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32.35% El Reino de las Garras (SAGA) / Chapter 11: Capítulo 10: El amanecer

Chapitre 11: Capítulo 10: El amanecer

Isolde de alguna manera había llegado a la pesebrera donde estaba el jabalí gigante, y alguien más estaba oculto ahí, eran Adelaida, Sabina y Benedict, que en medio del caos se habían ocultado ahí y por alguna razón ninguno de los asesinos negros había venido a revisar el lugar, quizás pensarían que solo encontrarían gallinas y caballos.

Sabina se acercó a la pared de la pesebrera y en medio de las tablas de madera que conformaban puso su mirada para ver lo que sucedía afuera. Veía mucho humo que no dejaba ver más allá de 2 metros de distancias y ocasionalmente veía destellos de luz, probablemente de los dragones incendiando las casas y atacando la gente.

Todo parecía muy calmado afuera dentro de lo posible considerando que estaban invadiendo el pueblo, pero rápidamente apareció un ojo del otro lado del muro de la pesebrera viendo hacia adentro, era uno de los soldados de armaduras negras. Rápidamente la puerta de la pesebrera cayó y entraron 6 caballeros oscuros, todas las personas dentro de la pesebrera entraron en pánico. Aquellos soldados solo sonreían y parecían que estaban hambrientos de sangre.

Lo que no esperaban estos caballeros es que al fondo de la pesebrera, oculto en las sombras, había una bestia gigantes observándolos mientras salía vapor de su nariz y boca, era el jabalí gigante. Los soldados rápidamente empuñaron las espadas, Adelaida y compañía se cubrieron rápidamente, el jabalí arremetió rápidamente contra los soldados destruyendo el techo de la pesebrera y mandando a los soldados a volar lejos cayendo al suelo como bolsas de papas y haciendo un sonido como de un huevo destripándose, esos soldados seguramente no se pondrían de pie nuevamente. Esto alerto a los otros soldados oscuros que estaban por los alrededores, incluyendo a los jinetes con sus dragones.

La batalla entre la bestia jabalí y los dragones y los caballeros estaba comenzando.

Flechas volaban por el nublado cielo, algunas impactando contra el jabalí y otras contra el suelo, mientras que los dragones expulsaban llamaradas de sus mandíbulas para quemar al jabalí, aprovechando este momento, aunque fuera doloroso, Sabina escapo junto a Adelaida, Isolde y Benedict, y esperar que el jabalí saliera victorioso de esta pelea.

Isolde, Sabina, Adelaida y Benedict corrieron lo más rápido sin mirar atrás mientras escuchaban los rugidos del jabalí que habían abandonado, pero esa era su vía su escape.

El jabalí empezó a correr erráticamente por el pueblo causando la mayor cantidad de daño a los invasores, empalando sus dragones con sus enormes cuernos y aplastando a los soldados con sus enormes pezuñas. Eso era lo que él era, una bestia salvaje, casi lo había olvidado por la paz que había encontrado en el pueblo, pero ahora usaría ese salvajismo para ayudar a los del mismo pueblo que lo acogieron.

El jabalí seguía corriendo mientras que en sus cuernos tenia partes de dragones desgarradas colgándoles y en su pelaje se habían enredado pedazos de soldados dejando un rastro de sangre por donde pasaba.

Muchos soldados del área estaban tan concentrados en el jabalí que empezaron a ignorar a los habitantes restantes para usar todos sus esfuerzos en eliminar a la bestia. Gracias a esta abertura, muchos pueblerinos empezaron a escapar del alcance de los soldados.

Daegal seguía corriendo con su ropa llena de suciedad y sangre, tanto propia como de enemigos, pero sus heridas no eran graves realmente, no moriría por ellas. Él se dirigía hacia la pesebrera donde había escuchado que había un monstruo atacando a los caballeros negros, el probablemente conocía a ese monstruo, quizás más personas se habían escondido con el monstruo y este los estaba protegiendo, ese era un pensamiento muy positivo en esta situación.

Aldous se encontraba acompañado del líder del pueblo, Roshiu, seguido por Burchard, Sigrid y 5 acompañantes más, ya eran un grupo lo suficientemente grande para llamar la atención de los caballeros negros. En este momento lo único que se cruzaba por la mente de Aldous era encontrar a los otros niños y escapar de ese pueblo lo más rápido posible, no había esperanza para ellos ahí.

Cada vez se dificultaba más respirar en medio de todo el fuego y humo, sin contar los cadáveres que pisaban mientras recorrían el pueblo que alguna vez estuvo lleno de sonrisas, ya no quedaba nada de él, no entendía por qué les hacían eso y de dónde venían estos soldados sin banderas, no tenían nada que los asociara a algún reino, era muy extraño, pero no era momento de pensar eso, una cosa a la vez, su prioridad era encontrar a los niños y escapar.

Ya estaban llegando a la pesebrera que se encontraba subiendo una colina, mientras más avanzaban, encontraban restos de caballeros y dragones, era una verdadera masacre. Todos empezaron a caminar más lento, con cada pisada algo viscoso se deslizaba entre sus zapatos, podría ser cualquier cosa.

Burchard hablo con una respiración agitada.

-¿Pero qué demonios paso aquí?

Aldous rápidamente hablo para que las personas no entraran en pánico.

-Empuñen sus armas, no se preocupen por los muertos, ellos no los mataran.

Con estas palabras todos los seguidores tragaron saliva, empuñaron sus armas con más fuerza y siguieron su camino a la pesebrera.

Llegaron y lo que se encontraron no fue un paisaje que cualquiera pudiera ver.

Daegal seguía corriendo hacia la colina donde se ubicaba la pesebrera, no entendía como alguien como el seguía con vida, aunque tampoco es que quisiera morir. Mientras seguía corriendo se dio cuenta que el camino estaba adornado por un baño de sangre y entrañas, realmente aquí había ocurrido una gran batalla.

-Mierda, espero que todos estén bien...

Daegal seguía con un pensamiento demasiado positivo mientras seguía subiendo la colina y ahí lo vio.

A unos 6 metros se encontraban Aldous junto a Burchard, Adelaida, Roshiu y otras personas que había visto y saludado ocasionalmente en el pueblo. Pero a pesar de esto, verlos a ellos no causo gran impresión, lo que atraía toda su atención no eran el grupo de personas a 6 metros de distancia, era lo que había en medio.

Piernas, brazos, huesos, órganos, garras, alas, colas, están eran las cosas que estaban sobre y alrededor del jabalí colosal. Mientras expulsaba humo por la nariz y boca, el jabalí estaba de pie lleno de heridas tanto de espadas, flechas y fuego. Muchos de sus músculos estaban expuestos por la ausencia de piel, incluso parte de su mandíbula ahora solo era sangre y hueso expuesto. Por su estómago salía una protuberancia que parecían ser sus tripas a punto de caer al suelo frio.

Todos estaban perplejos ante esta imagen, el jabalí apenas si se podía mantener en pie pero noto la presencia de todos y les dio una mirada de ''lo logre, los protegí''. Esto causo que Daegal sintiera un gran nudo en el pecho y no salieran las palabras, sus ojos se inyectaron en sangre y empezaron a brotar lágrimas de ellos.

La espalda del jabalí colosal se empezó a mover de forma antinatural y un segundo después exploto saliendo de su interior un dragón color naranja con rayas negras montado por un jinete oscuro. Todos los huesos y órganos del jabalí salieron expulsados por el aire provocando una lluvia de sangre que cayó sobre todos los presentes. El dragón había entrado por el estómago del jabalí y se lo había empezado a comer desde adentro sin que el jabalí pudiera hacer nada.

Daegal se quedó congelado por el shock, y no fue el único, el resto que había presenciado tal acto también. Excepto Aldous, él debía ser el adulto y guerrero aquí.

-¡¡REACCIONA DAEGAL MALDICIÓN!!

Con un grito de Aldous, Daegal entro en razón y rápidamente empuño su espada, tanto alumno como maestro se abalanzaron sobre el dragón naranja que había asesinado cruelmente a su amigo, el amigo de todos en el pueblo.

El dragón naranja empezó a lanzar bolas de fuego guiado por su jinete.

-¡MATALOS, MATALOS A TODOS, JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Daegal y Aldous empezaron a esquivar las bolas de fuego o repelerlas con sus espadas, aunque igual estaban lentamente recibiendo daño por los golpes colaterales. Los demás presentes bañados en sangre, rápidamente buscaron refugio en los escombros mientras que Aldous y Daegal se encargaban.

La batalla era algo más dura de lo que Daegal podía soportar, rápidamente sus pies le fallaron y se tropezó, ante esta situación, el dragón naranja lanzo su cola sobre él, los dragones al tener escamas tan gruesas fácilmente podrían actuar como pequeñas navajas, y Daegal iba a recibir un golpe directo de algo como esto, pero.

Daegal sintió un leve empujón en su espalda, era de Aldous, este empujón fue suficiente para sacar a Daegal del alcance de la cola del dragón naranja, pero en su lugar, Aldous recibió el impacto en su abdomen, desgarrándole la ropa y la piel y rompiéndole algunas costillas lanzándolo a unos 3 metros de distancia chocando contra una columna de madera de una casa.

La mirada de Aldous divagaba por todo el lugar, no veía muy bien, sentía su cuerpo muy caliente y rápidamente un dolor electrizante llego a su cerebro lo que hizo que soltara un grito desgarrador.

-¡GGGGGAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!

Aldous no se podía poner de pie por el inmenso dolor, ante esta situación, las personas que antes estaban cubiertas, salieron de sus refugios y empezaron a atacar al dragón naranja, pero este rápidamente cogió una altura significativa donde las espadas de los pueblerinos no lo alcanzaran, Daegal estaba pensando en que podría hacer, pero el dragón rápidamente empezó a expulsar humo de su nariz y boca, su pecho empezó a brillar, iba a atacar con una llamarada.

-¡MALDICION!

Daegal agarro su espada lo más fuerte posible y la lanzo hacia el dragón y esta se clavó bajo la mandíbula del dragón haciendo suficiente presión para que la atravesara por encima sellando la boca del dragón y haciendo que por la presión de su ataque interrumpido el dragón empezara a sangrar por los ojos y eventualmente desde su pecho hasta su cabeza se empezaran a generar grietas que expulsaron llamas hasta que la cabeza del dragón exploto y cayó a tierra nuevamente.

En medio de los restos del dragón salió el jinete arrastrándose con las piernas rotas.

Daegal se acercó y levanto su espada bañada en sangre y ceniza.

-¡Espera, podemos negociar, perdóname!

El jinete aun en el suelo empezó a suplicar por su vida a aquel niño frente a el que portaba una espada.

Daegal solo lo observaba con una mirada sombría, las lágrimas se había secado sobre su piel y solo quedaba la marca de suciedad por donde pasaron.

El ya no era un niño, ese niño ya había muerto, Daegal ahora era diferente.

Aldous estaba siendo atendido por Burchard y Roshiu pero observaba desde lejos lo que hacía Daegal.

Daegal levanto suavemente su espada y coloco la punta de esta sobre la frente del jinete.

-Las personas como tú no merecen vivir...

Y muy lentamente Daegal hizo presión en la espada mientras se hacia una dentro de la cabeza del jinete.

-¡Espera espera espera!

El jinete aún hablaba.

-Es... pe... es...

Las palabras del jinete rápidamente se volvieron un sinsentido total, sus ojos empezaron a mirar a lados opuestos uno del otro mientras expulsaban sangre igual que su nariz, boca y oídos.

El jinete que tanto dolor les había causado, dejo de moverse.

Daegal puso su pie derecho sobre la cabeza del jinete e hizo presión para sacar su espada.

Ante los ojos de Aldous, esta acción solo significaba que Daegal había perdido su inocencia, tenía las manos manchadas de sangre.

Rápidamente Daegal guardo su espada y hablo.

-¿Cómo esta Aldous?

A lo que Aldous lo miro con los ojos entrecerrados y le respondió.

-A pesar de como se ve, no voy a morirme con un rasguño como este, jajajajaja.

Aldous empezó a caminar mientras se apoyaba en Roshiu y Burchard.

Daegal sonrió y dijo algo que Aldous ya llevaba mucho tiempo pensando.

-Ya no podemos nada por el pueblo, debemos escapar al bosque del origen, es más seguro que aquí en estos momentos.

-Tienes razón.

Le respondió Aldous aun con dolor en el abdomen.

Todo el grupo empezó a moverse hacia el bosque del origen que sería su refugio a partir de ahora mientras que venían soldados de la capital de espinas para brindarles auxilio.

El dragón purpura (Akutah) estaba volando los alrededores del pueblo buscando a Daegal, ya no había visto más sobrevivientes, asumió que habían escapado o habían sido asesinados.

Todo estaba pasando como lo vio en la visión del alce blanco, pero todavía habían cosas muy ambiguas, no sabía cómo iba a terminar esto.

Vio un grupo de soldados oscuros apuñalando una niña con sus largas espadas, Akutah rápidamente se dejó caer a toda velocidad en su dirección y lanzo una llamarada quemando a los soldados. Mientras que estos se revolcaban en la tierra por el dolor de estar siendo quemados, Akutah asistió a la niña herida, pero ya era muy tarde, aquella niña había sido perforada en distintas partes de su cuerpo, abdomen, pecho, brazos, piernas y cabeza, ya había perdido todo rastro de humanidad. Akutah miro en dirección de los soldados oscuros ahora carbonizados pero vivos mientras se arrastraban lejos de él. Cogió impulso con sus piernas y de un solo aleteo voló tan rápido que de un solo mordisco arranco la cabeza de uno de los soldados y con la cola le rompió el cuello al otro.

Empezó a llover.

El dragón purpura Akutah estaba cansado, empezó a caminar por el húmedo suelo mientras que las llamas del pueblo iban desapareciendo lentamente gracias a la lluvia, el barro empezaba a cubrir los cadáveres tanto de los pueblerinos como de los caballeros negros. Por la cabeza del dragón se cruzó un pensamiento.

-''Está cerca del final...''

Él lo sabía, muy dentro de él lo sabía, todo estaba llegando a su final, no entendía por qué, no entendía el por qué estaba pasando todo esto ni el objetivo de aquellos asesinos que se dedicaban a destruir los pueblos del reino de espinas, probablemente era más complejo que ataques aleatorios sin un objetivo en específico, pero no tenía tiempo para pensar en ello, debía buscar a Daegal y los demás.

El cielo ya no estaba oscuro por el humo de los incendios, ahora estaba nublado por las nubes que trajeron la lluvia seguida por unos fuertes rayos.

Akutah escucho un sonido de pasos moviéndose por el barro atrás de él, rápidamente se giró hacia atrás y cayo un rayo dejando ver un caballero negro saltando sobre el con su espada. El destello del rayo fue tan fuerte que le impido al dragón reaccionar a tiempo y el caballero clavo la punta de su espada sobre su ojo, pero Akutah reacciono rápidamente evitando que la espada se clavara en su cabeza y con sus garras delanteras atravesó el pecho del caballero.

El caballero negro observaba al dragón mientras que la suciedad se escurría por su cuerpo, y sonrió. El dragón al ver esto aun con su garra derecha clavada en el pecho de su oponente, la empuño y arranco las entrañas de aquel sujeto.

Ese caballero ahora con el pecho desgarrado estaba boca abajo en el barro mientras se hacía un charco con su propia sangre y el dragón le dio la espalda y siguió buscando a su amigo.

Daegal, su madre Isolde, Adelaida con sus padres Burchard y Sigrid, Roshiu, Sabina, un lastimado Aldous, Benedict y 15 personas más se dirigían al bosque del origen.

Aldous estaba apoyándose de Burchard y Roshiu ya que sus heridas eran muy grandes a pesar de que ya había sido aplicado un vendaje. Aun con un gran dolor, Aldous hizo un comentario.

-No está mal eh...

Ante esto todos lo miraban de reojo mientras seguían avanzando por el campo.

-Ya saben, a pesar de todo lo que perdimos hoy, no está mal empezar de cero, una nueva vida, yo ya lo hice una vez.

Este comentario de Aldous venía con una segunda intención, aligerar el ambiente para todos, ya que lo habían perdido todo.

-Tienes razón.

Esa respuesta venia de Benedict que aún tenía a sus padres en el grupo que recién se había unido al escape. Ese niño todavía tenía esperanza, y su buena actitud lleno de esperanza a todo el grupo y les permitió seguir avanzando con más velocidad en medio del campo de barro y la tormenta que estaba sobre ellos.

Daegal se detuvo un momento, y se giró hacia atrás mientras miraba hacia el cielo de su abandonado pueblo.

-¿Dónde estará Akutah?

Ante esta pregunta, Adelaida puso cara de confusión y le pregunto ¿quién era Akutah?

-El nombre del dragón.

-Jummmmm.

Isolde empezó a reírse.

-Enserio Akutah, que simple eres Daegal, jajaja.

-Oye...

-Akutah es amigo en el idioma antiguo, ¿eso fue lo mejor que se te ocurrió?

-Que grosera eres.

-Relájate, Akutah está bien, porque es nuestro ''Amigo''.

Daegal e Isolde se miraron entre si y sonrieron.

Cada vez se les dificultaba más caminar porque sus pies se hundían en el barro, y por ello el grupo estaba quemando más energía de la necesaria haciendo que se movieran más lento, pero estaban a salvo, ya estaban lo suficientemente lejos del pueblo.

Todos se tomaron su tiempo mientras seguían desplazándose hasta que llegaron al rio que servía de frontera con el bosque del origen. Para Daegal este era un paisaje nostálgico, era el lugar donde todo comenzó, donde encontró aquel huevo del que se volvería su mejor amigo.

Paso una sombra gigante sobre ellos, sin notarlo, ya había un espiral de dragones montados por los caballeros negros que habían destruido el pueblo.

-¡Oigan, encontramos unos conejos que se nos escaparon!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

Aldous aparto a Roshiu y Burchard y empuño su espada a pesar de estar lastimado, igualmente Aldous estaba frente a su madre protegiéndola y listo para el combate. Pero esta vez fue diferente. Un dragón corpulento con muchas espigas de color rojo lanzo unas bolas fuego sin previo aviso impactando al grupo.

En un abrir y cerrar de ojos, su grupo había sido reducido a la mitad. Frente a ellos salió disparado envuelto en llamas el cuerpo calcinado de Benedict, fue una muerte instantánea.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Adelaida grito horrorizada tan fuerte que parecía que en cualquier momento se iba a desgarrar su garganta.

Luego de esto, los dragones siguieron atacando con llamaradas al reducido grupo de personas que rápidamente se dispersaron. Algunos soldados prefirieron aterrizar sus dragones y completar el trabajo con sus propias manos.

El grupo corrió rápidamente hacia una cabaña abandonada que se encontraba cerca.

La cabaña estaba cerca pero del cielo cayo una lluvia de flecha a la que rápidamente Aldous grito que corrieran a la cabaña y de alguna forma batiendo su enorme espada, Aldous empezó a repeler las flechas, pero lentamente algunas iban perforando su defensa y clavándose en sus piernas, brazos y abdomen, pero seguía con vida. La lluvia de flechas se detuvo.

En medio de la lluvia se acercaban los soldados oscuros que a través de sus yelmos se notaban sus sonrisas y como se lamian los labios.

La cabaña exploto por los ataques de los dragones y salieron extremidades de personas cercenadas volando por el aire.

En medio de los escombros en llamas salió Daegal con su madre todavía vivos. Los ojos de Daegal estaban totalmente abiertos inyectados en sangre por lo que estaba pasando frente a él.

Aldous se encontraba de rodillas sobre 3 espadas que atravesaban su cuerpo y evitaban que cayera al suelo, había muerto.

Roshiu y Sabina se encontraban a lo lejos con algunas extremidades arrancadas por la explosión generada por los dragones, también habían muerto.

Algo toco la mano de Daegal.

Era su amiga de toda la vida, Adelaida, tenía quemaduras por todo el cuerpo y varios cortes pero no provocarían su muerte.

-Aldous... Tengo miedo... No... No... No quiero... morir...

Ante la súplica de su amiga, Aldous en medio de lágrimas, con quemaduras en el cuerpo, se puso de pie con espada en mano.

Los caballeros negros se acercaban lentamente mientras caminaban sobre los escombros de la antes cabaña abandonada.

Un rayo cayó.

Akutah volaba a toda velocidad en medio de la tormenta porque vio unas explosiones cerca del bosque del origen, probablemente eran Daegal y los demás.

Llego.

Lo vio.

El mundo de aquel dragón purpura se vino abajo.

El dragón purpura estaba reflejado en los ojos de Daegal.

Pero era una mirada vacía que no era dirigida a nadie en específico.

La cabeza de Daegal había sido cortada y empalada en una lanza que estaba clavada en el suelo.

Lo mismo aplicaba para Aldous, Adelaida, Isolde, y los demás.

No era justo.

¿Por qué había pasado esto?

¿Quién lo había permitido?

Esas preguntas se cruzaban por la cabeza del dragón purpura.

Akutah arremetió contra los soldados lanzando llamaradas que carbonizaron algunos soldados oscuros, pero otros jinetes sobre sus dragones atacaron en respuesta con más poder de fuego, impactando sobre él y haciendo que se estrellara muy fuertemente, el impacto hizo que varios huesos de su cuerpo se rompieran y su pata trasera se girara en un ángulo extraño.

La lluvia seguía cayendo, los soldados oscuros se acercaban al dragón listo para terminar el trabajo que les habían encomendado.

¿Para quién trabajan?

¿Había un objetivo real en todo esto?

Akutah seguía arrastrándose por el barro en la dirección opuesta de donde estaban las cabezas empaladas de los que alguna vez fueron sus amigos.

-Este animal tiene espíritu.

-Tienes razón.

-Deberíamos capturarlo y entrenarlo para el ejército.

-Sería una gran adquisición.

Los atacantes estaban conversando entre ellos mientras se acercaban al moribundo dragón purpura.

-No...

Los soldados pusieron cara de confusión, parecía que habían escuchado algo, pero no estaban seguros.

-No...

De nuevo.

-No...

Una vez más.

El dragón desde lo más profundo de su garganta al punto de que parecía que iba a desgarrarla, grito con voz humana.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La lluvia seguía cayendo.

Todos los soldados se quedaron en silencio.

Luego siguieron avanzando.

-Definitivamente nuestro rey estará orgulloso.

-Es bastante inusual, pero el dragón de nuestro rey también habla, y si le llevamos este pequeño, quien sabe que nos dará.

Ahora estaban más motivados aquellas maquinas sanguinarias.

El dragón purpura siguió arrastrándose con más fuerza sobre el barro, luego se giró en dirección a los soldados y soltó una llamarada lo suficientemente grande para servir de distracción y coger vuelo lo más lejos posible.

Akutah había escapado, o eso creía, en medio de las nubes salieron dos dragones con sus jinetes persiguiéndolo.

Un dragón de color amarillo con manchas negras lanzo una bola de fuego que impacto en la espalda de Akutah, haciendo que el cayera dejando una estela de humo que terminaba en un rio.

Uno de los soldados hablo.

-Supongo que lo matamos, bueno, no importa.

Ambos dragones dieron media vuelta y volvieron con su grupo.

Entre líneas 8

-Su majestad, nos llegaron múltiples informes que varios pueblos fueron destruidos por atacantes desconocidos dentro de nuestras fronteras.

-Ya veo.

El rey Heros se tocaba la barbilla mientras escuchaba el reporte de guerra de uno de sus soldados.

-Además, en un pueblo llamado Alkmaaru dejaron varias cabezas empaladas en señal de desafío. Esta información se ha esparcido por todas las ciudades como una plaga y muchos ya creen que no es apto para llevar la corona.

Ante las palabras de su súbdito, el rey Heros abrió completamente los ojos y una vena palpitaba sobre su frente por el enorme enojo que tenía.

-¡Como se atreven! Les demostrare quien es un rey incompetente.

El rey Heros y su súbdito salió por la puerta, pero ahí se encontraba su hija, la princesa Berenice.

Los ojos de la princesa estaban bañados en lágrimas, ella tenía un amigo en el pueblo que habían masacrado.

Luego de ese día, la princesa Berenice no volvió a hablar por un tiempo.

A la edad de 10 años, la princesa Berenice encontró a su madre envenenada en su habitación, nunca supieron quién fue el atacante.

5 años después de la muerte de la reina Astrid, el reino seguía teniendo ataques en lugares alejados de la capital como las fronteras pero todavía no se sabía quién era el atacante o los atacantes y cuál era su objetivo.

Ante esta presión, cuando la princesa Berenice cumplió 17 años, el rey Heros se lanzó de una de las torres de su castillo hacia el vacío.

Luego de la muerte del rey Heros, Berenice paso a convertirse en la reina de espinas, y solo en ese momento, la reina Berenice volvió a hablar, se convirtió en una reina cruel, sádica y con mucha sed de sangre, esa historia fue rápidamente esparcida por los demás reinos y muchos preferían tenerla de aliada que de enemiga, eso facilito mucho las negociaciones con otros reinos.

Su objetivo ahora era encontrar al responsable de lo ocurrido en Alkmaaru, la muerte de su madre que llevo a su padre al suicidio y los ataques a las fronteras. Por alguna razón, la reina Berenice pensaba que todo estaba relacionado.

Dio un último respiro.

La madre de Alistair había muerto de una extraña enfermedad, al ser una familia de comerciantes pobres, no tenían para comprar suficientes medicinas y un doctor, sin contar que hace días el padre de Alistair había sido encontrado muerto en un callejón del reino de la lluvia.

Aunque eran sus padres adoptivos, lo habían criado y los quería como si fueran sus padres auténticos, pero eso ya no importaba.

La espalda de Alistair tenía una cicatriz en en forma de una especie de dragón, era una marca de nacimiento, cogió su camisa que se encontraba en el suelo y se la puso, apago la vela de su habitación y salió hacia el solitario mundo exterior.


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