—Lo siento, Sra. Yontz. No puedo revelar la información de mi cliente, o podría quejarme —Sarah no se atrevía a ofender al Señor Sterling.
Valerie ahora era tratada por todos con indulgencia, y toda la familia Sterling le obedecía sin cuestionar. Nadie se atrevía a rechazar su solicitud. Valerie rodó los ojos y dijo perezosamente:
—Si no me lo dices, no te daré el triple de salario.
—Sra. Yontz, ¿cómo pudo... —Sarah se sorprendió al ver que Valerie rompía su promesa por esto.
—Es solo un acuerdo verbal. Aún no hemos hecho un trato —Valerie olfateó, haciendo una afectación de indiferencia.
Aparte de la curiosidad, Valerie también sentía celos de la mujer que había sido atendida por la enfermera jefa antes que ella, por lo que estaba decidida a saber quién era esa mujer.
¿Quién más podría ser más preciosa que la futura joven señora de la familia Sterling?
—Pero... —Sarah dudó.