—Sara seguía diciendo que había cometido esos errores por el bien del niño, pero no mencionó en absoluto a Harper, como si hubiera olvidado que tenía un hijo. ¡Al final, era egoísta! Porque en la familia Walton, la hija podía ayudarla a conseguirlo todo, pero el hijo no. Los chicos Walton eran muy estrictos y querían ganar dinero por sí mismos. La familia Walton podía ser su respaldo y su contexto, pero no podían ser su tesorería. Sin embargo, Sara sentía que las hijas Walton eran diferentes. Una chica era delicada y débil. ¿Por qué necesitaba esforzarse? Solo tenía que acostarse y ganar. Si retrocedemos un paso, cuando una chica se casaba, la dote también era una gran fortuna.
—Helena miró fríamente a Sara. Era imposible no odiarla. —dijo débilmente—. Sara, recibirás tu castigo.
—Jorge también se levantó. —Mia, vámonos—. No hacía falta preguntar. No tenía sentido. ¡Quería que Sara sufriera en prisión!