—¡Qué burla! —Li Guang colocó sus manos detrás de su espalda, con una sonrisa burlona en los labios—. ¡Aunque puedas localizar todos estos artículos, eso no prueba que los chefs los hayan usado en el almuerzo de hoy!
—Presidenta Fang, usted tiene derecho a elegir sus alimentos, ¡pero las acusaciones sin fundamento son inaceptables! —expresó su descontento Zhao Quan.
—Inicialmente, tenía la intención de minimizar este asunto por consideración a nuestros lazos familiares. Sin embargo, insististe en ponerte esa etiqueta condenatoria. Ahora, todos han malinterpretado la situación con nuestra cafetería. ¡Tendremos que involucrar a la policía! —Li Guang parecía una hiena enfurecida, sus ojos llenos de malicia mientras miraba fijamente a Fang Yuan.
—¡Está bien! —En lugar de sentirse intimidada, Fang Yuan respondió resueltamente—. Sr. Li, considerando su edad, si tiene problemas con su teléfono, puedo hacer que Wang Ning le asista.