An Xiran había esperado ver la cara arrogante de Bai Haoxuan al entrar, pero la realidad fue diferente.
Estaba un poco desconcertado. ¿Había entrado en el lugar equivocado?
No había rastro de Bai Haoxuan, ni de dos socios conspirando para traicionarlo. En su lugar, había un hombre sorprendentemente guapo y enigmático que parecía un hada.
—¿Eres An Xiran? —Shen Junqing se recostaba con elegancia en el sofá, sosteniendo una copa de vino en su mano. Sus ojos de flor de durazno llevaban una sonrisa seductora.
—Yo soy... —An Xiran asintió, sintiéndose algo inseguro—. ¿Y usted es, señor?
—Soy el tercer hermano reconocido por Yanyan. Ella me pidió que manejara un pequeño asunto.
Shen Junqing dejó la copa de vino y tomó una pila de documentos de la mesa de café frente a él.
—Considere esto un pequeño regalo de mi parte para Yanyan. Por favor acéptelo.
An Xiran: ???
¿Dónde había encontrado Yanyan otro hermano?