Reiner se acercó a mí antes de arrodillarse y tomar mi mano entre las suyas, colocando el dorso de mi mano contra sus labios. Me besó suavemente el dorso de la mano y, aunque sabía que no eran más que bromas de cortesía, sentí que una chispa de electricidad recorría mi brazo desde el punto de contacto de su beso.
"Me llamo Reiner. Puedes llamarme Reiner o cualquier otro nombre que desees. Estoy aquí para servirle de guardaespaldas y mayordomo. Me siento feliz y honrado de conocerle por fin", declaró Reiner con su voz profunda y formal.
"Umm... lo mismo digo. Quiero decir que yo también estoy encantada de conocerte", tartamudeé un poco al responderle.
Soltándome la mano, Reiner se puso de pie.
"Tengo trabajo que hacer. Natalia, ¿por qué no le enseñas la casa a Reiner y pasas un rato con él para conocernos mejor? Que tengáis un buen día los dos", Lucien nos indicó que saliéramos de su estudio.