Domingo por la mañana, Lana aún dormía cuando Liam llegó al hospital con los platos que había cocinado con todo su corazón para Lana y su suegra.
Silenciosamente dejó las cajas sobre la mesa, luego observó esa adorable cara dormida de Lana. Desvió la mirada hacia la Sra. Huang, quien también estaba dormida antes de arrodillarse en el suelo para observar mejor a Lana mientras dormía. Se acercó más... Lana olía tan bien que deseaba acurrucarse en sus brazos y olerla durante mucho tiempo.
Liam volvió a mirar la cama de la Sra. Huang antes de inclinar su rostro para darle otro beso robado a Lana en los labios. Fue muy rápido solo porque en realidad tenía miedo de que Lana lo descubriera.
—Maldición —murmuró en silencio, dándose cuenta de lo que acababa de hacer.
—Buenos días, hijo, y he visto eso —escuchó que su suegra lo saludaba con una voz débil y baja. Liam se levantó y le dio a su suegra una sonrisa incómoda y culpable.