ya no eran esclavos, ya no eran los despojos que una vez fueron. Pero en su interior, Rivon también sabía que este cambio no era más que el primer paso en algo mucho más grande.

Pasando entre soldados y otros ciudadanos, Rivon notaba cómo las miradas se detenían en él por unos segundos más de lo habitual. La armadura que portaba y los símbolos de su poder hacían que incluso los más altos oficiales reconocieran su nuevo estatus. Aunque no lo demostrara abiertamente, Rivon sentía una satisfacción oscura al ver cómo la autoridad que ahora ejercía era palpable para todos.

Al llegar al compartimiento donde estaba Sera, la encontró descansando, agotada por las tensiones recientes. Sin embargo, al verlo entrar, se levantó rápidamente, notando las nuevas insignias en su armadura. Sus ojos se iluminaron brevemente, un destello de orgullo que intentó disimular.

¿Todo está bien? — preguntó Sera, mirándolo con cierta curiosidad.

Todo está en su lugar, respondió Rivon con una calma controlada, acercándose a ella.

En ese momento, mientras la miraba, Rivon sabía que aunque habían ganado en Krion V, el camino para obtener el verdadero poder apenas comenzaba. Sera representaba su conexión con su pasado, con lo que alguna vez fue, pero ahora todo había cambiado. Y en su interior, Rivon ya sabía que el futuro les depararía desafíos más oscuros y oportunidades más grandes para alcanzar la dominación absoluta.

Pero por ahora, decidió dejar a un lado esas preocupaciones. Lo único que importaba en ese momento era que el camino hacia su verdadero destino estaba cada vez más claro.


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