—¿Responsable? ¿Responsable de qué?
Molly Walker se quedó desconcertada.
—No hace falta, estamos divorciados, ¿no? —se rió nerviosamente.
—El bebé necesita un padre —comentó sorprendentemente Michael Gallagher.
El ritmo cardíaco de Molly se disparó, sus labios se tensaron.
—¿Qué?
Parecía una pequeña coneja asustada, sus puros ojos de cierva llenos de terror, esquivando su mirada como si hubiera hecho algo culpable.
Esta era una faceta de ella que él rara vez veía.
—Me refiero a nombre —soltó una risita ligera Michael, de repente con ganas de molestarla.
—¿Podría saberlo?
La expresión de Molly se congeló. En ese momento, su mente zumbaba con negaciones.
—Hay muchos hombres que quieren ser el padre del bebé. ¿Qué diferencia hace uno más? —Michael hizo una pausa, una sonrisa burlona en sus labios—. ¿Sería ese el tipo de hombre responsable que tenías en mente?
A pesar de sus comentarios sarcásticos, Molly no sintió ira, sino alivio en su lugar.