Esa fue la razón por la que Liam aceptó el caso del Señor Yun. Liam tenía que asegurarse de ganar el juicio por el bien de Shawn Ken, su primo recién encontrado, para que él pudiera vivir una vida normal, o de lo contrario se aseguraría de que Shawn regresara al fondo del pozo del que había salido.
Liam apretó la mandíbula pero mantuvo su compostura.
—¿Cuántas veces necesito repetirlo, Señor Yun? ¿Cómo puedo defender a alguien que no confía completamente en mí? Estoy seguro de que usted conoce bien mis capacidades, pero todos los clientes que he defendido hasta la fecha nunca me ocultaron ni un solo detalle sobre su caso —comentó Liam con indiferencia mientras se aflojaba la corbata.
Una sonrisa pícara apareció en su rostro mientras la compostura de Lana surgía ante él. Su tigresa dominaba el piso tan bien, y él se sentía tan orgulloso.
—¿Estás sonriendo ante mí? —exclamó Yun con sus ojos afilados lanzando puñaladas a Liam.