—Eres hermosa —dijo Sophie.
Leland se ruborizó con el cumplido pero luego negó con la cabeza. Extendió la mano y apartó su cabello tras una oreja y dijo —No. La bella eres tú, Sofía. No se le dice a un hombre que es hermoso…
—Ah… sabes a qué me refiero… —Antes de que Sophie terminara su frase, Leland se inclinó y la besó apasionadamente, acabando efectivamente con su oportunidad de discutir más.
Ahora que él se había abierto a ella, le había mostrado su verdadero yo, Leland sabía que ella era verdaderamente su compañera. No podía esperar para aparearse con ella.
Sophie soltó un suave gemido cuando Leland finalmente terminó el largo y apasionado beso. Su cuerpo se presionaba contra el de ella y llevó sus besos a sus pechos. Sus pezones estaban firmes por la sesión de besos.
Sophie contuvo su gemido cuando él tomó una boca llena de su montículo derecho y lo succionó con avidez.