La mujer levantó las cejas, insegura sobre el significado detrás de sus palabras.
—Ya sabes que a gente como yo nos gusta disfrutar del drama ajeno más que cualquier cosa —explicó Kyle—. ¿Qué te parece si les das otro jugoso pedazo para saborear?
Regresó al sofá y añadió:
—Pídele al señor Clark que cree un fondo secreto para ti y luego desvela que es tu dinero desde siempre. Así, puedes inventar una historia conmovedora de cómo en realidad has sido rica todo el tiempo gracias a tu ingenio y trabajo duro y no quisiste revelarlo a nadie porque querías que la gente te apreciara por quién eras y no solo porque también eras rica.
Los ojos de Samantha brillaron de emoción. Era perfecto; una historia de Cenicienta que sería consumida con avidez por los medios y todo el mundo, no solo la alta sociedad, siempre y cuando disfrutaran del chisme.
Ella sonrió, y esta vez, fue una emoción genuina.
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