El clima fue bueno por el resto del viaje y Sirrah estaba agradecida de que Eltanin ya no viniera a molestarlas. Su excusa de que las chicas necesitaban descansar, debido al agotamiento extremo, funcionó bien. La nieve había dejado de caer y solo era un frío viento lo que soplaba a través del bosque. Esa era la única razón por la que pudieron avanzar a tal velocidad. Llegaron a las fronteras de la capital después del atardecer.
A lo largo de todo el viaje, Sirrah tuvo problemas para vigilar a su animada hija, todo lo que quería era salir. Por otro lado, Tania se sentó en silencio, mientras las observaba.
Apenas unas horas más y todos estarían en Draka. La caravana se detuvo de repente.
Morava corrió la ventana de cristal y preguntó a Mizvah, —¿Por qué nos hemos detenido?
—No sé —él respondió mientras miraba hacia adelante, entrecerrando los ojos para ver mejor.