—Por favor, Sofía. Solo dime qué te molesta... No esperaba que lloraras la muerte de este Lord Ferdinand y su sobrino. No imaginaba que estuvieran relacionados contigo o algo por el estilo.
—Por supuesto —dijo Sophie.
—¿Qué? —Leland parpadeó confundido.
—No había forma de que lo supieras, Leland —Sophie le sonrió y optó por ser más lógica—. Tú aún no estabas en ese momento.
—Por favor, háblame más claramente, Sofía —suplicó Leland—. ¿Cómo sabré qué es lo que realmente te perturba? Puede que sea tu compañero, pero no puedo leer tu mente.
Sophie cerró los ojos y tomó una profunda y temblorosa respiración. Su corazón latía fuertemente y trataba de ocultar las emociones que se desbordaban por su pecho. —Yo... lo siento, Leland. Quiero ir a nuestra habitación.
Tenía sentido para Sophie que Leland no supiera nada sobre Nicolás.