Una semana después...
Diana hurgaba en su comida en el comedor, con el rostro sombrío. La ceremonia del Premio de Cine de Hollywood estaba a solo unos días y todavía no tenía acompañante; sabía que no podía llevar a cualquiera porque podrían empezar a circular rumores, y eso no era lo que quería.
Suspiró, levantándose de la mesa y arrastrando los pies hacia su cama; había perdido el apetito por completo.
Su cama estaba fría cuando se acostó en ella, Diana no se había dado cuenta de lo sola que estaba hasta ahora. Todo estaba tranquilo y sereno. Podía oír las gotas de lluvia distantes afuera y los ligeros pasos de María mientras iba al comedor a recoger los platos.