La tía se levantó y dijo:
—Si puedes curar mi cirrosis hepática, ¡te cederé mi asiento!
—¿Qué estás haciendo siendo tan imprudente, si él es sólo un joven, cómo podría saber de medicina! —Liu Wenyun regañó apresuradamente.
A pesar de ello, la tía permaneció decidida; para alguien que estaba afectado por una enfermedad terminal y que podría dejar este mundo en cualquier momento, nada era más importante que sobrevivir. Estar vivo era mejor que cualquier cosa; respirar, abrir los ojos y ver el mundo, estar libre de dolor y enfermedad, esa era la mayor búsqueda de la vida.
Nadie podía entender cuán intenso podía ser el deseo de vida de una persona. Tampoco nadie podía comprender las absurdas longitudes a las que uno podría llegar en la búsqueda de la supervivencia.