Angrod regresó a su oficina sumido en profundas reflexiones. Las condiciones del chico resonaban en su mente como un eco inquietante. Por un lado, la amenaza que se cernía sobre su familia era inminente, y la oferta de ayuda parecía una oportunidad única. Sin embargo, la frialdad y el enigmático comportamiento del extraño le inspiraban desconfianza.
Se paseó de un lado a otro en su oficina, sus manos entrelazadas detrás de la espalda. ¿Podría confiar en alguien que ofrecía ayuda a cambio de la vida de sus enemigos? La idea le revolvía el estómago. Pero, ¿qué otra opción tenía? Sus activos eran limitados, y el tiempo se agotaba.
Se sentó en su escritorio y se apoyó en el respaldo de la silla. ¿Qué sabía este extraño sobre los enemigos de su familia? ¿Cómo había obtenido información tan precisa? Y lo más importante, ¿cuáles eran sus verdaderas intenciones?
La imagen de su nieta, inocente y despreocupada, cruzó su mente. No podía permitir que nada le sucediera. Tenía que tomar una decisión, y rápido. Pero, ¿cómo podía estar seguro de que estaba tomando la decisión correcta?
De repente, un golpe en la puerta lo sobresaltó. Se trataba de la líder de la guardia real.
"El rey lo solicita en la sala de la mansión".
Angrod se levantó de la silla y asintió con la cabeza. Tenía que dejar de darle vueltas al asunto por el momento. Había una reunión importante que atender. Sin embargo, sabía que esta decisión pesaría sobre ellos.
Él salió de la oficina en la que se encontraban. Detrás lo seguían la líder de la guardia real y el comandante de las fuerzas del reino de los elfos, Eru. Él no tardó mucho en llegar a la sala de la mansión. Cuando finalmente llegó, pudo ver a su hijo sentado en una elegante silla. Su hijo, el rey, parecía estar escaneándolo de pies a cabeza con una mirada inquisitiva. Él estaba acompañado por su esposa, Eryn. Idril también se encontraba sentada con ellos, y los demás miembros de la guardia real, que normalmente estaban ocultos, le miraban a la cara. Sin perder el tiempo, le hizo unas señas para que se sentara y finalmente habló:
"Padre, cuéntame todo lo que hablaste con ese individuo".
Y así fue la primera declaración que hizo el rey. Quería saber cada detalle de lo que había hablado con aquel extraño individuo. Quería que hablara de absolutamente todo. Angrod se encontraba rodeado de miradas. Él, no teniendo otra alternativa, soltó un suspiro y comenzó a hablar. Les empezó a comentar todo lo que había hablado con aquel chico y les habló también de las condiciones que él había puesto. También les dijo que si esas condiciones no las podían cumplir, entonces no los ayudarían y los dejaría a su suerte. También les contó a todos, incluyendo a la guardia real, que en los próximos días posiblemente serían atacados por los mismos individuos que invadieron el palacio antes.
Cuando finalmente terminó de contarles todo lo que había hablado con aquel chico, Angrod pudo ver la tensión que había en la sala. La guardia real, que normalmente no mostraba expresión, ya que habían entrenado para no mostrar debilidad, se podían ver un poco consternados por la información que les acababan de dar. La primera persona en romper el silencio que se había formado en la sala fue el rey:
"¿Qué es lo que quiere ese individuo con mi hija?".
Se podía sentir una ira en la voz del rey. Era evidente que no estaba contento con lo que acababa de escuchar. Aquel extraño ser parecía estar planeando algo con su hija. Eso ya era motivo de preocupación. No quería que le pasara nada a su hija, y mucho menos que le hicieran algo raro. La respuesta que esperaba el rey no vino de su padre, sino de su amada esposa, la reina.
"Quién sabe, a lo mejor su deseo de proteger a mi niña es genuino", respondió Eryn en un tono medio serio. La verdad era que ella confiaba en aquel extraño ser. Después de todo, había salvado la vida de su hija, no solo una vez, sino dos. Incluso se tomó las molestias de sanar a su esposo, que él mismo había herido de muerte. Ella también tenía sus dudas, pero en su interior algo le decía que aquel individuo no era una mala persona. Su esposo le respondió:
"¿Proteger esa cosa monstruosa a nuestra hija?".
Defendió la reina rápidamente:
"Te recuerdo, cariño, que esa cosa monstruosa ya le salvó la vida en dos ocasiones a nuestra pequeña".
El rey no pudo replicar ante la defensa de su esposa. Ella tenía un punto claro que defender, y además él sabía mejor que nadie que cuando su esposa defendía con sus argumentos, nadie le podía ganar. Él sabía mejor que nadie que su esposa estaba agradecida con aquel individuo por haberle salvado la vida a su hija y, según lo que había escuchado, también lo había sanado a él usando un poder extraño. Al ver hacia dónde se dirigía la conversación, Idril decidió intervenir. Su estado de ánimo no era el mejor. Tenía muchas cosas en la cabeza con las que lidiar. Ella, mejor que nadie, sabía que le faltaba fuerza en esos momentos, y no podía negar que la ayuda de ese extraño ser resultaría beneficiosa si se utilizaba bien.
"No me agrada ese humano, elemental, monstruo o lo que sea, pero de una cosa estoy segura, y es que lo necesitaremos para evitar nuestra caída. Si ese domador de bestias vuelve, sin lugar a dudas me mantendrá ocupada lo suficiente para no poder prestar atención a otras personas".
Ella básicamente estaba pidiendo que le dieran una oportunidad al chico. Estaban en lo correcto. Ese domador de bestias con el que había luchado antes se equiparaba con ella en poder y debía ser tratado con extremo cuidado. Sus palabras cayeron como un balde de agua fría a las demás personas que estaban en la sala escuchando y prestando atención. Su hermana mayor habló:
"Idril, sé sincera conmigo, ¿qué tan fuerte crees que es ese chico? ¿Crees que él puede proteger a Lia de un mal que nosotros somos incapaces de ver?".
Idril escuchó las palabras de su hermana mayor y cerró los ojos en una profunda reflexión. Después de un rato, los abrió lentamente y se dispuso a responderle la pregunta a su hermana:
"Hermana, ese tipo no me teme, a pesar de haberse enfrentado a mí en dos ocasiones; sin lugar a dudas posee un gran poder. He imaginado varias veces en mi mente una forma de matarlo, pero no se me ocurre una buena idea. Incluso hace poco, cuando lo vi herido y sin una extremidad, dudé en poder asesinarlo. Me enojó la confianza que tenía en ese momento, pero de una cosa estoy segura: si él de verdad está tratando de proteger a Lia, entonces dudo que alguien sea capaz de dañarla".
"Parece que pensamos de formas similares, Idril", dijo Eryn con una sonrisa de punta a punta. Lo que su hermana menor le había dicho la puso de un muy buen humor.
"La única forma de matarlo que se me ocurre es usar la 'manifestación'", dijo Idril en un tono extraño.
Cuando ella dijo eso, todos la miraron con extrañas miradas. Acudir a la manifestación para aniquilarlo era ir demasiado lejos. Para empezar, ese poder solo se podía utilizar por un tiempo determinado, y la persona que lo utilizaba sufría un gran desgaste que lo dejaba fuera de combate por algún tiempo.
"Jajaja, y pensar que incluso tú piensas eso, Idril. Parece que después de todo sí lo consideras una amenaza", dijo Angrod riéndose.
Idril se molestó con esa declaración.
"Eso lo dice porque usted no lo ha enfrentado. Lo invito a que lo enfrente y se entere de primera mano de lo que es capaz".
Las quejas resonaron por toda la sala. Ella estaba muy molesta. Era obvio que ella lo consideraba una amenaza. ¿Cómo era posible que un chico de tan corta edad pudiera plantarle cara a la maga más fuerte del reino de los elfos? Era un motivo de preocupación para todos. Para rematar el asunto, el chico había evitado ser eliminado por ellos tomándola a ella como rehén. Había que estar loco para tratar de secuestrar a la más fuerte del reino, pero ese chico osado incluso se atrevió a controlarla a ella.
Todos tuvieron una fuerte discusión acalorada sobre el tema. De esta forma pasó al menos una hora desde que habían empezado a discutir, pero básicamente la reina había logrado hacer que todos vieran los puntos buenos de acceder a las condiciones de aquel chico. El rey finalmente habló y había tomado una decisión:
"Está bien; dejaré que ese monstruo le enseñe sobre la magia a mi hija, pero bajo supervisión de la guardia real o de Idril".