—¡Pervertido! Apúrate y vístete o te echaré de la habitación de inmediato —gruñó Lana y pisoteó, caminando al lado de su cama para sentarse.
Cruzó los brazos y con las fosas nasales inflamadas miró a Liam y añadió:
— Solo tendré una regla dentro de mi habitación y es que nunca debes cruzar mi cama... Estás prohibido aquí o de lo contrario te echaré. Espera… Deberías irte por tu propia voluntad.
Lana casi olvidó que no podía echar a Liam debido a su madre, así que Liam debe ofrecerse a irse si no seguía sus reglas.
Lana escuchó que Liam se rió entre dientes y dijo:
— Déjame vestirme primero amor y luego hablemos.
La cara de Lana se arrugó al ver que Liam incluso tuvo el atrevimiento de guiñarle un ojo antes de entrar al baño.
—¿Qué diablos le pasa? —se quejó Lana y se tocó el pecho antes de añadir en un susurro:
— ¿Qué me pasa también a mí?