Chapitre 9: Los Gemelos Harriet.
- ! Suéltenme! - reclama, mientras el cuchillo penetra por el ojo derecho, haciendo escapar el glóbulo al suelo, cuyo sostén es un hilo; fibra fina de tensiones musculares.
Pronto dejará de quejarse.
No debió entrar aquí. Nadie entra, sino que nosotros los traemos.
El oficial Mayer, ingresó a la casa de los robustos hermanos Harriet, por la desaparición de un niño del barrio. No tardó en suponer que algo se ocultaba. Estaban solos. Sus padres aparentemente se encontraban de vacaciones en un lugar frio. Como ellos les gusta expresar con cierta, escases de vocabulario en un tartamudeo, o en repeticiones. Dicen lo- lo-os lu- lu-gares helados son buenos pa - pa- para, tomar un descanso, explica titilando la ceja izquierda. Ed Harriet, su mano, y dedos temblando. Otros prefieren lugares, lugares, más húmedos, y luego los que hayan el calor como comodidad. Mucha comodidad, si mucha, comodidad; titila la ceja derecha de Ted Harriet. Transpirando por sus poros adrenalina áspera, mientras su gemelo, rasca el lóbulo del oído de la victima escarbando con un lápiz de punta.
- ¿Usted que prefiere? Dígalo ¿Que prefiere? ¡Prefiere!, ¡prefiere!
- No sé, ¡déjenme! ¡Déjenme!
- Diii ga - ga!
- ¡¡¡El calor!!!.Tal vez. Le comentó el oficial antes de quedar completamente ciego.
El golpe en su cabeza con un bastón de metal, quebró su cráneo. Apenas la masa encefálica se podía notar, con la sangre.
- ¿No quiere frio? ¡Frio!. Hay lugar
- Él, de- desea calor.
Con el hacha volaban pedazos, al suelo. Un juego divertido. El horno esta preparado, para que la cabeza sin ojos pasase su tiempo. Al abrir el refrigerador estaban allí, aún disfrutando de la nieve del frezzer, sus padres. Espero estén di-divirtiéndose. Piensa Ed.
Ted, baja al sótano. El olor era tremendo. Es que no te bañas, bañas, basura, dice a una carne con huesos de aquel desaparecido menor. Los gemelos Harriet, son hospitalarios. Y le gusta enviar a la gente a lugares interesantes. Su siniestra mirada en la ventana atrae a los incrédulos, a inocentes, y quién pase por allí queriendo entrar sin ser invitado a su morada de locura y terror.
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